jueves, 18 de abril de 2019

CARAVANAS DE MIGRANTES TRAS EL SUEÑO CAPITALISTA



Ovidio Roca

Las migraciones son una característica permanente de la historia humana y muchas de ellas han facilitado el desarrollo de las sociedades, enriquecido las culturas y civilizaciones y contribuido a la evolución de los Estados.

La causa principal de la actual crisis migratoria latinoamericana son los efectos nefastos del inviable modelo populista (amparado en su “derecho humano”, Evo dixit, de gobernar indefinidamente). Las secuelas de su flagrante fracaso económico y social está generando el éxodo de los ciudadanos quienes para sobrevivir; miserables y desesperados migran hacia países democráticos más prósperos y seguros; que por supuesto no son Cuba o Nicaragua.    

En nuestra actual civilización del espectáculo, este proceso migratorio ha tomado un matiz mediático y está promoviendo la discusión sobre los derechos de los migrantes y no de las causas y soluciones de su exodo. Algunos argumentan que migrar es un derecho humano, aunque muchos entienden que los migrantes como toda persona tienen derechos humanos; pero ingresar ilegalmente a otro país no es un derecho humano.

Cuando estos migrantes salen de sus pueblos en busca de mejores oportunidades e ingresan masivamente a otros países, ya de si superpoblados, inevitablemente provocan conflictos pues ocupan los territorios donde otros ya viven; donde otros están instalados y por lo cual estos tienen la necesidad y obligación de defender su territorio, su país, su cultura y su forma de vida.

Cuando los migrantes llegan a cualquier país, la solidaridad funciona cuando son pocas personas y la población condolida los acoge y ayuda; pero cuando esta migración es masiva empiezan las reacciones negativas, que luego son de ambas partes. Se da el caso de algunos migrantes que llegan a pueblos donde no son bien recibidos y donde no los quieren, pero para sobrevivir buscan desesperadamente “resolver”, hacer sus “negocios” y lo hacen con rabia destruyendo, vandalizando, ensuciando y lo hacen como jaurías al ataque. Como se dice “lo poco amansa y lo mucho espanta”.
Aunque las causas de esta migración, especialmente hacia los Estados Unidos y los países latinoamericanos más estables son por demás  conocidas; entre ellas la crisis económica en sus países, la inseguridad, la violencia de las pandillas y maras, la corrupción e ineficacia de los gobiernos, falta de trabajo y oportunidades, el cambio climático y la sequía (entre otras); poco o nada se ha avanzado en encontrar soluciones para detenerla. Se habla mucho y se hace nada y los analistas y políticos tratan este problema mirando sus efectos y proponiendo contenerla con medidas represivas, muros y prisión, pero eso no resuelve el problema.

Mientras sigan existiendo las condiciones de pobreza, con el agravante de la inseguridad y el crimen organizado, las comunidades no van a permitir que los jóvenes se queden en sus hogares de origen, sino que busquen condiciones de seguridad y luego de un trabajo estable”, decía el Vicepresidente electo de El Salvador.

Constitucionalmente es responsabilidad y obligación de los Estados, resguardar sus fronteras y solo permitir el ingreso legal de los visitantes, los que luego de ingresados deben respetar a la población, las leyes del país y su cultura.

Utilizando un enfoque “políticamente correcto”, con visiones sentimentales que mezclan la ficción con la realidad, es imposible encontrar y aplicar soluciones y acciones prácticas que vayan al origen, a las causas del problema. Por tanto en estos casos de éxodo y migración forzada, la comunidad internacional democrática debe urgentemente tomar medidas adecuadas y eficaces para evitar que tanto los migrantes como los países anfitriones sean afectados. En esta dramática situación de crisis social y política, el papel efectivo y practico de las instituciones internacionales y los líderes políticos y sociales es atacar los orígenes del problema, especialmente el hambre e inseguridad que impulsa la migración de millones de personas hacia el paraíso capitalista.

La solución práctica para este drama, cuyo origen es la evidente inviabilidad económica y social de los gobiernos populistas castrochavistas que devienen en dictaduras es: Extirpar a los malos gobernantes, empezando con Maduro; instaurar un nuevo gobierno democrático, cambiar de modelo político y económico populista hacia un modelo democrático liberal y esto implica: bajar el gasto público como paso indispensable para poder crecer, reducir la presencia del Estado en la economía y las empresas, combatir la corrupción, reducir la burocracia cubriendo los cargos con personal idóneo y elegido por mérito. En la coyuntura establecer programas de apoyo para reconstruir el país, con planes de asistencia técnica y financiera, de organización, educación, tecnología, producción alimentaria, salud, etc. y para esto se contara con un decidido apoyo internacional, que lo hará como medida profiláctica pues las masivas migraciones anárquicas complican la vida a todos.

El populismo destruye la institucionalidad y la moral de los países, por lo cual debería pensarse en alguna modalidad de poner esos pueblos infectados, bajo la administración de una institución, una empresa, para que los organicen, eduquen a su población con valores y principios de libertad y responsabilidad, les enseñen a trabajar y luego cuando se sanen y se gradúen puedan gobernarse solos.

ovidioroca.wordpress.com


1 comentario:

Luis García dijo...

Muy buen artículo !!