viernes, 12 de octubre de 2012

DEL CATO AL PALACIO


DEL CATO AL PALACIO
(Reflexiones sobre el papel de las clases medias)

Ovidio Roca

El Siglo XX se inaugura bajo el signo de la muchedumbre; miles y miles de personas irrumpen en las ciudades, vienen de las provincias y los campos para buscar fortuna, la que generalmente no consiguen. Llenos de ilusiones desafían al destino para caer pronto en la masa anónima de los desarraigados. Luego consideran una bendición poder sobrevivir, pobres, sin alegría ni consuelo en cualquier rincón de la ciudad; pero en la ciudad. Muchos están condenados a vegetar sin abrigo ni pan en los rincones y bajo los puentes, una existencia de miseria y desesperación.

En esta masa recientemente urbanizada es donde el marxismo encuentra la herramienta para su acción política. Es con la rebelión de las masas, que conducidas por los socialistas en sus variantes comunista, nazi y fascista, se cambia el sentido parlamentarista de la política tradicional y se lleva la contienda política a las calles. Pues en esta etapa histórica, quien conquista la calle conquista las masas y el que conquista las masas conquista el Estado. Es en las calles donde se define el poder.

En Bolivia, con la Revolución Nacional del 52 miles de campesinos empiezan a llegar a las ciudades y aunque no logran trabajo estable sobreviven con pequeñas changas y otras que les ofrecen los comerciantes y artesanos que pululan en las ciudades.

Son estas masas urbanas-campesinas, las que luego serán las más receptivas al mensaje masista y acudirán masivamente cuando las convoquen, marchando, tomando las calles y bloqueando el tráfico. Algunos pagados y otros para conseguir alguna prebenda o una concesión discrecional.

Finalizando el Siglo XX,  surge impetuoso el movimiento cocalero, para defender la ampliación de cultivos de coca en el Chapare (ilícitos según la Ley 1008 contra el narcotráfico) zona productora de coca, la que no es demandada para el acullico sino para su industrialización.

Son Seis Federaciones de Cocaleros, las que peleando por sus demandas de ampliación de áreas de siembra y exclusión de los controles antinarcóticos, toman las carreteras y las bloquean por semanas, buscando quebrar el gobierno.

Dirigentes sindicales, marxistas e indigenistas, ven en este movimiento un frente más combativo y con mayores perspectivas de movilización que el tradicional sindicalismo obrero. Se acercan al líder cocalero y lo impulsan para ampliar este su movimiento gremial y regional, hacia uno de ámbito político nacional. Para este cometido adquieren una sigla política vigente legalmente pero sin militancia, la del MAS, que les permite ingresar en la pugna electoral y lo hacen exitosamente llevando su discurso indigenista y populista.

En su primera etapa de construcción, el MAS tuvo  el concurso de connotados dirigentes  sindicales e indígenas, solo para citar tres: Filipo, Román y el Mallku. Luego, una vez encumbrados, gozando del fervor de la masa y a punto de tomar el poder, un nuevo grupo ideológico de origen mestizo y habilidoso políticamente, toma el control del líder cocalero (ya convertido en símbolo) y por tanto del MAS y desplaza a los viejos luchadores.
Una vez en el poder, la nueva dirigencia mestiza del MAS elimina todo tipo de oposición interna y externa: Los movimientos indígenas y los partidos políticos  son fácilmente desacreditados y sus dirigentes, corridos, enjuiciados y encarcelados.

Iniciando su gestión de gobierno, el MAS recibe de regalo la bonanza de los precios internacionales de las materias primas y los dólares del narcotráfico. Con estos recursos se generan todo tipo de negocios ilícitos y algunos lícitos, en los que participan buena parte de los empresarios tradicionales. Como corolarios, se ve por todos lados gente satisfecha por la abundancia de dólares y los buenos negocios, aunque temerosa por el sesgo indigenista del gobierno, los ataques a la propiedad privada y la violencia generada por el narcotráfico.

En casi todo el mundo, como producto de la democracia y la economía de mercado, surgieron las clases medias. Son ciudadanos más educados, más tecnificados, que se desarrollan en el ámbito de la libertad de mercado, del Estado de derecho y el respeto a los contratos y la propiedad. Ambiente donde los integrantes de esta clase pueden crecer y progresar, y por tanto tienen el mayor interés en defender. Por ello se afirma que la clase media es el sostén de la democracia.

Estas clases medias son  generalmente conservadoras, no tienen las actitudes y el arrojo de las masas quienes no tienen nada que perder. Tienen inhibiciones para salir a la calle a manifestarse, pues su educación y formación no les permite exponerse como lo hacen las masas de desocupados, gremialistas e informales. La clase media puede votar por un partido y hasta ir a una concentración cívica pero no tiene una acción continua y militante en las calles y son fácilmente desplazadas por las masas, cuando estas irrumpen violentamente conducidas por proyectos totalitarios, como por ejemplo en Venezuela y Bolivia.

Cuando en Bolivia se han realizado movilizaciones de clases medias, la falta de conducción y disciplina ha permitido que provocadores e infiltrados  realicen actos delincuenciales y rápidamente contra estos actos apunta el aparato propagandístico y la prensa del gobierno para desacreditarlos y luego llegan los fiscales y la policía. Los hechos violentos, hieren la sensibilidad de la clase media y por ello se abstienen de participar en nuevas movilizaciones.

El MAS viene gestionando un Gobierno anarco corporativista cocalero, que usa las leyes para centralizar el poder y castigar a todo quien se oponga a su poder. Modelo que nos esta conduciendo hacia un Estado totalitario, financiado por la coca y el narcotráfico.

Su proyecto de Gobierno es destruir el Estado que llaman colonial y construir un Estado Plurinacional. Un Estado que es como la wiphala, tiene retazos de múltiples colores, de variados intereses, de visiones étnicas, corporativas, centralistas, estatistas y totalitarias, los que generan comportamientos anárquicos. Los dirigentes de formación marxista saben el peligro de esto y de la necesidad de centralizar el poder, buscan por tanto manejar  totalmente la economía y el aparato coercitivo y para ello se proponen estatizar las empresas y con ello controlar a los trabajadores, que pasan a ser dependientes del poder central.

Estos ideólogos ven con preocupación los grupos anárquicos de campesinos, indígenas y gremiales y principalmente los más influyentes: cocaleros, contrabandistas y cooperativas mineras. Pero como al momento son las fuerzas más  poderosas, conviven con ellos hasta tener el control absoluto del Estado y la economía y luego podrán eliminarlos, como hizo el maestro Stalin con 40 millones de campesinos, de kulaks, de pueblos étnicos en los programas de limpieza y cientos de miles de opositores, fusilados o encarcelados hasta morir.

En su avance impetuoso, el masismo ha barrido a los partidos tradicionales, tiene acorralada a la clase media y controlados a los empresarios, aunque muchos de los mismos buscan afanosamente acomodarse a las nuevas condiciones de poder.

Los pocos que se resisten a la avanzada plurinacional, son algunos movimientos cívicos; los intelectuales que se atreven a ver las consecuencias de las erradas políticas y acciones del gobierno para el futuro de la economía, la libertad y la moral ciudadana, todos ellos pertenecientes a las clases medias que no forman parte del festín indigenista. Posteriormente se han incorporado a la resistencia los pueblos originarios de la llanura y algunos grupos indígenas andinos que se sienten traicionados por el gobierno.

Como siempre, el reto es pasar del diagnostico a la propuesta. Imaginar que podemos hacer los ciudadanos que no aceptamos este destino y por el contrario anhelamos un país democrático y de leyes; un país donde existen justicia y jueces probos, donde la autoridad se respeta y la gente y las empresas tienen seguridad de sus bienes y de su persona. Un Estado que garantice una vida digna para todos, un país donde las leyes no sean un mecanismo punitivo para quienes discrepan con el gobierno. Un país donde podamos optar por un trabajo honesto y donde podamos transitar segura y libremente.

Lograr esto es un cometido de salvación nacional, donde hay tareas para todos, cada uno en su área, en lo que mejor sabe hacer, pero coordinados y siguiendo una estrategia común y permanentemente ajustada.

Existen experiencias cercanas que sirven de ejemplo; la de los demócratas venezolanos que luchando contra el miedo, la dadiva, el manejo ilimitado de la riqueza petrolera, los medios oficiales de comunicación, el servil organismo electoral, el control discrecional de las maquinas electrónicas de votación, logran el apoyo de un 45% del electorado.

Y en nuestro país la reciente experiencia unitaria de los Jefes políticos de la oposición, que se ponen de acuerdo para enfrentar al masismo en el Beni.

De aquí en adelante corresponde avanzar hacia un frente de concertación democrática. Un frente amplio de clases medias, trabajadores, pueblos indígenas, emprendedores y empresarios; en fin de demócratas respetuosos de los derechos de los demás y cuya tarea es elaborar una propuesta consensuada,  una propuesta de país posible para ser puesta a consideración de la ciudadanía y con el compromiso de cumplirla una vez en el gobierno.

Como hay mucha gente que cree que la actual bonanza económica es permanente y fruto del gobierno, se hace necesario identificar y mostrar a la ciudadanía como les afectara este proceso de cambio insostenible, sino a ellos, a sus hijos y nietos. Mostrar a que nos enfrentamos y hacia donde nos conduce este llamado “proceso de cambio” y sobre todo hacerles comprender que si este proceso destructivo continúa, la economía formal se hundirá y la violencia del narcotráfico y la informalidad acabara con todos. 

Sabemos que todo gobierno, aun las dictaduras totalitarias, dependen de la población, de su aceptación, de su sumisión y del apoyo de las instituciones de la sociedad. Como en política “la percepción es la realidad”, cada persona debe ser un centro, un mecanismo de permanente información, denuncia y movilización, para cambiar la actual percepción de la gente sobre la fortaleza e invencibilidad del gobierno. En esto las clases medias y profesionales tienen un papel importante. Son expertos en diversas ramas de  la información, de las comunicaciones, habitúes de las redes sociales, del email, el facebook, el Twister, You Tube, los blogs; mecanismos que nos permiten informar, comunicar, denunciar y organizar la resistencia democrática. 
Usando las redes sociales es posible buscar la colaboración y coordinación internacional contra los gobiernos totalitarios y vinculados al narcotráfico, que pronto se convierten en una fuente de violencia y drogadicción para la sociedad mundial.

Reconocidos y establecidos los liderazgos,  la gente necesita ser convocada para competir en las urnas, salir a la calle y encontrarse con sus pares, con sus aliados, con los que están sufriendo las mismas carencias y aliarse para mostrar fortaleza contra el régimen totalitario, que pierde fuerza a medida que el pueblo les pierde el temor. Así los demócratas bolivianos unidos pueden construir su futuro y ser los garantes de que Bolivia no esté destinada a la disgregación sino a la unidad y la libertad.




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