RETO ECOLÓGICO
Ovidio Roca
Vivimos en un único mundo, en un único ecosistema y
no existen fronteras ni aduanas que frenen los efectos de los daños ambientales
producidos en cualquier lugar del planeta; indefectible y rápidamente estos se
extienden de polo a polo, desde las pequeñas islas a los continentes, en los
países pobres y los ricos, sin que nadie pueda excluirse.
El cambio climático se viene anunciando hace muchos
años y nadie se decide a tomar medidas serias y efectivas, para al menos paliarlo.
Somos cada vez más víctimas de las inundaciones, sequías, terremotos, huracanes
y otros desastres, que afectan la infraestructura de las ciudades y pueblos, a la
agricultura, la producción de alimentos, el abastecimiento de agua, los medios
de vida y la salud de millones de personas y finalmente a nuestra misma
viabilidad como especie; una especie que es de lejos mucho menos adaptable para
sobrevivir que cualquier otra.
Escuchamos o leemos, como parte de las noticias
diarias y sin tomar mayor atención, que los incrementos en las concentraciones
de dióxido de carbono tienen que ver con el uso de combustibles fósiles y los
cambios en el uso del suelo; y que las concentraciones de metano y óxido
nitroso se deben principalmente a la agricultura y la ganadería, y no lo
relacionamos con nuestros hábitos de vida y tecnología.
Nos informan, que las concentraciones de gases en la atmósfera están influyendo para el derretimiento de los glaciares en los polos
y las montañas; en los cambios del sistema hidrológico: inundaciones, aumento
de la temperatura de mares y lagos,
acidificación de los océanos, etc. y aunque podemos percibirlo en nuestra vida
diaria, esto influye poco para cambiar nuestros hábitos productivos y de vida.
Aunque el desmonte y la destrucción de los
ecosistemas forestales sigue siendo un problema mundial, el uso cada vez mayor
de la energía debido al crecimiento poblacional, tiene un impacto cada vez más
crítico sobre todos los ecosistemas. Una energía que proviene de fuentes
contaminantes: petróleo, carbón, la energía nuclear, etc.
El creciente impacto antrópico está produciendo además,
la contaminación y acidificación de los océanos y deteriorando seriamente la
vida de los corales y de miles de especies de peces y crustáceos. Se afecta también
la migración y la consiguiente reproducción de las especies animales, vegetales
y los peces en los ríos, y por ende su ciclo de vida y capacidad de
supervivencia. Y aunque todo esto significa la desaparición de muchas especies
que son fuente alimenticia del hombre (sin olvidar la belleza de la naturaleza
y la biodiversidad), poco de esto nos induce a frenarla.
El problema es que nosotros, como personas y como
ciudadanos, hemos delegado, mediatizado nuestras decisiones de vida, que
dependemos totalmente de los burócratas “Insulsos”, insensibles y satisfechos.
Ellos toman las decisiones que afectan nuestra vida y nuestro futuro, en
función de sus propios intereses y los de
los negocios de las corporaciones internacionales, poniéndolos muy por encima
de los nuestros.
Hasta ahora la disputa entre las naciones y sus
grandes corporaciones, cada una en defensa de sus intereses, no les ha permitido
ponerse de acuerdo y tomar decisiones serias en relación al tema ambiental; los
del sur dicen que las naciones ricas deben correr con los costos de la
reducción de la contaminación y los del norte nos dicen que dejemos de hacerlo
y asumamos nuestros propios costos ambientales. Se retruca que no se está de
acuerdo en tomar medidas ambientales que frenan el crecimiento, siendo que
quienes crearon inicialmente el problema fueron ellos, los países que se
hicieron ricos destruyendo la naturaleza durante su propio proceso de
crecimiento.
El Protocolo de Kioto, diferenciaba el grado de
responsabilidad por los impactos entre los Países Anexo I y no Anexo 1.
Actualmente esa lista se ha modificado totalmente cuando países emergentes
entran en la carrera contaminante. Ahora China se perfila como el mayor emisor de carbono, en el tercer lugar la
India y están en esta vía, Brasil, México y ahí por delante.
A todo esto, en nuestros países existe poca preocupación
por el cambio climático tanto a nivel de la clase política, como de las
personas, aun sabiendo que es importante cuidar y querer el entorno que
posibilito y mantiene nuestra vida. Por tanto, si queremos de verdad buscar soluciones para nuestro futuro, debemos
actuar, comprometernos y recuperar las decisiones y el protagonismo como individuos.
Existe la esperanza, que mediante la toma de
responsabilidad y protagonismo de los ciudadanos, de las familias y mediante la
educación y capacitación se pueda lograr una toma de conciencia ambiental
generalizada y militante. Necesitamos promover desde la infancia actitudes y
comportamientos ciudadanos en pro de la vida y contra el consumismo
irresponsable, contra la práctica de la obsolescencia programada diseñada para
promover ventas, el desperdicio de cosechas y alimentos que terminan como
basura y con más emisiones.
Un mecanismo práctico para enfrentar el problema, es
crear incentivos y oportunidades en los negocios ambientales; decía Adan Smith “Al
buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor
que cuando realmente desea hacerlo”. Necesitamos valorizar económicamente los valiosos
servicios que proveen los bosques, de manera que para sus propietarios tengan más
valor en pie que cuando se los chaquea o desmonta. Debemos igualmente premiar
económicamente a las empresas, comprando únicamente de aquellas que tienen
certificación ambiental, que producen bienes durables, que cuidan el medio
ambiente, manejan y reciclan la basura.
Y si realmente se quiere mantener el nivel de
temperatura media del planeta, a un nivel de seguridad para el ser humano, necesitamos
promover investigaciones en energías baratas, limpias y sostenibles, así como
tecnologías que eviten las emisiones de metano de la ganadería y la
agricultura. Es necesario investigar y cambiar las modalidades de transporte,
promover el transporte masivo y aplicar tecnologías limpias; mecanismos que
induzcan a las industrias de automotores a cambios radicales y el uso nuevas fuentes
de energías. Para incentivar todo esto es correcto utilizar los impuestos a los
combustibles fósiles.
La tarea es complicada porque afecta a los intereses
de empresas y corporaciones que hacen negocios en esta crisis ambiental: los
productores de petróleo, de carbón, la industria automotor y de transporte, las
empresas de seguridad, etc. Muchos de
ellos frenan los avances tecnológicos por temor a los costos de reconversión
hacia nuevas tecnologías más limpias.
Ya estamos inmersos en el cambio climático y nuestro
reto ecológico es tomar las medidas adecuadas en lo local, nacional y global, para
enfrentar sus efectos inmediatos y mitigar los mediatos. En lo personal, cada
uno de nosotros, en defensa de nuestro bienestar y nuestro futuro, usando las redes
sociales, los medios de comunicación y nuestro voto consciente, podemos lograr
que se apliquen sanciones económicas y políticas a quienes contaminan o
permiten la contaminación; no comprando de las empresas que afectan al medio
ambiente y vetando y excluyendo de los cargos públicos, a los políticos y
burócratas que no respetan ni trabajan en favor de un entorno ecológico y
social, favorable a la vida humana.
Nos jugamos el futuro de nuestros descendientes y es
necesario actuar en el día a día, pues como decía Ovidio Publio Nason: “El agua perfora la roca no por su fuerza
sino por su constancia”.
ovidioroca.wordpress.com
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