sábado, 22 de julio de 2017

UN CUENTO DE LOS MUCHOS QUE NOS CUENTAN


Ovidio Roca

Bolivia encerrada en el centro del continente americano y lejos de las costas marítimas, es uno de los países más atrasados y con una mayoritaria población indígena que las últimas décadas está migrando del campo a las ciudades, donde logran sobrevivir precariamente dentro de una economía informal y ganando unos pesos adicionales realizando actividades de bloqueos y movilización ciudadana en apoyo del gobierno que se declara indígena, y en contra de los opositores.
Un país de estructura económica primaria, poco diversificada y de escaso desarrollo tecnológico y que como solución a la falta de empleo estable, su población eventualmente se dedica a las actividades vinculadas con el comercio, el contrabando de todo tipo de mercancías, el cultivo de coca y el tráfico de drogas.

En este escenario y desde hace poco más de diez años, se ha instalado un proyecto de la vertiente del Socialismo Siglo XXI, y como en todo proyecto político totalitario, los ideólogos populistas para afianzar su control y dominación se dedican a crear mitos que se adapten a la idiosincrasia y los complejos de los habitantes del país. Basado en estos cuentos elaboran relatos sociales que utilizan para manipular a la población. En los círculos académicos a estos cuentos se los llama de  “constructos sociales” o “realidades imaginadas”.

En el relato, en la obra boliviana, Evo el personaje principal fue producido por los ideólogos del Foro de Sao Paulo y los operadores castristas, quienes inventaron un dirigente indígena revolucionario y socialista, pretendiendo que la mayoría de la población de origen indígena del país al identificarse con él los acepte y los siga. Toda la actividad política, económica y cultural gira alrededor de la figura mediática inventada por el grupo de poder y es utilizada por ellos para sus propios fines.
La realidad del individuo, de la persona concreta; es  que ni su nombre Evo, ni su apellido Morales, son de origen indígena sino bíblico y español. El tampoco habla la lengua originaria y su pasión lúdica es el futbol de origen inglés.
Al personaje se le diseño un traje especial con cuello Mao, al que se le añadió  en el pecho franjas horizontales de tejido incaico, agregándole diversidad y colorido a su vestimenta. Así surge este traje estrambótico que muchos de sus llunkus copian y que él no se quita sino para jugar futbol.

Los gerentes del “proceso de cambio" con gran éxito han montado la obra teatral: Populismo indigenista y cocalero. Para la actuación se diseñaron atuendos y disfraces que los actores visten orgullosos: trajes y sombreros de todo tipo que son como uniformes que no se sacan ni para dormir. Asimismo, por todo el país se ha montado una escenografía teatral para disfrute de los visitantes y los actores: canchas de futbol con pasto sintético, inmensos coliseos deportivos, palacios y museos para el actor principal y su elenco, escenografía, aviones y carísimas fábricas de utilería en lugares claves, como el Chapare. 

Todo el tiempo llegan como invitados con gastos pagados, los hermanos populistas de la misma troupe, tanto nuestros vecinos albanicos como los de otras latitudes podemicas y arábicas, a participar del show.
Diariamente se desarrollan los eventos teatrales en los cuales los héroes populistas actúan celebrando su victoria y despotricando contra el imperio al que odian y al que seguramente derrotarán solo por amor el pueblo y a los indígenas, mientras de paso y solo de paso, se enriquecen.

Entronizado Evo en el gobierno, quienes realmente manejan y disfrutan del poder utilizan el discurso demagógico del “vivir bien”, mezclado con un falso indigenismo y con esto y sin mayor esfuerzo logran su objetivo de mantener sus privilegios y aumentar su peculio.
Por lo demás el proyecto populista indigenista que aplican, es el de un mero discurso socialista demagógico: estatizar la economía y establecer una forma de gobierno totalitario y de beneficio personal. En resumen una dictadura populista donde no hay estado de derecho y tampoco ley justa, porque no existe órgano legislativo independiente, ni división de poderes, ni bien común, ni seguridad jurídica, ni la llamada pirámide de Kelsen, ni Constitución para todos; pero eso sí, eficaces mecanismos represivos.

Por lo general en los países sin institucionalidad ni estado de derecho, el pueblo se identifica con el caudillo mediático, el líder  populista y no gusta ni se siente atraído por dirigentes y Estadistas que se refieren a los asuntos de gestión institucional y de responsabilidad ciudadana. Y “así nomás había sido”, finalmente la gente elige lo que quiere creer y en este caso eligieron la realidad imaginada del indígena Evo y mientras el líder persista, ella ejercerá una poderosa influencia sobre la población y mantendrá a los k`aras masistas en el poder for ever.

ovidioroca.wordpress.com



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