miércoles, 20 de julio de 2022

CUAL ES NUESTRA TRAGEDIA?

 


Editorial Diario El Día, Santa Cruz.

La tragedia nacional no son esos 105 millones de dólares que tendremos que pagar los bolivianos al Banco Bilbao Vizcaya por la nacionalización de las Administradoras de Fondos de Pensiones.

Tampoco los cerca de 700 millones de dólares que hemos pagado desde 2006 a 12 empresas transnacionales que recurrieron a la justicia por el atropello a sus bienes e inversiones realizadas en nuestro país.

Nuestro drama no es la aniquilación de la industria gasífera en manos del estado plurinacional, la destrucción de los mercados, la corrida de capitales por culpa de la inseguridad jurídica ni la sequía de inversiones que se produjo como consecuencia de la nacionalización.

La desgracia no es que el régimen del MAS se haya farreado toda la renta petrolera en chucherías, lujos de nuevo rico, elefantes blancos y en comprar las conciencias de los dirigentes de sindicatos y movimientos sociales cómplices de la mayor degradación ética y moral que se haya visto en Bolivia.

No somos desdichados por la debacle de BOA, Entel y todas las empresas que pasaron a las sucias manos de los masistas. Tampoco por la enorme cantidad de las falsas industrias estatales que se comen más de la mitad del presupuesto nacional, a cambio de pérdidas, escándalos de corrupción y una épica demostración de ineficiencia e incapacidad nunca antes vista en la administración pública altoperuana.

La fatalidad boliviana no es que, por culpa de la nacionalización, Bolivia esté en los últimos lugares de América Latina en captación de inversión extranjera, que sea uno de los peores sitios para hacer negocios y que estemos atravesando un déficit fiscal crónico, un desfase en la producción de combustibles líquidos y el riesgo de enfrentar escasez después de haber sido por décadas un exportador nato.

Nuestra catástrofe es que, pese a toda esta realidad que todo el mundo conoce, el gracioso de Luis Arce sigue creando nuevas empresas estatales, continúa nacionalizando, mantiene en funcionamiento las industrias que desangran nuestra economía y no hay nadie, absolutamente nadie en la oposición, en las entidades cívicas, en los círculos de intelectuales y en las entidades especializadas que salga a criticar semejante tragedia.
Nadie marcha, nadie bloquea ni convoca a paros para frenar esta barbarie que nos llevará a la ruina, como ocurre en Cuba, donde hace mucho que importan azúcar y ahora están por comprar habanos y ron de los países vecinos.

Bolivia ha nacionalizado tres veces y en todos los casos el resultado ha sido un desastre. Pese a ello, la opinión pública, la clase política, los académicos y toda la élite pensante del país sigue viendo con buenos ojos o al menos con indiferencia, cuando el estado mete la mano en la economía, lo peor que puede hacer un gobierno, el camino más seguro hacia la calamidad, tal como lo demostró el chavismo en Venezuela.

 

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