martes, 2 de julio de 2019

LA EXTRAÑA FASCINACIÓN DEL POPULISMO



Ovidio Roca

Cabe preguntarse cuál es el secreto de esa letal fascinación por el populismo que nos induce a votar por ellos, aun cuando conocemos tanto aquí como en otros países los nefastos resultados de su gestión gubernamental.

Un pueblo, dicho en términos sencillos, procura un sistema de gobierno que nos permita vivir juntos y en paz, respetándonos los unos a los otros y a la propiedad fruto de nuestro esfuerzo y nuestra creatividad. Mejor aún si le añadimos un poco de “salud, dinero y amor”, más arte y cultura.

Y en cuanto al sistema para lograrlo; la democracia es el modelo que ha demostrado ser el menos malo, aunque sólo puede funcionar cuando cada quien toma consciencia de su propio valor como persona y no enajena ninguno de sus derechos y obligaciones, menos aún el de elegir libremente a sus representantes en elecciones libres, informadas y transparentes. Algo que no debemos olvidar en las elecciones del próximo mes de Octubre.

Los demagogos populistas dicen a los electores aquello que quieren oír; son expertos en jugar con las ilusiones y temores de la gente y en ofrecer recetas mágicas para su vida, no siempre susceptibles de ser cumplidas. Se especializan en reforzar sus miedos y sus odios, en crear el enemigo necesario y afinar técnicas comunicativas para aderezar la información (verdadera o falsa). Su mejor negocio es el uso de la propaganda demagógica y la posverdad.

El populismo ofrece estas ilusiones de progreso, de manos del Estado y con mínimo esfuerzo de nuestra parte. El sistema funciona y florece mientras hay dinero para repartir (materias primas e incurriendo en masiva corrupción y narcotráfico) pero sale en retirada sangrienta cuando éste se acaba, pues surge el temor de los líderes populistas de ser juzgados y obligados a rendir cuentas de sus latrocinios, por lo que intentan atrincherarse y mantenerse en el poder a como dé lugar. Por esto una definición practica del populismo es: “proyecto político demagógico que sacrifica el futuro por un presente efímero”.

Lo más grave es que la corrupción y la incapacidad de los gobiernos populistas dictatoriales, más el narcotráfico y los carteles terroristas inherentes al sistema, tornan inviables los países y luego la gente escapa buscando un lugar mejor para vivir. Cuatro millones de venezolanos desesperadas recorren angustiados por las américas buscando algo que comer y cuando llegan por miles a los países, saturan y colapsan los servicios públicos y crece la molestia de los nacionales por esta invasión a su espacio, con lo que empieza la reacción de rechazo contra los migrantes desplazados.  

Al respecto, cada día vemos y leemos del desastre y miseria que sufren  los venezolanos, cubanos, nicaragüenses con la peste populista y esto nos conduele, pero consideramos que esto no pasara con nosotros (pese a que aplicamos el mismo modelo) y nos justificamos diciendo que cada pueblo y país es diferente, por lo que esto no nos ocurrirá.

En Bolivia se nos dice que está presente y es endémica la peste populista “LinevoH1N1”, por lo que es necesario vacunarse para evitar esta enfermedad que es mortal y virulenta, pero no lo hacemos. Esto se explica porque nadie aprende por experiencia o dolencia ajena, e insistimos en seguir la misma senda de los países que aplicaron el modelo económico y social populista con nefastos resultados.

El modelo populista cocalero se caracteriza en lo político, por ser estatista, caudillista, centralista y en lo económico, extractivista que vive de la  explotación de recursos naturales. Al aparato del Estado se lo usa en actividades de represión y compra de apoyo político con bonos y negocios turbios y para gastar los recursos públicos en empresas industriales fracasadas para el país; pero que son negocios bien remunerados y bien comisionados para los dirigentes.

La variante populista cocalera promueve además, una economía informal basada en la coca y el narcotráfico y eso hace que lo apoye esa población vinculada al contrabando y la informalidad, con lo que finalmente el modelo se constituye en el  ambiente ideal para los carteles y mafias internacionales de la droga y la violencia.

Es hora de que empezamos a entender que  la democracia liberal es el único sistema que garantiza la convivencia armoniosa, la legalidad y el desarrollo civilizado y controla mediante separación e independencia de poderes la corrupción desenfrenada de los caudillos populistas y pseudo democráticos. Se dice que no hay Maduro que no se pudra, ni Cabello que no se caiga, ni Evo que no sea expulsado del paraíso. Hagamos con nuestro voto en Octubre que esto sea cierto en Bolivia.

ovidioroca.wordpress.com


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