viernes, 16 de diciembre de 2022

VIVIENDO ENTRE PROMESAS, IRRESPONSABILIDAD CIUDADANA Y AUSENCIA DE ACTIVIDAD PRODUCTIVA SOSTENIBLE.

Ovidio Roca

Para acercarse a la verdad conviene escuchar todas las versiones y tomar precauciones frente el embrujo de los héroes”. Enzensberger

Introito cocalero y plurinacional.

Estamos en tiempos de Adviento y nos enfrentamos a un nuevo año y una nueva era en nuestra historia. “Hermano, te sientes solo, abandonado, estas triste no has podido comprar alguno de esas Mansiones en Mar a Lago o al manos un Condominio en el Urubó. O no tienes una cuadrilla de vehículos, aéreos, terrestres y acuáticos para tus negocios blancos”.
No te preocupes, conviértete al masismo, comulga con hoja de coca y escucha las proclamas del Profeta, el hermano Evo con las palabras del Salmo 13.13 del Libro de la Hoja Sagrada:
 “La hoja de coca tiene el mismo valor para nosotros que la hostia para los católicos. Es nuestra relación con la Pachamama”. Evo.

Responsabilidad personal y ciudadana.
Vivimos una época en la cual la sociedad latinoamericana influenciada por la izquierda, va perdiendo el rumbo, los valores éticos y el respeto a sí mismo y a los demás. Se abandonan los principios del trabajo y la responsabilidad personal y se inventa modas culturales de lo más diversas, con lo que se demuestra haber perdido el sentido de la vida y eso trae depresión, soledad, desesperación, y como una salida fácil se entregan al Profeta del populismo, al hermano cocalero de las promesas blancas, como un intento de sentirse mejor.

Sectores de la población que asumen y apoyan el populismo,  son felices con estas promesas de una vida mejor y sin responsabilidades ni mayores trabajos. Luego descubren que lo que consiguen, solo es pobreza e ignorancia, más totalitarismo y sumisión y entonces corren desesperados hacia el paraíso capitalista de los gringos, rogando en la frontera que los dejen entrar.

 La actividad productiva y el impacto ambiental.

Crece la población y no se creó riqueza mediante la actividad productiva, se sigue el modelo extractivista con las minas, yacimientos de minerales y gas.
Ahora con el aumento de población, la riqueza fácil son las tierras tanto rurales como urbanas y rápidamente varias empresas masistas utilizando a las bandas interculturales se apoderan de ellas, las toman y lotean o las compran baratas. Cambian las normas de uso del suelo, luego son urbanizadas y vendidas a migrantes que vienen esperanzados a estas tierras orientales.

En dos años, el Gobierno del MAS Lucho, utilizando al INRA ha revertido cuatro millones de hectáreas de tierras, especialmente en áreas de bosques en Santa Cruz.
Eulogio Núñez del Instituto de Reforma Agraria, nos informa: “Tenemos en total 4 millones de hectáreas que se han recuperado de latifundios improductivos. De eso estamos hablando, de 2,5 millones que se han redistribuido a través de comunidades. Y tenemos 1,5 millones de tierras para hacer las dotaciones de nuevos asentamientos”.

 Es la economía de mercado, burru huma.

En los países civilizados no se presentan esas aglomeraciones de vendedores en las calles las que aquí vemos todos los días y menos se ven, esas bandas de contrabandistas, de mañaneros, de comerciantes, que avasallan las áreas públicas, veredas y Parques y se asientan donde le apetece, se atrincheran y pelean contra las policías y vecinos por mantenerse en esos reductos.

Me comentaba un amigo economista sobre esta práctica cotidiana de las tropelías de los comerciantes y la posibilidad de no usar la violencia y la fuerza pública, sino más bien las fuerzas del mercado.
Estas fuerzas señalan; que si en un lugar no hay demanda la oferta busca su nicho de mercado y se dirige al lugar donde puedan vender su producto. Si no hay comprador no habrá vendedor.
Por tanto algún Alcalde astuto podría hacer una campaña educativa para mostrar a la población las ventajas de una ciudad ordenada, limpia y donde se respeten los espacios públicos. Quizá los ciudadanos lo entenderían y no comprarían a esos vendedores ilegales y de esta manera y sin grandes movimientos de tropas ni violencia, la ciudad viviría en paz, orden y progreso. Esto implica básicamente que el ciudadano entienda, asuma su responsabilidad y no compre donde no es legal. Por supuesto deben existir los mercados y áreas de ventas disponibles para que los comerciantes realicen su labor.

La duda es que si este criterio de orden, disciplina ciudadana y compromiso con la sociedad, condice con la cultura y tradiciones de la población, o más bien ellos son felices con este sistema de desorden, alboroto, desbarajuste, tropelía, algarabía, bullicio, caos, confusión, batahola y jolgorio.
Si esto fuera así, Hakuna matata y cámbiate a otro sitio, esa es la clave.

ovidioroca.wordpress.com

  

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