Ovidio Roca
Circo sin pan: “El Dakar nos hace olvidar los problemas
económicos”. Evo Morales.
Los populistas son grandes expertos en prometer y
gastar; y se dieron el gusto de hacerlo durante once años mientras se
enriquecían y todo esto gracias a que recibieron, por una coyuntura de precios
internacionales, los ingresos más grandes de la historia del país como producto
de la venta de hidrocarburos y minerales. Ingresos por algo que no trabajaron y
nada les costó: reservas de gas encontradas y certificadas y buenos contratos para
su venta; todo gestionado por los gobiernos anteriores.
El Gobierno habla de
crecimiento y progreso en un país donde más del setenta por ciento de la
población se refugia en empleos informales y economía ídem. Un país que a pesar
de haber recibido ingresos como nunca vistos, no se preocupó de generar políticas
públicas y condiciones para atraer inversiones, diversificar la economía, tener
un tipo de cambio competitivo, incentivar la producción y exportaciones, ingresar
a las nuevas tecnologías de producción agropecuaria, industrial y de servicios;
y más bien se adentró en el extractivismo y la dependencia de recursos no
renovables, gas y minerales, que ahora constituyen el 75% de las
exportaciones.
Administrar la
abundancia es fácil y muy rentable para los políticos mientras el trabajo y el
desafío de crear riqueza, desde la pobreza y de manera lícita, es
complicado.
Dada su visión
estatista y dirigista, el Gobierno gasto los inmensos recursos recibidos en
burocracia y malas inversiones con
grandes sobreprecios, en proyectos no rentables e insostenibles, industrias
que en futuro serán solo chatarra.
El presente año de 2017
marca el inicio de la época de las vacas flacas y de la debacle nacional; los
anteriores fueron once años
de prometer, ilusionar y gastar a manos llenas, pues es bonito y fácil gastar sin
necesidad de trabajar, mientras producir riqueza exige esfuerzo, conocimiento y
capacidad. Asimismo con el proceso de cambio se fue destruyendo la institucionalidad, se perdió la
credibilidad de las instituciones, especialmente de la justicia y se disparó la
corrupción.
Actualmente el gobierno y pese a la caída evidente de los ingresos, mantiene ante
la población la ilusión del blindaje, del progreso y lo sustenta con los dólares
que el país recibe de la coca y el narcotráfico, remesas de familiares en el
exterior, del creciente endeudamiento
externo e interno y de la venta, cada vez más menguada, de gas y minerales;
todo esto por supuesto insostenible.
Para complicar aún más la cosa, en el negocio del gas rige la fórmula "take or
pay" y en los próximos años Bolivia deberá pagar (al finalizar el contrato el 2019) por el gas cobrado
y no enviado al Brasil. Volúmenes que se sumarán a los del principio del
contrato, cuando Brasil no tenía los ductos necesarios para recibir el gas y
Bolivia le cobró aplicando la formula mencionada. Por este motivo, los
analistas petroleros señalan que Bolivia deberá entregar gas a Brasil durante
varios meses y sin cobrar, pues ya lo hizo antes y se indica que esto será por
más de diez meses.
En el jolgorio de las buenas epocas, se olvidaron de
identificar nuevas reservas y atraer inversiones al sector hidrocarburos, por
lo que ahora nos preocupa la declinación de las reservas y de la producción de
gas, en momentos que debemos iniciar la negociación de los nuevos contratos con
Brasil y Argentina.
Cuando la situación se complica, los
gobiernos totalitarios acuden al discurso populista, a las componendas con los
grupos de informales y traficantes y principalmente al uso masivo del temor,
pues este último es el mejor disuasivo.
De triunfar esta su campaña de amedrentamiento, el
populismo tiene asegurado su permanencia por varios años: tiene un pueblo
temeroso, un pueblo sin pensamiento libre y sin decisión de afrontar y
construir su destino, por lo que termina prevaleciendo una mentalidad
dependiente y sumisa al caudillo, del cual todo se espera y todo se le consiente.
El problema para las personas y la democracia, es que
los ciudadanos, los empresarios, los trabajadores, los partidos políticos de
oposición, dispersos y acorralados no atinan a trabajar juntos en promover las
ideas y programas que alienten la
institucionalidad, la responsabilidad ciudadana y el trabajo formal.
La receta de los países exitosos es conocida: estabilidad,
seguridad jurídica, buena administración y gestión pública y privada;
actividades productivas eficientes, rentables y adecuadas al mercado y sobre
todo la aplicación de las nuevas tecnologías que evitan la destrucción de la
naturaleza y el desequilibrio ecológico.
Aunque espero
equivocarme en todo lo anterior; es siempre mejor ponerse en la peor
perspectiva, lo que nos permite impedir que eso se produzca; pero como decía
Voltaire: “Es peligroso tener la razón
cuando el gobierno está equivocado”.
ovidioroca.wordpress.com