Ovidio Roca
Generalmente tendemos a pensar que todo pasado fue
mejor y ahora con la pandemia que estamos sufriendo, se nos muestra que esto es
verdaderamente cierto. Parece que
necesitábamos que se nos diga, que estamos sobrepasado el umbral
de seguridad frente a la naturaleza, que somos vulnerables y que hemos llegado
a los límites.
Hasta ahora habíamos vivido con una
falsa sensación de seguridad y esta es una de las razones por las que hemos
tardado en reaccionar ante esta pandemia global; no nos sabíamos tan
vulnerables y ahora el coronavirus nos viene a confirmar esta idea de los límites y de los cuales
irresponsablemente nos habíamos olvidado.
Sabemos que no todo es permanente: la vida de las
sociedades y de los ecosistemas está en un frágil equilibrio dinámico y cuando
se produce un fuerte desajuste: destrucción de los bosques, ecocidio, contaminación,
guerras mundiales, pandemias sanitarias, se rompe este equilibrio y entramos en
graves crisis. Dicen que vivir es estar siempre a las puertas de la muerte y que
el sobrevivir es estar previendo y resolviendo permanentemente las problemas.
Después de esta pandemia que nos tiene enclaustrado,
encapsulados y temerosos, la perspectiva futura nos muestra que las consecuencias
económicas y sociales del coronavirus serán más peligrosas y más letales que el
propio virus y si pandemias como éstas se repiten con frecuencia, la especie
humana seguramente será desbastada y expulsada del paraíso y vendrá otra
especie más sensata e inteligente a sustituirnos. Decía una Premio Nobel que serán
los Chulupis.
El sistema inmunitario se pone a prueba cada día y
la salud de un organismo y de una sociedad está en su capacidad de generar
anticuerpos, de asimilar experiencias; de reponerse y recuperarse de las crisis
una y otra vez y en función de cuál sea nuestra capacidad de superar las crisis
viviremos más, o seguramente menos. Las crisis son recurrentes y extendidas y ahora
nos dirigimos desde la crisis sanitaria hacia la crisis económica y social,
totalmente inter relacionadas; por lo que necesitamos estar trabajando permanentemente
en evitar y paliar los retos que se nos presentan.
El desarrollo tiene diferentes
dimensiones: económica, social, política, jurídica, medioambiental, cultural, etc.,
las que se interrelacionan e influencian unas con otras, por lo que es
imprescindible crear nuevos paradigmas, innovar y avanzar unidos y solidarios. En lo inmediato, tenemos la necesidad de alimentar a una
población creciente y en medio del cambio climático y hacerlo sin destruir el
planeta durante el proceso. Este desafío, si queremos sobrevivir implica respetar
los límites, no aumentar las emisiones, no promover la deforestación, no
contaminar las aguas, los ríos y océanos de la casa en la cual vivimos y no
exacerbar la pobreza.
Debemos tener en cuenta que las
decisiones que nos garantizaron éxitos en el pasado no nos garantizan éxitos
futuros, porque cada vez estamos en un entorno diferente, muy disruptivo y en el
cual la única constante es el cambio y así debemos asumirlo. Esto implica nuevas tecnologías, nuevas formas de convivencia,
de trabajo, de producción industrial, manejo de desechos, cultivos y consumo.
Con la actual paralización de la economía y con la
población confinada, la producción y el
consumo se reducen y solo permite cubrir las necesidades básicas de
supervivencia mientras la miseria avanza y nos consume. Con respecto a la alimentación y sin la cual
perecemos, una de las opciones para ayudar en su solución puede encontrarse en
la biotecnología. La innovación desde la biotecnología puede contribuir con
semillas mejoradas que aseguren más producción en menos superficie y cultivos
más resistentes al ataque de plagas y al estrés que genera el cambio climático.
En este ambiente de crisis de salubridad y económica, resalta una típica
contradicción en los mercados de trabajo: los más productivos y socialmente
necesarios son los que reciben las peores remuneraciones tanto en dinero como
en prestigio, mientras que trabajos inútiles o prescindibles están bien
remunerados y en la cúspide de la escala social.
Por nuestra mentalidad y experiencia
pensamos que la riqueza se encuentra en las materias primas y su explotación;
hemos vivido del oro, de la plata, del gas y ahora pensamos en el litio. No
entendemos que para que una comunidad goce de mayor riqueza y
bienestar hay que crear riqueza, fomentar la producción y desarrollar las
tecnologías para producirla mejor. Estas son las cosas que pueblos exitosos
han hecho para progresar, pero nosotros: Janiwa!!
La riqueza no es un bien existente, hay que generarla, producirla. Sin extraer y procesar las materias primas como minerales y petróleo, no hay riqueza útil y tampoco la hay en la tierra fértil sin labrar, sembrar y cosechar.
Vivimos en una época en la cual; en los países exitosos prolifera el conocimiento y la información aplicados a la producción y con economías competitivas y globalizadas. El libre mercado y no el estatismo, son el motor esencial de su crecimiento en un ambiente de respeto al ecosistema, seguridad jurídica, libertad y competitividad empresarial. Camino se hace al andar, empresa al emprender.
En los países sometidos al Populismo cocalero, esto
no lo comparten y dicen: Janiwa, Kawsachun coca.
ovidioroca.wordpress.com
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