lunes, 26 de octubre de 2020

AL AMANECER Y DEAMBULANDO POR EL BARRIO

 Ovidio Roca

En las primeras horas de la mañana frecuento un Parque de la ciudad; luego de caminar y hacer algún ejercicio me siento a descansar, charlar con los amigos y disfrutar de la naturaleza: unos cientos de árboles, algunas docenas de aves y un par de ardillas.
Más tarde llegan los perros, de todas marcas y modelos, vestidos y engalanados de acuerdo al clima y la ocasión; aparece también por allí, algún adicto digital que enfocado en la pantalla de su teléfono ignora los árboles, los pájaros cantores y a esa extraña gente que camina sin celular y hace ejercicios.

Retornando al claustro, veo en los alrededores del Parque y en las aceras, personas con mascarillas y presas de su teléfono celular; ellos no me ven pues no miran a su alrededor, están mirando fijamente la pantalla de su smartphone y manipulando rápidamente las teclas. No están aquí, sino en un otro mundo digital; no tienen contacto visual o verbal con las personas, esas que eventualmente pueden decirle algo que no les gusta y que quizá los confronten. Les gusta vivir a su manera, pues es mucho mejor la ficción que ellos construyen, que crean y controlan, que la dura realidad.

Se comenta del ser humano como una criatura temerosa, que cuando el miedo lo vence busca el rebaño y la unión con los otros miedos y se asegura de poder aguantar la tensión en este mundo altamente conflictuado y ahora agobiado por la pandemia y el enclaustramiento. La mente humana construye su zona y nicho de confort; un espacio que conoce de principio a fin y en el cual controla casi todo y encerrado en esta  su cueva, solo reconoce  y acepta aquello que le da seguridad y placer, una actitud que también la limita e impide ser libre, crecer y avanzar.

La reacción de la población ante el desafío de esta nueva pandemia y la nueva economía internacional con la que tenemos que convivir y competir, es aferrarse a lo conocido; el retorno a la tribu, a los caciques y las mieles del populismo. Son verdaderos rebaños, que eventualmente pueden reaccionar violentamente pero que en manos de unos buenos pastores cocaleros y con mano férrea, se las puede conducir aunque como siempre con algunas dificultades.

ovidioroca.wordpress.com



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