lunes, 10 de mayo de 2021

DEL DISCURSO DEMAGOGICO Y POLITIQUERO

 

Es absurdo pedir a los dioses

lo que cada uno es capaz de procurarse por sí mismo. Epicuro, año 300 AC.


Ovidio Roca

La plaga del populismo narcotraficante y vinculado con el crimen organizado trasnacional, recorre América y tiene infectados a Cuba, Venezuela, Argentina, Nicaragua, Méjico, Bolivia. Ahora para mejorar y ampliar su espacio y la logística del negocio cocalero, apelando a su discurso rojo y a su mágico polvo blanco, avanza sobre Perú, Colombia y Brasil, pues aspiran a dominar América y lo van consiguiendo.
Ellos saben que manejando este inmenso territorio pueden, con su demagogia y el polvo blanco, obnubilar y dominar el mundo.

Los populistas saben que las personas que no tienen libertad de pensamiento son fáciles de manipular y que con los actuales medios digitales es mucho más fácil hacerlo, influyendo sobre la forma en que las personas piensan actúan y sin que estas ni siquiera se den cuenta.
Estos demagogos interfieren fuertemente en el funcionamiento de la democracia, la que se ha reducido exclusivamente al acto de votar, un voto que por lo demás no es transparente. Poco les importa la esencia de la democracia y su contenido integral, de libertad, igualdad y fraternidad, pero a nosotros si debería importarnos.

Los populistas tienen su receta para manejar al pueblo y los Estados, una receta que se ha aplicado muchas veces y que ha dado poder, gloria y dinero a un puñado de dirigentes y sumido en la miseria al pueblo.
Ellos nunca asumen responsabilidades por sus desastrosas acciones, sino que echan la culpan a otros: a la oposición, al Imperio. Por eso cada promesa sigue calando entre sus seguidores; además el ofrecimiento de la suprema felicidad y la utópica igualdad social, los convierte en una especie de salvadores.

Estos dirigentes, una vez encumbrados en el poder de cada país, rápidamente cambian la Constitución y las leyes, centralizan todos los poderes y corrompen toda noción de democracia.
Ellos manejan y aplican una visión de sociedad y economía; un modelo populista estatista donde no solo se controla la economía y la propiedad privada, sino que utilizando el aparato del Estado digitan, ordenan y deciden todo.

En contraposición de lo anterior, hace poco escuchamos un discurso renovado y motivador de Santiago Abascal, al cierre de la campaña electoral de Vox en Madrid: Demos gracias a nuestras madres y a nuestras abuelas que nos han enseñado a defender el Bien, la Verdad y la Belleza: los trascendentes del ser”.
Este es un discurso atípico y destacable, que puede sonar ridículo a los populistas, pues no hay ofertas de bonos, hospitales, carreteras, empleos públicos y odio al imperialismo. Solo principios y valores trascendentes, todo lo contrario de aquello que escuchamos todo el tiempo, de la verborrea de aquellos pajpakus que sintiéndose iluminados (por los dólares y el vil metal) prometen salvar al pueblo, solucionar sus problemas y satisfacer todas sus necesidades.
Sabemos que todo lo que se produce tiene un costo y un esfuerzo y esto significa que las ofertas de regalos y dadivas al pueblo, tienen que ser satisfechas robando el trabajo de aquellos que lo imaginaron, lo hicieron, lo fabricaron. Aunque muchos saben que estas promesas son pura demagogia, prefieren creer e ilusionarse que escuchar a quien repite aquello que hace 2.300 años, afirmaba Epicuro.

Ante esto y precautelando el futuro de las familias y el país, los demócratas propugnan algo diferente y sostenible, algo que requiere de esfuerzo y responsabilidad. Es la receta democrática liberal y que es todo lo contrario a lo que postulan los populistas.
Se trata de un modelo de mercado, de propiedad privada, de libertades personales y económicas individuales.
Un modelo que para mantenerlo y preservarlo requiere evitar las reelecciones indefinidas, garantizar la alternabilidad y respetar las instituciones democráticas.
Evitar y combatir la corrupción, la violencia y la desigualdad.
Garantizar la libertad de expresión y opinión, el libre ejercicio del periodismo y de los medios de comunicación y todo esto es sinónimos de democracia.
Y una tarea fundamental, pero de alta peligrosidad, es la de combatir activamente el narcotráfico que está vinculado con el crimen organizado trasnacional y que es el gran enemigo de la vida y seguridad de los ciudadanos, de la democracia y del medio ambiente.

ovidioroca.wordpress.com

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