lunes, 4 de enero de 2021

ILUMINADO POR QHANANCHIRI

 

Ovidio Roca

Todos los fanatismos religiosos y políticos conducen a los mismos resultados, unos más brutales que otros, y al final los seguidores de un dogma son ciegos seguidores de sus credos y no dudan en eliminar a quien no se doblega a sus creencias. Lo vemos en los Islamitas y los Castrochavistas.

A la mayoría de las personas luego que aceptan una fe, una ideología, no les gusta que les aconsejen revisar sus creencias y eventualmente cambiar de opinión. Esto ocurre por un aspecto profundamente tribal de la naturaleza humana que asume sus propios deseos como realidad absoluta, y ante cualquier consejo o información que sientan como una presión para pensar de manera distinta a su creencia, los reafirma en su propia fe.
Esto se explica porque cuando la mente acepta una consigna ideológica, una fe religiosa, un dogma racial, la asume como propia y se cierra a toda evidencia y así evita el drama de las dudas.

Siguiendo estos criterios, el mundo de la propaganda política (Agitprop) se mueve con los “relatos”, un método de comunicación en el cual se inventa una historia que cuando se la cuenta en cada escenario y de acuerdo al público, se le aumenta o le quita algo y esto con el fin de llegar al sentimiento de este auditorio y venderles su charque.

Es bastante extraño, pero nuestra mentalidad se resiste a ver la realidad objetiva y solo ve lo que quiere ver y solo escucha lo que alimenta sus ilusiones y esperanzas y por esto es difícil competir con los populistas que son los maestros de la falacia.
Los maestros masistas en su construcción del relato, toman en cuenta la psicología y cultura de las personas, y aunque algunas personas sensatas se guían por los hechos, una inmensa mayoría lo hacen por las palabras e ilusiones falsas
. En consecuencia el discurso político es el arte de construir un relato que cambia permanentemente, de acuerdo a la cara del cliente y a la conveniencia del cuentista. Siguiendo los principios de la falacia, se concluye que no hay verdades, sino historias bien o mal armadas y relatadas.

Para la socialización del relato se utiliza como apoyo los medios de comunicación, sobre todo la televisión, las plataformas y redes sociales y todo en función de sus intereses de negocios y políticos; en esencia de plata y poder.

Los predicadores masistas, inspirados e iluminados por Qhananchiri, son eximios maestros de la falacia, de la mentira y el doble pensar. Esta habilidad es muy útil para la construcción de estos relatos y fabulas sociales, pues la mentira tiene suficiente carga emocional para obnubilar nuestra razón, especialmente cuando es simplificada y anclada en atavismos ancestrales por los ideólogos populistas. Estos iluminados, logran que no pensemos de forma racional sino emocional y de esta manera la mentira la demagogia no podrá ser derrotada con datos reales, ni simples ni  complejos. Los populistas lo saben, pero quienes los enfrentan se niegan a verlo.

 

El sustento psicológico de todo esto, es que la narrativa se fija fuertemente en el subconsciente y aunque el poder de la razón puede ser poderosa, no es lo suficiente como para superar por sí sola el apego emocional a la mentira. Lo comprobamos en el mundo y lo vivimos en nuestro país, esclavizados por formulas ideológicas fallidas y destructivas como el comunismo y populismo, pero con gente que las sigue porque poco les importa la realidad, sino las historias y por supuesto la coca.
El individuo racionalista, librepensante y que además mantiene un distanciamiento social con la coca, es para los políticos masistas el principal enemigo. Por ello los seguidores del cocalero los ven como un símbolo de amenaza y provocación, al que hay que denigrar y destruir.

Una Cita cósmica, brillante e inspiradora: Si no apoyamos al hermano Evo: “Va a haber llanto y el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”. Jallalla, Kausachun coca. Qhananchiri; Salmo 3.14.16

ovidioroca.wordpress.com

 

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