viernes, 27 de agosto de 2010

Los mecanismos del poder.

La vida en sociedad no puede entenderse al margen de las relaciones sociales y políticas, relaciones que en un sentido general, son “relaciones de poder”.
El poder, da a quien lo ejerce la posibilidad de actuar en función de sus propios objetivos, ya sean democráticos o totalitarios,  y la posibilidad de imponerlos a los demás.
El grupo que accedió al manejo del Estado Boliviano (por elecciones legales fruto del avance democrático del país), aumenta cada vez más su poder y su violencia, buscando perpetuarse en el gobierno de manera indefinida, e imponer su visión totalitaria (sin división de poderes) y de Capitalismo de Estado, con ropaje comunitarista y del modo Stalinista.
Un gobierno que ha demostrado la más burda ineficiencia y corrupción y en su desenfreno populista promete y ofrece a sus seguidores, dadivas, pegas; licencias de impunidad para actividades ilícitas: cadena coca – cocaína – contrabando. Usa incentivos, prebendas, coacciones y sobre todo genera terror. Todo lo cual exige el uso arbitrario de los recursos institucionales: leyes, fiscales, jueces, policías, ejercito y el uso abusivo de la economía y capacidad de endeudamiento del Estado, para su disfrute y poder, y como contrapartida demanda total sumisión. Lo que no ofrece innegablemente, es libertad y dignidad para los hombres que quieren labrase con esfuerzo y honestidad su propio futuro.
Este proyecto de poder implantado en Bolivia, no es improvisado, tiene un diseño inteligente y diligentes operadores (grupo palaciego), con fuerte “voluntad de poder” , los que día a día van afianzando su dominación ideológica, económica y territorial en todo el país.
Nietzsche difundió la idea de la “voluntad del poder”. Vale decir la dominación sobre las personas, sobre el pueblo y también y muy importante: el control sobre la persona que circunstancialmente ejerce el poder. Con el poder consiguen que otros quieran lo que ellos quieren y finalmente buscan lograr el poder absoluto, cuando la gente hace lo que creen que el tirano desea.
En su diseño, los operadores usan como aglutinante el racismo, la pertenencia a los denominados pueblos originarios campesinos y una determinada clase social, y lo usan para enfrentar y excluir al opositor, al que además hay que dominar, tomar sus tierras y posesiones, todo dentro de su estrategia de ocupación territorial, para esto ya se ha instalado un Zar en el oriente.
Para esta su estrategia cuentan con fuerte apoyo internacional de países totalitarios (Venezuela, Cuba, Irán) y como siempre el necesario enemigo común, los Estados Unidos de Norteamérica.
Cuentan y usan eficientemente el fuerte carisma personal del líder indígena. Construido por los operadores políticos internacionales, a sabor de los pobres y excluidos del país y los “progre” del mundo desarrollado.
Manejan y usan cotidianamente y con gran dispendio de recursos estatales, los medios escritos y audiovisuales para la persuasión directa, indirecta y subliminal de la población y buscan a toda costa eliminar cualquier opinión o medio que los adverse.
Aprovechando la natural búsqueda de afirmación e identidad, especialmente de personas y comunidades enfrentadas a la modernidad, procuran consolidar un mecanismo de dominación/sumisión, reconstruyendo una religión ancestral que les ayude a generar un sentido de comunidad primitiva, fácilmente manipulable. Intento que seguramente no prevalecerá ante el vigente sincretismo cristiano, poblado de iconos y pleno de fiestas y “entradas”.
Aprovechan del poder del Estado y del tesoro publico. Abusan del control y medran de la propiedad de los medios de producción, de las empresas estatales, del poder financiero público, etc.
Buscando al enemigo necesario, se enfrentan con los países democráticos, ahuyentan la inversión, que no solo significa recursos financieros, sino tecnología, organización, manejo eficiente de los recursos y sostenibilidad ambiental.
Y luego, la necesaria pregunta que nos señala Lenin, ¿Qué hacer?, de difícil respuesta en nuestro mundo de muchos analistas y diagnosticadores y pocos hacedores.
Para empezar, ante el despotismo racista y excluyente del MAS y su proyecto de cambio hacia el estatismo, el comunitarismo y la miseria generalizada, necesitamos contrastarlo con una propuesta democrática – autonomista. Propuesta que solo será aceptada por el resto de la población en la medida que: primero logremos motivarlos e inspirarlos y luego demostremos que con este camino e ideología democrática, el individuo y su familia logran su prosperidad económica y su bienestar social.
El propósito de siempre es la construcción de un país próspero y solidario, con mejores condiciones y calidad de vida, mas y mejores empleos e ingresos, mas y mejores bienes y servicios, mejores condiciones en nuestro entorno social y ambiental, vale decir desarrollo sostenible para todos los ciudadanos.
La actual y fuerte valorización de los recursos naturales junto a una eficiente gestión estatal y empresarial, permitiría lograr y administrar los recursos de capital necesarios para enfrentar el desarrollo, que implica necesariamente inversiones en educación, salud, tecnología e institucionalidad, para deja de ser un país de economía primaria y extractiva. Necesitamos urgentemente superar la dependencia económica y sicológica, de la plata, el estaño, los hidrocarburos y ahora del litio, por la inteligencia, el trabajo y la capacidad creativa del hombre.
Necesitamos una Política de Estado para atraer inversiones, gerencia y tecnología, de manera de activar y desarrollar las potencialidades de recursos, económicos y culturales con que contamos en cada una de nuestras regiones y sobre esta base avanzar, a la creación de capital social y tecnológico, a la industrialización, a la creación de valor agregado.
Un Pacto Nacional de Desarrollo  Productivo y Competitivo, a través de una estrecha alianza entre el Gobierno Central, las Gobernaciones y Alcaldías, con las empresas, los productores, las comunidades, la  sociedad civil, y la decidida participación de las organizaciones políticas formales; que sea capaz de implementar y mantener Políticas estables y duraderas que contribuyan a la sostenibilidad de la producción y del empleo. Una actitud seria, abierta al mundo y las ideas renovadoras, optimista, proactiva y de largo plazo y fundamentalmente manteniendo reglas del juego estables, gobernabilidad y seguridad para la inversión y el trabajo.
Y para lograrlo se necesita poder: poder en la propuesta, poder de convocatoria, poder económico, poder político.
Pero, poder político en un marco democrático, que tiene como rasgo específico la existencia y exigencia de un estado de derecho y que busca un destino compartido para hombres libres e iguales ante la ley, dueños de su vida, de su propiedad, de su destino. Poder que se ejerce con alternancia, fundamentalmente a través del Estado y sus instituciones, donde los partidos políticos son los intermediarios entre la sociedad y el Estado.
Vivimos un momento crítico en la historia de nuestro país, que demanda de los ciudadanos que sean capaces de pensar, de expresarse, de actuar, de tomar posición proactiva en defensa de su propia libertad, de su economía y del futuro de su familia. Demanda de las instituciones defender y garantizar la vigencia de las normas y acuerdos; de las Iglesias velar por la moral, el respeto al prójimo, la solidaridad y el libre albedrío. Demanda de los partidos políticos su necesaria refundación sobre bases doctrinarias y principios éticos para que contribuyan a fijar rumbos para el país y aporten a la gobernabilidad del Estado. ¿Qué hacer?, ¡!!!actuar!!!, pero actuar todos los demócratas juntos, evitando celos y personalismos en pro de un solo proyecto la Republica Federal de Bolivia.