VIGENCIA DE LAS FUERZAS ARMADAS, UN DEBATE NECESARIO
Ovidio Roca
En los diez mil años de “civilización” que acarrea
la humanidad; ha conseguido increíbles y magnificas logros en las bellas artes
y la ciencia, y paradójicamente en lo que más se ha empeñado y donde más éxitos
obtiene es en el arte y la ciencia de eliminar a sus semejantes; de ahí que la
más grande, la mayor industria y el mejor negocio, sigue siendo el de las
armas.
De aquí surge en todos los países la importancia de
las Fuerzas Armadas, cuya finalidad es por supuesto hacer la guerra y los
negocios. Si por algún motivo ya no fuera posible emprenderla contra el enemigo
externo, la institución armada perdería su razón de ser, en consecuencia los
uniformados para mantenerse y perdurar en su ventajosa forma de vida, enfilan
su artillería contra el enemigo interno inerme, el pueblo.
En la historia moderna latinoamericana hemos sido permanente
víctima de los ejércitos, los que se dieron a la tarea de derrocar gobiernos
civiles, buenos o malos y apoderarse del aparato del Estado para su propio
beneficio. En los últimos años la situación ha cambiado para mejor, y se ha
dado un desprestigio del militarismo. En consecuencia los militares para seguir
manteniendo sus privilegios, su empleo, su pega, se han convertido en los instrumentos
de las dictaduras civiles y de los populismos con rango de autoritarismo, ofreciéndoles
sus servicios y armas para mantener sojuzgado al pueblo.
Costa Rica abolió su ejército en 1948 y luego lo
hizo Panamá en 1990, eliminando así el gasto absurdo de tener unas fuerzas
armadas para hacer guerras improbables e imposibles. Y con esta decisión
les fue muy bien; son los países más desarrollados del caribe, disfrutan de un alto
nivel de vida y no tienen enemigos. Su seguridad interior es tarea de la Guardia
Civil, profesionalizada, bien equipada y bien remunerada.
Costa Rica, en el Decreto que declara el 1º de
diciembre de cada año como “Día de la Abolición del Ejército”, afirma:
5.
Que la abolición del ejército ha hecho posible que se destinen más recursos
públicos al desarrollo del país, especialmente en materia de educación, salud y
cultura; ha legitimado la vía electoral como único camino de acceso al poder, y
ha impedido la formación de un grupo militar capaz de cobrar autonomía e
intervenir directamente en el destino de una nación.
6. Que Costa Rica, al desarmarse unilateralmente, ha depositado su confianza en las instituciones internacionales y en los mecanismos de defensa de que ella dispone, siendo los gastos de defensa de Costa Rica mínimos en relación con los ingresos del Estado.
En Bolivia tenemos un ejército sobredimensionado, para el nivel de nuestra economía, y no sabemos si para pelear contra el Imperialismo o para atacar a alguno de nuestros vecinos, y aunque no tenemos motivos, es posible inventarlos. Lo cierto es que de intentarse y eso lo sabemos todos, terminaría en una terrible derrota, pues una guerra internacional se hace con abundantes recursos económicos, logísticos, armas y un ejército capacitado y entrenado.
6. Que Costa Rica, al desarmarse unilateralmente, ha depositado su confianza en las instituciones internacionales y en los mecanismos de defensa de que ella dispone, siendo los gastos de defensa de Costa Rica mínimos en relación con los ingresos del Estado.
En Bolivia tenemos un ejército sobredimensionado, para el nivel de nuestra economía, y no sabemos si para pelear contra el Imperialismo o para atacar a alguno de nuestros vecinos, y aunque no tenemos motivos, es posible inventarlos. Lo cierto es que de intentarse y eso lo sabemos todos, terminaría en una terrible derrota, pues una guerra internacional se hace con abundantes recursos económicos, logísticos, armas y un ejército capacitado y entrenado.
Evo Morales, dentro su estrategia interna de poder, prioriza
recursos para cooptar a las FF.AA. y mantenerlos controlados; a ellos y con
ellos al pueblo. De acuerdo a los registros de las asignaciones presupuestarias;
en los últimos diez años (2004 al 2014) el presupuesto para Defensa y la
Policía se triplicó y paso de 2.360 millones de Bs. en el 2004 a 7.255 millones
(1.044 millones de dólares) en el 2014.
En una reunión de La Unión Sudamericana de Naciones
(Unasur) celebrada en Quito, Ecuador el 2010, se informó que Bolivia destina el
1,47% de su Producto Interno Bruto (PIB) para gastos destinados a la Defensa
militar, frente al 1,40% empleado por Chile para sustentar a sus Fuerzas
Armadas y no más del 1,00% por el Brasil.
Es evidente que como sociedad no podemos quedarnos
desguarnecidos ante los grupos violentos, y debemos estar prestos para realizar
tareas defensivas contra las bandas armadas que hacen peligrar la sociedad y que
provienen de la delincuencia común y especialmente de los carteles del
narcotráfico.
Pero la tarea de reprimirlos no es la finalidad y
capacidad de las Fuerzas Armadas. El combate contra la violencia de los
narcotraficantes, no requiere de tanques, cañones o misiles, propios de una
guerra convencional, sino de inteligencia, tecnología, logística, pertrechos y armas
modernas. Y aquí son más eficaces los grupos policiales armados, capacitados, entrenados
y especializados en manejar este tipo de violencia irregular y camuflada entre
la población civil. Una policía que cumple su rol de garantizar la seguridad de
las personas y de sus bienes, ejerciendo el seguimiento y la represión
sistemática contra los grupos armados delincuenciales y narcotraficantes.
Esta guerra contra los carteles y los
narcotraficantes contempla, además del uso de la información y de las armas, un
amplio escenario y acciones en varios ámbitos de la sociedad: Se necesita fortalecer
la cultura institucional y la ética pública; contar con fiscales y jueces, profesionales,
probos y valientes; establecer mecanismos efectivos para sancionar los
funcionarios que apañen la corrupción y el narcotráfico. Se hace también necesaria
una política de alianzas internacionales y con todos los países, para el seguimiento
y combate contra los grupos delincuenciales y los carteles internacionales
de la droga. Igualmente un trabajo sistemático de erradicación, control y
seguimiento de la cadena productiva de la droga, desde la siembra de la hoja,
importación y contrabando de precursores químicos, fabricación, transporte y
comercialización de la droga. Asimismo, es necesario apoyar o implementar programas
productivos que generen empleo e ingresos en las áreas de erradicación de
cocales.
Paralelamente, al trabajo de frenar por la fuerza a
estos grupos delincuencia y narcotraficantes, es urgente analizar las opciones
de mercado, vale decir la legalización del consumo de algunas drogas, como en
su momento se hizo en los Estados Unidos con el alcohol. En este sentido es
necesario hacer un seguimiento de los resultados que se obtengan en la
experiencia de la legalización de la mariguana en Uruguay y en algunos Estados
de la Unión.
En este nuevo escenario no aparecen las FFAA
tradicionales, pero si los cuerpos policiales especializados y una política y acción
permanente para su fortalecimiento profesional, institucional y logístico.
Nuestro continente se ha declarado como zona de paz,
y siendo la guerra el objetivo esencial de las Fuerzas armadas, no tendría
ningún objeto mantenerla y menos potenciarla con armas para una guerra
internacional, como lo hace el Gobierno contraviniendo su propia Constitución.
Esto nos encamina a la necesidad de mantener un
debate serio y responsable sobre la vigencia o no de las FFAA en los países menos
desarrollados de Latinoamérica, preguntándonos si verdaderamente estos países las
necesitan y para que las necesitan, si no va a emprender una guerra
internacional. Debemos en consecuencia analizar la conveniencia de eliminar
paulatinamente las fuerzas armadas y crear una moderna y eficiente policía
nacional y local, y esto será coherente con la Constitución Plurinacional, que
en su artículo 10 define a Bolivia como un Estado Pacifista:
“Bolivia
es un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la
paz, así como la cooperación entre los pueblos de la región y del mundo, a fin
de contribuir al conocimiento mutuo, al desarrollo equitativo y a la promoción
de la interculturalidad, con pleno respeto a la soberanía de los estados.
Bolivia
rechaza toda guerra de agresión como instrumento de solución a los diferendos y
conflictos entre estados y se reserva el derecho a la legítima defensa en caso
de agresión que comprometa la independencia y la integridad del Estado.
Se
prohíbe la instalación de bases militares extranjeras en territorio boliviano”.
Aprendamos de Costa Rica.
ovidioroca.wordpress.com