Crónicas
y relatos de la época plurinacional
Ovidio Roca
Una mala receta como la del centralismo y
el populismo, tanto en manos de un buen o mal cocinero, es mortal. Lo mismo que
una buena receta con un mal cocinero es un fracaso. Lo que se necesita por
tanto es una buena receta y buenos y honestos cocineros.
Permanentemente se afirma que el modelo
socialista, comunista, nacional socialista y sus versiones populistas han
fracasado en todo el mundo y es fácil comprobarlo si queremos hacerlo y aplicamos
el método que enseñan tanto el sentido común, como los evangelios cristianos:
"el que tenga ojos, que vea", "el que tenga oídos, que
oiga"; pero como siempre ocurre, muchos no lo quieren ver, escuchar y creer.
Si alguien quisiera saber de esto sería
fácil, solo viendo y escuchando lo que los ciudadanos de esos países de tinte
socialista (Venezuela, Cuba, Nor Corea) expresan cuando tratan de escapar hacia
los países libres y exitosos; países que son exitosos porque manejan un sistema
de valores de comportamiento social: respeto a los demás, valorización del
trabajo, el conocimiento y la creatividad como fuente de riqueza y sustentar un
estado de leyes que se cumplen.
Estas culturas populistas y estatistas, lo
que sí producen es políticos que despilfarran y no entienden o poco les
importa, que es imposible gastar y consumir sin antes haber invertido y
producido. El grave problema es que gran parte del pueblo tampoco lo comprende
y lamentablemente prefieren creer a los populistas, porque las promesas son más
atractivas que la realidad, pues esta implica responsabilidad.
El jefe sindical de los cocaleros,
inspirado aunque sin saberlo en el principio de “laiseez faire, laissez passer”
de los librecambistas del siglo XVIII; lo actualiza para el siglo XXI con “le
meto nomas” y su corolario “métanle sin pena mientras estemos en el poder”.
El estado corporativo cocalero conduce, de
una u otra manera, a que cada grupo aplique su propia ley y exija sus
privilegios sectoriales en medio de pugnas y bloqueos por el control de los
negocios y en desmedro de la ciudadanía. Esta anarquía da paso y fomenta las pseudo
cooperativas, las corporaciones de
cocaleros, los contrabandistas, los carteles de las drogas, y el crimen
organizado. Entre tanto las instituciones se debilitan y se reduce la idoneidad
y capacidad profesional de los funcionarios o servidores públicos.
Cuando el Gobierno ya no tiene
posibilidades de tener satisfechos a todos, vale decir que ya no tiene plata; surgen
los intereses y las pugnas. Los grupos corporativos presionan y chantajean a
las autoridades para obtener sus prebendas y beneficios, sean justas o no y el
problema se agudiza cuando crece la crisis económica y el grupo gobernante
buscando salvarse busca otras perspectivas económicas y cuentos chinos.
Entonces se agudizan las disidencias, como el caso de los cooperativistas o
corporativistas mineros, envueltos en la crisis de Panduro y la inmolación del
Viceministro Illanes.
Frente al populismo, la corrupción, la incompetencia y los
Gobiernos autocráticos, es el liberalismo y la democracia federal quienes
resguardan estos principios de derechos humanos que tanto apreciamos, pero
pocos lo asumen y proclaman.
ovdioroca.wordpress.com
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