viernes, 11 de noviembre de 2016

UN PUEBLO EN PROCESO DE CAMBIO HACIA EL DESASTRE


Ovidio Roca
Historias y relatos de la época plurinacional
Conocer el arte de impresionar la imaginación de las masas, es conocer el arte de gobernar”: Maquiavelo
La historia nos muestra que el objetivo de los partidos populistas es consolidar un proyecto de poder (Evo aclara: “para quedarse por siempre”) utilizando y movilizando a las masas,  con consignas y discursos simples pero de gran alcance e impacto popular. Mensajes que apuntan a la emoción y poco al pensamiento y la racionalidad, pero que ayudan eficazmente a  la cosecha de votos.
Ellos saben que las masas siguen a los caudillos, a los dirigentes carismáticos con más activismo que inteligencia; a gente de acción más que de pensamiento. Además, en la politiquería lo que importa es el impacto emocional que las promesas despiertan en el pueblo y poco interesa si un proyecto es posible y viable; pues son las promesas las que ilusionan y despiertan el interés y las expectativas populares, con consignas y promesas que son difundidas y comunicadas masivamente por los intelectuales y comunicadores del partido, dando siempre mayor primacía a las imágenes que a las ideas; promesas que finalmente no se cumplen.
De aquí que en los últimos tiempos y con la generalización de la tecnología de las comunicaciones; el acercamiento a la masa votante y especialmente a las urbanas,  se lo hace mediante las redes sociales. Hace poco, García Linera explicaba esto a los dirigentes masistas: "Política que no está en los medios, política que se pierde. Dirigente que no está en los medios, dirigente que se pierde". Actualmente en Bolivia alrededor del noventa por ciento de los medios está en manos del Gobierno.
Como parte de su estrategia de distracción de la opinión pública y de terror, el Gobierno y sus aliados se dedican sistemáticamente a enjuiciar y amedrentar a sus detractores, a sus enemigos; los opositores y librepensantes y a impedir y boicotear la gestión institucional de toda autoridad opositora electa; Gobernadores, Alcaldes y cualquier otra que no responda a sus intereses.
El profesionalismo, idoneidad y moralidad de los funcionarios públicos es ignorado en favor de la alineación política, por lo que la corrupción se expande y se constituye en uno de los costos más elevados de la administración  estatal. Se afirma que más del cuarenta por ciento del gasto gubernamental va a la corrupción.
La población al estar convencida que las leyes solo usan en beneficio del propio gobierno, no acude a las instancias formalmente legales. De esta manera los conceptos de cultura democrática, de respeto a la ley, gestión eficiente y transparente se tornan lejanos y esta mala experiencia y la ausencia de alternativas viables genera una cultura de anomia y amoralidad, que luego se hace parte consustancial del comportamiento del pueblo.  
Los cómplices del Gobierno: sindicatos y gremios corporativos, para exigir las prebendas prometidas y de paso afirmar su poder periódicamente disputan con éste, utilizando la cultura del bloqueo y el enfrentamiento. El ciudadano que no forma parte de alguna corporación, se siente desvalido y si puede sale del país, pues sabe que como individuo no tiene el menor chance de que se le respeten sus derechos.
El socialismo y el populismo se mantiene mientras hay dinero, pues por principio sus promotores y cultores solo saben despilfarrar y no generar riqueza y esto lo hemos visto en la historia latinoamericana: Castro que vivió siempre del subsidio (inicialmente ruso y venezolanos después)  logro que Cuba importe azúcar y Chávez y Maduro, que Venezuela importe gasolina.
Para ganarse las masas los populistas criollos les ofrecen impunidad, bonos y prebendas, además de privilegios étnicos (para la etnia dominante); pero las dadivas sólo pueden mantenerse en situaciones de buenos precios de las materias primas como los que tuvimos durante los últimos diez años. Cuando los precios caen estos beneficios son insostenibles, pero la presión social evita que se los elimine y entonces se acude al endeudamiento, se gastan las reservas y así se continúa con el despilfarro, dejando un pasivo impagable en las espaldas de las próximas generaciones.
El país hasta ahora no ha podido generar una base industrial y productiva, por lo que un setenta por ciento de la población vive en la informalidad y gran parte de estas actividades: comercio, contrabando, transporte y alguna construcción inmobiliaria se financian por el narcotráfico, que algunos afirman alcanza anualmente a más de cuatro mil millones de dólares y son los que aceitan esta economía informal. Es por esto que en el país se vive una aparente bonanza, aunque insostenible y peligrosa por su fuente ilegal de financiamiento.
Las soluciones dada nuestra ausencia de liderazgo y decisión, de nuestros temores e incoherencias, quizá solo se den por el desastre. Esperemos que después de esta turbulencia populista, después de la tormenta, venga la calma y la paz y nos dediquemos al duro trabajo de la reconstrucción de la economía y la recuperación de la cultura y la practica democrática. 

 ovidioroca.wordpress.com

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