sábado, 3 de septiembre de 2022

LA TRADICIÓN LATINOAMERICANA DE LA INFORMALIDAD.

 

Ovidio Roca

La informalidad en Bolivia abarca el ochenta por ciento de la economía y ésta práctica económica tan extendida, es producto del estatismo y centralismo implantado por el populismo.
Esta Cultura de la informalidad es una respuesta del pueblo, que en el marco de sus limitaciones y posibilidades quiere ganarse la vida con su esfuerzo. Lo hace luchando contra el dirigismo y estatismo que ejerce el Gobierno masista, contraponiendo su opción por la libertad económica y de comercio contra la intervención regulatoria e impositiva del Estado.

Hayek llama con razón al mercado libre, un orden espontáneo. En el sentido de que ningún Plan centralista controla su funcionamiento.
Hayek no es un defensor absoluto de laissez faire; no se opone a que el Gobierno desempeñe un papel importante; por ejemplo, en el ámbito de la provisión de bienes públicos, en la ayuda al buen funcionamiento del orden de mercado y en la satisfacción de las necesidades de bienestar social.

Los populistas y estatistas creen poder manejar ellos el mercado y asignar los precios. Cuando lo hacen estos dejan de ser precios, pues para que un precio sea realmente un precio, tiene que estar sujeto a la libre oferta y la demanda. Paradójicamente, los precios más libres son los más estables.

Un problema adicional es que cada persona valora los bienes de diferente manera y además el valor que le otorga a cada bien, va cambiando a medida que transcurre el tiempo y a los cambios en la tecnología productiva.

Entonces, cómo asigna la economía de marcado los recursos productivos ante esa información dispersa?. Lo hace mediante los precios que la gente está dispuesta a pagar por los bienes. Precios que dependen de las valoraciones de la gente. Y estos precios que la gente está dispuesta a pagar son la señal que el mercado les proporciona a los empresarios para que éstos asignen los recursos productivos.
¿Qué busca el emprendedor?, Tener ganancias, y lo hace produciendo para satisfacer la demanda. Si acierta, su premio es la ganancia que obtiene. Si se equivoca, el castigo es la pérdida que él tiene que asumir.

Como parte de su modelo de gobierno, es una práctica común de los populistas expropiar empresas y poner al frente de las mismas a su gente, en nada capacitada. Son los militantes del partido a quienes como recompensa por su militancia política reciben una empresa para manejarla y lucrar de ella. Por supuesto las pérdidas de esas empresas recaen sobre los hombros de los contribuyentes. 

Y finalmente como se asignan los precios bajo el populismo estatista. Fácil, los define el Jefe, se dicta un decreto y listo. El problema es que en estas condiciones nadie está dispuesto a trabajar e invertir su esfuerzo y recursos si no tiene ganancias. Mejor es hacerse masista y apropiarse de una empresa, o unas tierras, o lo que venga.

 El Estado populista en lugar de contribuir a mejorar las condiciones de trabajo, con capacitación, liberando a los emprendedores de trabas e impuestos, hace todo lo contrario. Por lo que en toda Latinoamérica se escucha el reclamo de las clases populares y la receta que proponen los trabajadores es simple y responde a la libertad de trabajo y de comercio: ¡Dejen que trabajemos en paz!. ¡No jodan con sus imposiciones y regulaciones!.

ovidioroca.wordpress.com

 


 

 

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