jueves, 25 de abril de 2013

FRENTE NACIONAL DE CONVERGENCIA


FRENTE NACIONAL DE CONVERGENCIA

Ovidio Roca

Desde la irrupción del conglomerado masista en la política boliviana, gran parte de la ciudadanía vive una angustiante sensación de inseguridad, por su vida, sus bienes, su futuro. Un Gobierno encumbrado por los sindicatos cocaleros, traficantes y sectores informales, un gobierno que destruye la institucionalidad,  fabrica leyes para castigar al opositor y contrata fiscales para encarcelarlos.

Un ambiente social de una explosiva mescla ideológica: el anarco corporativismo de los denominados movimientos sociales y el socialismo a la vieja usanza como ideología de la elite que maneja el gobierno. Desprecio por la autoridad y por los derechos del prójimo, capitalismo salvaje y praxis mercantilista de los primeros y la obsesión por poder, por el control y la estatización, de parte de los otros. Un socialismo estalinista, que plantea la abolición de la empresa privada y de la propiedad privada de los medios de producción, y el establecimiento de un sistema de economía centralmente planificada. 

Con el paso de los días, el pueblo esta está cada vez más consciente de que este experimento indigenista, cocalero y socialista no tendrá un final feliz, y los más informados están convencidos del tremendo error que ha significado abandonar los principios democráticos y republicanos, los que mal que mal estábamos aplicando en la construcción de la nación boliviana, que buscaba incluir a todos. 

Si preguntamos a la gente cómo ve la actual situación del país,  seguro que nos dirán que quieren más orden, seguridad,  trabajo, desarrollo productivo, descentralización y gobierno para todos. Quieren poder transitar, viajar y llegar a su destino cuando deseen y con seguridad, quieren que las leyes sean justas y aplicadas por funcionarios probos e imparciales, quieren que su propiedad y sus bienes sean respetados.
Quieren un gobierno para todos los bolivianos y no exclusivamente para un grupo que recibe todos los beneficios en desmedro de los demás, quitando y repartiendo los bienes ajenos; en fin quieren un país democrático, con futuro y de libertades sociales y económicas.

Situación contradictoria la de un gobierno que quiere manejarlo y regularlo todo, y una praxis social de sus seguidores, sindicatos y corporaciones, que actúan siguiendo según sus propios intereses y con un desconocimiento y desprecio por un sistema de normas,  leyes y de jueces, al que no le reconocen valor ni beneficio. 
Sectores anarco corporativistas que manifiestan una típica cultura mercantilista y extractivista y de corto plazo, sin el menor respeto por el medio ambiente y el prójimo; avanzan y avasallan los bienes públicos y privados siguiendo sus particulares intereses. Por cualquier motivo se cierran, se bloquean los caminos causando tremendos daños a productores, transportistas y propietarios de las mercaderías.
Ideólogos socialistas que manejan el gobierno y mantienen un sistema de terror, extorsión y persecución a toda oposición; expropiaciones de la propiedad privada, regulaciones de precios y prohibición de las exportaciones, desalentando así a los productores.

Como resultado práctico, pese a haberse beneficiado de la mayor bonanza de precios internacionales, han dilapidado esta riqueza en inversiones mal proyectadas y peor localizadas: industria del gas en riesgo, empresas que no funcionan, bonos que crean una falsa ilusión de mejoramiento económico, pero lo que hace es tornar a la población dependiente del Estado.  

Esta es una mescolanza ideológica que necesariamente terminara por estallar, pues si se intenta crear una sociedad socialista realmente planificada, no es posible separar el control de la economía del control político y de la autoridad central, y eso conduce irremediablemente al totalitarismo y la necesaria aniquilación  de los grupos contestatarios, aun sean sus mismas “bases”, recuerden a Stalin.

Ahora tenemos la nave del Estado navegando sobre un mar de coca, en la anomia, con un icono indígena, capitanes mediáticos y una tripulación incompetente, que juega a favor de sus propios intereses.

En este difícil escenario los bolivianos estamos en la búsqueda de un país mejor para todos, de una salida ante el avasallamiento a la libertad y a la propiedad, ejecutada por un  gobierno que camina al totalitarismo e incuba en su seno esa profunda contradicción que terminara destruyéndolos y con ellos  al país en su conjunto, vamos hacia un Estado fallido.

Es urgente entonces ponernos de acuerdo en construir y defender una propuesta de modelo económico y social, que sea viable y favorable para todos los bolivianos y no discutir en torno a quién será el candidato, el que deberá ser elegido en base a una encuesta que mida su aceptación y alcance nacional.

Gran parte de la ciudadanía, clase media, profesionales, industriales, productores,  comerciantes formales, piden un Estado donde exista  total libertad política y económica, un país donde todos seamos iguales ante la ley y donde se respeta el Estado de Derecho y la propiedad privada.

Cada vez una parte más amplia de la población está tomado conciencia de la necesidad de un cambio radical en la cultura extractivista y depredadora del medio ambiente que padecemos y nos mantiene en la pobreza, y la necesidad de orientarnos hacia una cultura que valorice la capacidad e inventiva del ser humano. Debemos entender que no son riqueza los recursos naturales en sí, sino la  capacidad del hombre de crear innovar, vale decir la habilidad de producir riqueza y no solamente encontrarla.

Conciencia de la necesidad de vivir en una sociedad respetuosa de las leyes, donde tenemos derechos, obligaciones y leyes que garantizan el cumplimiento de ambos en un ambiente de libertad, desde donde surge la iniciativa y la creatividad de sus habitantes.
Una sociedad que valorice y exija el mérito y la idoneidad para la función pública y de verdaderos Estadistas para el manejo del gobierno nacional y local. No el típico caudillo que encandila a las masas, sino de Estadistas, personas que se encuentran más allá de las divisiones partidarias y de los intereses sectoriales, con valores éticos, visión de futuro y en permanente y creativa búsqueda del bien común.

Ahora, ya se está empezando a sentir la necesidad del cambio con futuro; los liderazgos surgirán en su momento y cabe a la sociedad elegirlos y apoyarlos con responsabilidad y constancia, velando por la construcción de un país productivo, sostenible y con valores ciudadanos para sus hijos y nietos.

El pueblo ya intuye, siente, que este experimento indigenista, cocalero y socialista no tendrá un buen final, corresponde entonces a los dirigentes, cívicos, políticos, gremiales, a los intelectuales, argumentar de manera sistemática y coherente sobre lo que la gente ya ha percibido intuitivamente y marchar juntos bajo una propuesta incluyente de país, sólida y viable, como sustento para  la construcción de un frente de convergencia para la salvación nacional.

ovidioroca.wordpress.com

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