miércoles, 24 de agosto de 2016

LAS EXPLORADORAS DEL OCOROTU

LAS EXPLORADORAS DEL OCOROTU
Ovidio Roca
Partimos dejando atrás el ensordecedor parloteo de las garacachis que acampan diariamente al otro lado de la casa y entramos a la umbrosa selva del Ocorotú. Caminamos con Andreina y las exploradoras, siguiendo las serpenteantes sendas del monte, bajo los altísimos bibosis, tajibos, siraris, jororis, maras. Son sendas adornadas y entretejidas con la seda de las arañas y orquestadas por la algarabía de los cucos, loros, parabas, tojos, tordos y mauris y poco más allá, por el estridente y ronco grito de los manechis que nos saludan al pasar.
Al borde de la quebrada, vemos las pachiubas; palmeras caminantes que en fila y muy lentamente van bajando por las pendientes, para finalmente descansar en el lecho del riachuelo. Algunas veces cruza furtivo un taitetú o un jochi, ahora cada vez más escasos.
Caminamos lentamente por el monte, donde las distancias no se miden en kilómetros sino en horas, un tiempo que varía según el clima; si llovió, si hay barro, si hace mucho calor o si los vientos del sur nos hielan hasta los huesos; por lo que no sabemos cuánto nos llevara llegar al arroyo sereboquí.
En el arroyo es otro el espectáculo, bajo la cúpula del monte aparece una corriente de aguas cristalinas y una hermosa playa de arenas blancas, donde en las noches dejan sus huellas los habitantes del bosque y que ahora nos toca aprender a conocerlas: los jochis, los gatos monteses, los taitetús, los penis, las hurinas y otros.
Somos felices cuando compartimos con alguien que amamos, una experiencia, una emoción, un paisaje. 
ovidioroca.wordpress.com




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