lunes, 24 de enero de 2022

A CABALLO ENTRE LA DEMOCRACIA LIBERAL Y EL POPULISMO

 

Ovidio Roca

Muchos miran al empresario, como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar, y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. Winston Churchill.

Debemos recordar que la pobreza ha sido el estado natural del ser humano, por lo que el objetivo no es sacar a la gente de la pobreza, sino generar un ambiente de estabilidad y seguridad y dejar que la gente libremente construya su riqueza, respetando al prójimo y al medio ambiente.

Las ideologías socialistas, populistas y colectivistas, postulan que el orden económico y social sólo puede ser impuesto y mantenido por el Estado, el que debe distribuir la riqueza, promover la cultura y eventualmente ayudar a pequeñas empresas del sector industrial y agrícola. Es con esta ideología que se mantiene en la pobreza y la opresión a gran parte de la humanidad; para muestra solo mencionamos a Cuba y Venezuela.

Por lo contrario, la propuesta democrática y liberal considera que el rol del Estado no es hacerse cargo de nuestras vidas, su misión es la protección de los derechos individuales y dejar que los ciudadanos persigan sus propios fines de un modo creativo y pacífico.

Lo anterior es un problema de visión e ideología; podemos tratar de convencer a un populista de las ventajas de la libertad y democracia y nunca lo conseguiremos. Ocurre lo mismo con la abeja, esta trata de convencer a la mosca que las flores son mejor que la basura y no lo consigue, porque a la mosca le gusta vivir en la basura.

Los liberales demócratas  postulan que la libertad individual siempre será la energía que induce al individuo a mejorar, a buscar la excelencia, a crear, a emprender y poner su potencial a funcionar en conjunto con otros, en lo que podría ser una libertad grupal. Ellos consideran que es la acción descentralizada de las personas que persiguen sus propios fines en un mercado libre lo que hace posible crear y mantener este orden espontáneo, traer prosperidad y sostener la compleja civilización en la que vivimos.

Una persona sensata, un ciudadano viviendo en un Estado de derecho, busca y encuentra la mejor manera de solucionar sus propios asuntos y lo hace de forma libre y voluntaria colaborando con los demás. Esto permite que los problemas y soluciones de cada cual se acomoden y eso facilita el solucionar los problemas de todos. Por tanto es absurdo entregar competencias a una persona o un partido político corrupto e inepto, para dirigir los complejos acuerdos que afectan la vida del país y la de millones de personas. En consecuencia el mejor modo de combatir la pobreza, es garantizar un sistema de libre empresa y libre intercambio y permitir que las iniciativas de asistencia social privada vayan en rescate de los necesitados.

En los últimos años se ha impuesto la cultura del lenguaje políticamente correcto y se critica a los liberales cuando hablan claro y promueven el gobierno de los más aptos, de la excelencia, el gobierno de los mejores. Será que para estar en la onda del buenismo, deberíamos procurar el gobierno de los peores, de los demagogos, de los populistas.
Esta peligrosa tendencia de nuestro tiempo de preferir lo mediocre, de igualar para abajo, apartar a los mejores, aplaudir a los peores, seguir la línea del menor esfuerzo, sustituir la calidad por la cantidad, seguramente nos llevara al desastre. La cultura democrática y la aspiración a una sociedad prospera y productiva nada tiene que ver con estas pobres aspiraciones.

ovidioroca.wordpress.com

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