domingo, 28 de abril de 2013

REFUGIO OCOROTU



MITOLOGIA SEREBOQUI
MISIÓN DE LOS SANTOS DESPOSORIOS DE JOSEPH Y MARÍA DE BUENA VISTA
Yo soy el que esperaban
Los jaguares manchados de luceros,
Los toros ígneos de crepúsculos,
Los caimanes de hierro,
Las palomas de seda,
Para la transfusión de sangres bárbaras.
Yo soy el hombre de la selva,
perfume,
cántico y amor,
pero encendido de relámpagos,
pero rugiendo de huracanes.
Yo soy un río de pié.
Raúl Otero Reiche, Canto al Hombre de la Selva.
LOS INICIOS
Sobre una hermosa colina, desde la cual se tiene una “buena vista”, la Misión de los Santos Desposorios de Joshep y María se asentó, luego de veintinueve años de peregrinar, en su localización definitiva.
Con presencia del cura Provincial Fray José de Casas, los cuatro caciques chiquitanos luego que plantaron las cuatro cruces que delimitan la plaza frente a la cual se construiría la Iglesia, procedieron a distribuir las tierras de los contornos para cada una de sus parcialidades. La de Juan Moile al Norte, la de Juan Sereboquí al Sur (actual Refugio Ocorotú) y las de Manual Tajuto y Pedro Chosuma al Naciente y Poniente respectivamente. En este momento se vivía el duodécimo ciclo lunar, correspondía al 4 de Noviembre del año del señor de 1723.
Algunos años después, aunque por escaso tiempo, se instaló en la misión una parcialidad de guaraníes, la que enriqueció con su eufónico lenguaje la toponimia del lugar, entre ellas la nominación del mítico cerro, tembo-ró. Luego por desavenencias fueron trasladados a la propiedad ganadera de la Misión en las cercanías del río palometa, fundando así una nueva Misión, Santa Rosa del Sara.
MAGIA EN LAS COLINAS DE SEREBOQUI
El cacique chiquitano Juan Sereboquí se había felizmente asentado en la loma más alta de la zona , la misma que conoció cuando hacían el recorrido desde el río palometilla en busca de una nueva localización para la Misión.
En la colina de Sereboquí, las brisas constantes del norte y del sur evitan las sabandijas y desde ella mirando hacia el sur se avizora acostado en toda su imponencia el cacique Amboró, el mítico gigante dormido. En la falda de la loma discurre un precioso riachuelo que la parcialidad conoce con el nombre de arroyo de sereboquí y un poco más allá hacia el poniente, esta la loma de greda roja con la que fabrican la hermosa cerámica al estilo de los chanés
Durante las noches, a la luz de los velones de cera de las abejas suru y ererú, emborrachados con el olor dulzón que despiden al arder, la parcialidad de Sereboquí empezó a construir un sincretismo mágico-religioso, amalgamando las enseñanzas del misionero jesuita, sus ancestrales creencias chiquitanas, las leyendas oídas de los guaraníes y los mitos de los antiguos dueños de la selva, los sirionós y los chanés que alguna vez se acercaban por la Misión, y sobre todo inspirados en los ciclos de la naturaleza, la luna y los cielos.
El cerro mas elevado el amboró, “el tembó-ró”, fue desde el inicio el centro de la atención, constituía éste una antena por donde irradia, desde las entrañas de la tierra, la energía que fecunda el ambiente. El lugar sagrado donde no pueden llegar aquellos que no cuenten con el permiso de los señores de la selva.
LAS PIEDRAS MARCADAS
En las noches de luna llena, Juan Sereboquí revisaba cuidadosamente las piedras marcadas con la imagen de los animales y plantas míticas, portadores de la fuerza de la naturaleza, mientras escuchaba juntamente con los iniciados los relatos de los ancianos sobre el significado y la potencias que cada una de ellas concede.
Estas piedras recogidas del río Surutú, son gravadas y pintadas con las figuras míticas de los habitantes de la selva y colocadas en el jasayé ritual. Cuando estas piedras son extraídas, al azar, por los iniciados durante el ceremonial y son nombradas por el Chamán, revelan mágicamente el don que aquel que la recibe ejercerá durante el ciclo lunar.
La magia de la palabra cambia la naturaleza de las cosas, la palabra crea su forma y cuando se ha nombrado algo, se ha transformado ese algo en la sustancia significada por el nombre que se le da, por eso el Chaman cuida lo que dice por su boca, ya que las cosas son para nosotros lo que nuestro “Verbo Interior” les hace ser.
La piedra marcada con el Manechi; el gran mono de pelambre rojo oscuro y negra y barbada faz, que al amanecer miran hacia el horizonte y hace resonar los montes y quebradas con sus profundos aullidos queriendo despertar al mítico gigante amboró; señala para el que la posee el poder de escuchar y hablar con los amos de la selva.
La piedra del Jucumari, el oso que erguido en sus enormes patas atemoriza a aquellos que atraviesan el río de las abejas, el Surutú, trasmite la potencia y la fuerza vital.
La piedra del Mutún, la pava copete de piedra señora del Amboró señala la abundancia y la alegría.
La piedra del Sirari. Andrés, el chaman, dio vida al collar de semillas de sirari convirtiéndolo en una serpiente que mantienen esos colores, rojo y negro y ella señala el espejismo de la belleza
La piedra de la Pachiuba, palmeras que caminan durante la noche buscando al elegido que sacara al gigante de su sueño y se reúnen en el día a compartir sus hallazgos, señalan al portador de la fe y la constancia.
En cada luna llena, cuando al caminar se pisa la propia sombra, en la loma de Sereboquí se repite el ritual de revelar las fuerzas de la naturaleza y los dones que acompañan ese ciclo a los iniciados.
CALENDARIO LUNAR
La parcialidad chiquitana de Juan Sereboquí, mantiene su cultura vinculada a los ciclos vitales de la naturaleza y el cielo. Por ello sigue, para ordenar sus actividades agrícolas y rituales mágicos, el calendario lunar de trece lunas, que coincide con la rotación del sol y el retorno de las estaciones, mientras que las fiestas religiosas en la misión jesuítica de los Santos Desposorios, se rige por el calendario gregoriano que les había enseñado muchos años atrás el padre Montenegro.
Este calendario lunar, mide el caminar de la Tierra alrededor del sol durante 364 días y marca trece ciclos – meses – de 28 días, donde cada ciclo es regido por las fases de la luna. El día 365 es llamado el día del cacique Amboró y corresponde en el calendario gregoriano al 21 de diciembre, el solsticio de verano. Este es un día para la celebración por el nacimiento del sol y la regeneración de la vida, es el momento en que el cacique Amboró despierta por un día y se comunica con los animales y plantas totémicos que esperan el momento que el cacique termine su ciclo de expiación y retorne libre a regir en los montes.
LOS CICLOS DE LAS LLUVIAS Y EL CALOR
El Calendario Lunar rige la vida cotidiana de la parcialidad de Sereboquí, la siembra, la caza, la cosecha de frutas, coincide también con ciclo de la fertilidad, el ciclo femenino.
Existen a su vez cuatro grandes periodos, relacionados con el caminar de la tierra alrededor del sol, que influyen sobre el clima y las lluvias. Cada uno de ellos engloba a su vez cuatro ciclos lunares y expresan su especial característica:
El primer periodo empieza después del día del cacique Amboró, con la primera luna llena que corresponde al mes de la lluvia y el calor, en el mes de diciembre, es el de las frutas y la caza.
El segundo período empieza en marzo de los vientos suaves y temperados, el tercer período de los vientos fríos del sur y la sequía, empieza en junio y finalmente el cuarto período de las flores y tiempo de regocijo, en el mes de septiembre.
LAS FASES LUNARES Y LA NATURALEZA HUMANA
Las fases de la luna siguen el ciclo del cielo y la naturaleza, así como la atracción lunar afecta el nivel de las superficies de las aguas y el flujo de las mareas, la distribución de la savia en los arboles y su posterior resistencia al deterioro, cuando cortado es utilizado por los hombres. Así también el cuerpo humano, compuesto mayormente de agua, es afectado las fases de la luna. Estos flujos de naturaleza cíclica afectan su biorritmo y su capacidad de trabajar, de crear. La creencia de la parcialidad de Sereboquí, dice que cada persona posee, por lo menos, tres biorritmos que rigen su comportamiento y el estado de su organismo:
1. Cuerpo: determina la fuerza y coordinación, también influye en la resistencia al dolor y a las enfermedades.
2. Mente: determina la capacidad de aprender, al pensamiento, la memoria y la habilidad de tomar decisiones.
3. Sentimiento: afecta las sensaciones, también afecta la estabilidad emocional.
Cada fase lunar esta en sincronía con los ritmos de la naturaleza. Siguiendo sus fases debemos comenzar a desarrollar y terminar cualquier proyecto o actividad que nos propongamos.
LA MAGIA Y LA LUNA
En cuanto a la magia y la luna hay un principio básico que se debe tener muy en cuenta: las fases lunares. Conociendo simplemente las cuatro fases lunares podemos potenciar y mejorar la calidad de nuestros rituales, consiguiendo obtener mejores resultados.
Luna Nueva: Es tiempo de nuevos comienzos, nuevos proyectos que necesitan crecimiento, expansión de ideas y su materialización. Trae un toque de fantasía pero también de infidelidad. El mal humor está a flor de piel y la personalidad se torna sombría. Es buena época para las relaciones humanas. Es un buen momento para labrar, preparar la tierra y recolectar raíces o tubérculos.
Cuarto Creciente: Cuando la luna comienza a crecer, aumenta la alegría, se desarrolla, más el sentido de la honradez, aparece un carácter algo excéntrico y el romanticismo se vive más intensamente. Esta fase es buena para sembrar plantas de crecimiento lento y aquellas con raíces y tubérculos, también es buen momento para recolectar aquellas en las que se utiliza el tallo. Es tiempo de germinación, comienzo y actividad
Luna Llena: Éxito, culminación, expresarse emocionalmente, completar y deshacerse de lo que nos lleva a fallar El humor se vuelve variable, pero se tienen las ideas más geniales. La inteligencia se torna instintiva y el carácter se puede tornar extravagante con golpes de genio repentinos. En el campo se considera un buen momento para recolectar flores y frutos. Es una noche apropiada para la creatividad y se debe aprovechar esta noche ya que con menos esfuerzo se conseguirá grandes resultados.
La Magia; es el mejor momento para hacer rituales de magia, para invocar espíritus o simplemente para dejarte llevar por la imaginación.
Cuarto Menguante: Cuando la luna disminuye es tiempo para finalizar con los detalles y cabos sueltos, aparece en el carácter una intuición aguda y observadora. Se vuelve más sumiso y con un gran sentido práctico. Es buen momento para arrancar las malas hierbas.
Eclipse: Es el momento que el sol cohabita con la luna para engendrar nuevas estrellas, para que el cielo no las pierda, pues a diario mueren muchas de ellas y caen hacia la tierra desaparecido con un último destello.
Conociendo las cualidades de las cuatro fases lunares es posible potenciar y mejorar la calidad del ritual mágico y obtener mejores resultados.
Luna Nueva
La luna nueva es ese momento en el que la luna no se ve. Nunca debe realizarse un ritual que necesite mucha potencia bajo los influjos de esta fase de la luna, puesto que representa lo que todavía no se ha hecho o no se ha conseguido. No tiene mucha fuerza y es preferible utilizarla cuando se buscan efectos mágicos sutiles, no demasiado trascendentales. Puede utilizarse especialmente para rituales de limpieza y renacimiento de energías.
Luna en Cuarto Creciente
El cuarto creciente es ese momento en el que, tras la luna nueva, la luna comienza a verse. Es un momento muy importante en cuanto a términos mágicos se refiere, pues todo el ciclo creciente de la luna, potencia cualquier hechizo propiciatorio. Esto significa que cualquier cosa que se quiera crear y mejorar será potenciada con un hechizo realizado en algún momento de esta fase. Hay que tener en cuenta que cuanto más cerca esté la luna de ser luna llena, más fuerte y potente será el hechizo.
Luna Llena
La luna llena es ese momento en el que se la ve en todo su esplendor. Sin duda alguna, la luna llena es el momento mágico por excelencia. Es el momento en el que las fuerzas mágicas de la luna muestran todo su potencial y por ello es un gran momento para realizar cualquier hechizo propiciatorio en el que se busque plenitud y la total realización de nuestros deseos. Resulta especialmente útil en aquellos hechizos que necesiten grandes energías, además es la más indicada para los principiantes en magia que pueden utilizarla para todos sus hechizos cuando no son capaces de mover las energías necesarias para sus rituales. Hay que tener en cuenta que las fuerzas de la luna llena no son sutiles, sino drásticas. Por ello lo más indicado es utilizarlas para cuestiones y cambios trascendentales (como un cambio de trabajo, encontrar pareja, sanar, conseguir fuerza de voluntad, desarrollar nuestro espíritu)
Luna en Cuarto Menguante
El cuarto menguante es ese momento en el que, tras la luna llena, la luna comienza a desaparecer hasta llegar a la luna nueva. Esta fase de la luna potencia todo aquello que deba ser debilitado y eliminado. Por ejemplo, es la mejor fase de la luna para romper las brujerías y males de ojo. Los hechizos orientados a hacer desaparecer cualquier mal tienen en esta fase su mejor momento.
EL MOMENTO DE PARTIR
Cada uno de nosotros, durante el transcurso de su vida, va intercambiando parte de su espíritu con las personas que ama y cuando ellas se van, una parte del mismo las acompaña al otro mundo.
Con los años, muchos de nuestros seres queridos habrán partido y gran parte de nuestro espíritu ya estará con ellos; llega entonces un momento en el que nos queda tan poco espíritu para vivir en este mundo, que ya es oportuno partir para juntarnos con nuestros seres queridos e integrarnos al gran espíritu.
Pilar Urioste, Refugio Ocorotu, Buena Vista.

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