Ovidio Roca
La única manera
de enfrentar la pobreza, es generar riqueza con inteligencia, producción y
empleo.
Bolivia no ha logrado construir una
economía diversificada, productiva y sostenible; tiene una economía primaria
basada en el gas y los minerales y esto mantiene al país en la pobreza, con un
bajo nivel educacional y fuentes de empleo precarias; por lo que la gente para
sobrevivir se dedica a toda clase de trabajos informales y de baja calificación,
trabajos en los cuales un setenta y cinco por ciento de la población encuentra
su supervivencia.
Este
atraso económico, cultural y tecnológico, podría explicarse por varias razones,
entre ellas por el enclaustramiento y
lejanía de las costas marítimas por las que circulan las corrientes
modernizantes del comercio mundial, de las ideas, de la tecnología; pero sobre
todo por su persistencia en mantener en lo económico el extractivismo y en lo
ideológico la mitología socialista, estatista y populista.
Estudios realizados por
entidades internacionales muestran que en Bolivia el 87% de los emprendedores
son comerciantes y el 80% de estos tiene formación solo hasta el ciclo
primario, un 9% formación universitaria y apenas el 1,5% tiene estudios de
postgrado. Igualmente sólo el 0,9% incorpora nueva tecnología y el 0,87% es
innovador, aspectos estos que son vitales para los nuevos emprendimientos.
Bolivia tiene una mayoritaria población campesina de origen
indígena y con bajísimo nivel educativo; población que por los impactos
climáticos sobre la actividad agropecuaria y la atracción que ejercen las
ciudades abandonan el campo. Estos migrantes de la pobreza cuando llegan a las
ciudades en procura de alguna forma de subsistencia, no se adecuan al ambiente
institucional, chocan culturalmente contra la formalidad jurídica y económica
que infructuosamente quieren imponer algunas Gobernaciones y Municipios, instituciones
que les son ajenas e incluso hostiles y por tanto se organizan para resistir
por la fuerza, pues no creen en la institucionalidad ni las leyes.
Como vemos estamos
lejos de estar calificados para ingresar a la economía del conocimiento, que es
la que predomina hoy en día y ni los Colegios, Universidades, ni el Estado
hacen esfuerzos para reorientar y adecuar a las nuevas realidades el sistema
educacional.
La población se incorpora a la economía informal porque
no tienen otra opción; ellos buscan sobrevivir y necesitan trabajos,
actividades que le permitan ganarse el sustento y la informalidad es su única
opción, pues para ejercerla no hay exigencias en materia de educación, de calificaciones,
de tecnología y ni de capital.
La informalidad es producto del modelo de Estado que impera
en el país; que crea un
ambiente de inseguridad jurídica, mantiene un constante ataque a la empresa
privada formal y aleja la inversión, con lo que no se genera empleos y no deja
otra opción para sobrevivir, que la informalidad.
El gobierno del MAS con
su proceso de cambio enfatiza la estatización de la economía, lo que condujo a
la proliferación empresas estatales, la burocracia, la ineficiencia, la
corrupción y quiebra de las mismas; las que para evitar su cierre reciben
subsidio estatal y esto será así hasta donde el gas aguante.
Para complicar más las
cosas, el Gobierno ataca y penaliza la actividad privada productiva con
impuestos, leyes, inseguridad jurídica, así como apreciando el valor del peso
boliviano, con lo que las empresas no pueden exportar, pues
con un cambio nominal apreciado los productos que importamos son más baratos y los
nuestros cuestan más caros en el exterior
Las inversiones estales
están más motivadas por conseguir comisiones de las empresas adjudicatarias
(modelo Lavajato) y en este camino promueven los grandes “antiproyectos”, en
los cuales la burocracia estatal encuentra
sus ganancias en los sobreprecios y comisiones y no en la operación. Un ejemplo
entre otros muchos, es la planta amoniaco urea de inversión tan grande y
absurda que el mejor negocio sería cerrar la planta y no producir, que
hacerlo para perder mucho MAS y por muchos años MAS.
La actividad
informal realiza emprendimientos
de al menos dos tipos: la delincuencial, narcotráfico y contrabando y la
creativa; de pequeños talleres artesanales, pequeñas empresas y canales de
comercio a la criolla, de bajo costo y alta competitividad, ferias, pulperías y
ventas. El Gobierno para mantener contenta a la población, les permite realizar
sus negocios ilegales, siempre que lo apoyen.
En resumen el Estado
burocrático que prevalece en Bolivia se constituye en un freno al progreso y al
trabajo de los emprendedores bolivianos, que son el bajo desarrollo científico
tecnológico. La pregunta por tanto es; cómo pasar de la actividad informal
de la que vive la mayoría de la población a otra forma de organización y
economía, más sostenible y productiva.
Para superar estas perspectivas se hace necesario impulsar una
nueva economía, un tipo diferente de consumo otras formas de trabajo además de
la industria tradicional, impulsados por las nuevas tecnologías, la
creatividad, la innovación y la libertad de trabajo.
La Escuela de Economía de Londres señala que la cuarta
Revolución Industrial (robotización) en los próximos 20 años será responsable
de 40% de la producción mundial, lo que implica masivas pérdidas de puestos de
trabajo. Por tanto es urgente dar vuelta a la receta que se está aplicando; se
necesita cambiar el actual Estado caudillista, dirigista e interventor, por uno
que construya un ambiente adecuado para la inversión y la innovación.
Un Estado que
otorga seguridad jurídica y crea un ambiente de certidumbre para la innovación,
las inversiones, empresas sostenibles, producción y desarrollo y por ende mejorar
el nivel de vida de la población y que no dude en aplicar sanciones
ejemplarizadoras para frenar la desbocada corrupción y el narcotráfico.
Un Estado que promueva
el trabajo coordinado entre los actores económicos y sociales y estimule los negocios
y emprendimientos sustentables, con rentabilidad e impacto positivo
medioambiental y social; una alianza entre la empresa privada, los
trabajadores, el Gobierno y el sector académico para consolidar ecosistemas de
apoyo a los emprendedores.
Cambiar
hacia un Estado mínimo y eficiente y esto implica: reducir la normatividad a lo
estrictamente necesario para una buena convivencia ciudadana, disminuir la
burocracia, los Ministerios y las oficinas públicas, reducir paulatinamente entre
otras instituciones, el ejército, pues no vamos a iniciar ninguna guerra
internacional.
Un ejemplo a considerar
es el de Costa Rica donde el 1 de Diciembre de 1948, José Figueres, decretó la
abolición del Ejército. Desde esos años, los cuarteles militares se
convirtieron en centros educativos y ahora es el país más desarrollado, estable
y seguro de Centroamérica. A su vez se dedicaron a potenciar la educación y a
profesionalizar y fortalecer la policía.
La meta es avanzar
hacia un Estado descentralizado, aplicando el principio de subsidiaridad, de
descentralización y conformar un Estado
Democrático Federal.
ovidioroca.wordpress.com
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