miércoles, 4 de julio de 2018

LA GENERACION ACTUAL Y EL POPULISMO COCALERO



Ovidio Roca

En el 2006, el MAS inicio su gestión de gobierno aplicando una receta socialista, populista y estatista que llamó Proceso de Cambio. Una receta que lleva invariablemente al mismo puchero (lloriqueo): destrucción de la libertad ciudadana, de la institucionalidad, de la economía, la ética y la cultura de vida de los ciudadanos.

El Proceso aplica el Capitalismo de Estado y se orienta hacia el  extractivismo de productos naturales y minerales, bajo la creencia populista de que la riqueza es un producto que se extrae, que se explota y no una creación de la cultura, de la innovación y el trabajo humano.

Se crea una enorme burocracia de partido y como consecuencia se dispara el gasto público y los subsidios. Las instituciones se agrandan, engordan y pierden en calidad, eficiencia institucional y honestidad de los funcionarios.

Cada día se fabrican miles de leyes y reglamentos que sirven para que la burocracia ya sea judicial, policial o administrativa se enriquezca, atemorizando y extorsionado al ciudadano y como consecuencia crece la informalidad, el contrabando y así la carga impositiva solo recae sobre unas pocas empresas formales que penosamente subsisten.

Los escasos opositores que logran acceder al control democrático de alguna institución pública son continuamente boicoteados  y desestabilizados, hasta que logran defenestrarlos, encarcelarlos o exiliarlos. Esta práctica genera una situación de precariedad, debilidad, inseguridad e inestabilidad de las instituciones.

Esto es lo que se llama Proceso de Cambio (pero no para mejor), que modela en la población una cultura de anarquía, huelgas, bloqueos, destrucción de la institucionalidad y sobre todo entroniza la desconfianza.

Como resultado el pueblo no confía en las autoridades ni en las instituciones y lo hacen con razón, pues saben que éstas solo responden al dinero y las órdenes del poder y esto conduce finalmente a una total ausencia de confianza en las leyes, normas e instituciones.  

La población formada en este ambiente no respeta las normas ni a las personas, ahora diariamente pululan grupos de agitadores que no argumentan ni justifican sus demandas; solo exigen y su único argumento, su razón, es la fuerza.

Cuando el Gobierno tomo el poder el año 2006, coincidió con una época de buenos ingresos nacionales (por los altos precios del gas y los minerales) por lo que de inmediato entra en una borrachera de gastos y corrupción. No se piensa en el futuro y pese a que le aconsejaron la creación de Fondos de Ahorro e Inversión (como los Fondos Soberanos que manejan varios países europeos) siguiendo la lógica de ahorrar en “época de vacas gordas”. Recordemos que esto es lo que aconsejo José al Faraón de Egipto, un consejo que no le dio el Licenciado al Faraón Chapareño.

El Gobierno populista es centralista, se apropia de alrededor del setenta por ciento de los recursos del país y mantiene bajo su control a todas las instituciones de Estado. A nivel local los grupos corporativos con aval del Gobierno hacen exactamente lo mismo y se enquistan en las instituciones y las manejan para su provecho. Utilizando los recursos recibidos por el gas, más los del gran endeudamiento, realizaron malas y corruptas inversiones para gusto del Jefazo y ganancias y comisiones para sus seguidores: coliseos, canchas de fútbol, museos, palacios, aviones, helicópteros, son juguetes para solaz del Faraón Chapareño.

El MAS viene adoctrinando a la población diciéndoles que el Estado es el principal proveedor y el Faraón andino el único distribuidor de dadivas y castigos y que la forma de conseguirlo es con su adoración y apoyo abyecto; o en la versión Chapareña, con el reclamo movilizado pues el que no llora no mama. Una práctica en total contraposición con lo que se entiende como función de un Estado Democrático, cual es garantizar el pacto social y contribuir al bienestar, la paz y seguridad ciudadana.  

No logran entender y tampoco les interesa saber, que con los inmensos recursos a su disposición en estos trece años, tuvieron la oportunidad de transformar la economía prevaleciente; primaria, extractivista y volcada a las materias primas, hacia  una economía diversificada, de modernas tecnologías y de prácticas ambientales sostenibles. Tampoco entienden, y esto por ser contrario a su visión ideológica, la importancia de tener un Estado mínimo, regulador y un sistema de mercado que asigna los recursos; modelo que llevó a los países del norte de Europa a alcanzar para sus ciudadanos, uno de los más altos niveles de bienestar y progreso.

Ahora que viene la época de las vacas flacas y de pagar las deudas, la difícil tarea que corresponderá realizar al próximo Gobierno es bajar el gasto público, mantener la disciplina fiscal y monetaria, reestructurar el Estado, disminuir la cantidad y  mejorar la calidad de los funcionarios públicos y aplicar un sistema tributario que no castigue al contribuyente. El objetivo es que la economía gane en competitividad; evitar que se deprecie la moneda y que los salarios reales crezcan por esa mayor productividad de la economía. Esto demanda creatividad y esfuerzo y a la larga construye economía sostenible y bienestar ciudadano.

Por la experiencia vivida sabemos que el pueblo de mentalidad populista, se opondrá a esta receta de trabajo y responsabilidad y lo hará “hasta las últimas consecuencias”, como lo vemos hoy en la Argentina. Un dato preocupante sobre la enfermedad populista y la estupidez humana, lo vemos en Venezuela un país que sufre una de las peores miseria y crisis social, y cuando la gente es consultada en un setenta por ciento dice que el Estado debe manejar la economía y las Empresas públicas.

Sin embargo no todo está perdido, frente el vacío y la inconsistencia de una oposición que aparentemente claudicó en la lucha contra el populismo, la autocracia y la impostura, surge una nueva generación; jóvenes que usando las nuevas tecnologías de información y comunicación están conformado las plataformas ciudadanas, unos nuevos espacios democráticos y de participación en las que hablando de una forma clara y valiente le dicen al gobierno, que Bolivia dijo No, que están violando la Constitución y los principios democráticos. Ellos son persistentes, creativos y con un nuevo lenguaje han conseguido la sintonía con los sentimientos de la población. Ahora corresponde pasar de la denuncia y la protesta hacia la propuesta y la consolidación de una alternativa de conducción del país.

 Yo soy un masista, un politiquero de doble discurso, hablo del proceso, proceso de cambio, pero no cambia nada. Antiimperialista, pero vende patria, no hay nadie como yo”. Canción del folklore plurinacional.
ovidioroca.wordpress.com




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