martes, 20 de junio de 2017

CAMBIO CLIMÁTICO E IMPUESTO SOBRE EL CARBONO


Ovidio Roca

Trumpazo al Acuerdo de París

Como habitantes de un solo y único planeta, todos debiéramos haber aprendido aunque sea a golpes, que para vivir mejor debemos convivir en paz y trabajar juntos en todos los ámbitos y especialmente el ecológico, que es el cuidado de nuestra casa común.

El problema es que no actuamos en consecuencia.  Ciento setenta y seis naciones coincidieron y firmaron el “Acuerdo de Paris” reconociendo la gravedad del cambio climático y acordaron programas para detener sus  desastrosos efectos sobre el ecosistema y la supervivencia de la especie humana. Y luego aparece Trump, el presidente del país más poderoso del planeta y el segundo más contaminador y con un “trumpazo lo desconoce y decide que lo importante son los negocios de sus amigos, aun a costo de destruir el hábitat de absolutamente todo el resto.

Pensando en billetes, si Trump quiere retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, el resto del mundo debería imponer un alto impuesto de ajuste por carbono, a todas las exportaciones estadounidenses que no cumplan con los estándares mundiales y lo mismo para todas aquellas exportaciones de los países que no respeten el control de emisiones.

Este es un impuesto que pretende encarecer los productos finales de los países contaminadores y promover el consumo de los productos de los países respetuosos del medio ambiente y que generen menos emisiones de dióxido de carbono.
Los recursos obtenidos por este impuesto deberían ser aplicados a la investigación en tecnologías y energías limpias y para financiar los programas de conservación de bosques nativos de propiedad privada, en los Territorios Indígenas y también en programas especiales para los Parques y Reservas Forestales, Nacionales, Departamentales y Municipales.

Para lograr la protección de los bosques nativos y los ecosistemas naturales, la economía ambiental señala que dada la naturaleza humana el único modo de lograrlo es haciendo que las prácticas de conservación compitan económicamente con las actividades que la destruyen; es decir, que el propietario del bosque obtenga conservándolo iguales ganancias que tumbándolo, vendiendo la madera o haciendo agricultura. Con este concepto practico y de negocios, se  procura que la gente se decida a cuidar los bosques nativos de su propiedad. 


La economía ambiental también nos propone algunos mecanismos y sistemas de pagos por conservación de un ecosistema al que se le ha asignado un precio.
Uno de estos es el Mecanismo REDD+, un mecanismo de compensación financiera (ambiental y sostenible) de los esfuerzos de conservación forestal establecido por las Naciones Unidas como parte de las soluciones al cambio climático. Las siglas quieren decir Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación. El “+” se refiere a que a más de evitar la deforestación, hay compromisos de conservación, manejo sostenible de los bosques y aumento de las reservas de carbono, por ejemplo mediante la reforestación.

Siguiendo esta filosofía, en Colombia tienen el programa Socio Bosque.  Las comunidades y personas que decidan convertirse en “socios” reciben una compensación económica y deben firmar un contrato por al menos veinte años en el que se comprometen a preservar el ecosistema intacto. Las comunidades pueden extraer productos para su propio sustento pero no para vender, y en ningún caso pueden desmontar alguna parte de bosque para la agricultura o ganadería. Los socios también deben impedir que terceros, por ejemplo, madereros y cazadores ilegales, ingresen en la zona y degraden el ecosistema, convirtiéndose en la práctica, en guardabosques. 

Sabemos de las causas del cambio climático, pero por unos dólares más estamos dispuestos a destruir el ecosistema y como  “así nomás había sido” la solución es hacer de la conservación de la naturaleza sea un buen negocio, pues como dice el dicho “el órgano más sensible del hombre y la mujer, es el bolsillo”.


ovidioroca.wordpress.com

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