Relatos
de la época plurinacional
Ovidio Roca
Acostumbrados a vivir de la explotación de los
minerales, del gas y de cada recurso natural que cae a nuestras manos, no logramos
entender que la riqueza de un país está principalmente en su gente; cuando esta
se educa, innova, trabaja, crea nuevos valores y diariamente se esfuerza por mejorar
y progresar, todo ello en un ámbito de cohesión, de organización social y
administrativa armónica y eficiente. Quien
menos entiende de esto y peor aún, poco le preocupa, es la Universidad Publica.
Como en muchos otros países, los habitantes del
nuestro pertenecen a diferentes grupos étnicos y religiosos y con diversos
niveles de heterogeneidad cultural. Cada uno de ellos valora y mantiene sus
tradiciones, su historia, su cultura, su música, sus comidas, sus fiestas, en
fin su identidad. Lo importante sin embargo, es que nuestra historia común hace
que aunque un pueblo del oriente boliviano difiere cultural y étnicamente de
otro del altiplano, ambos comparten una tradición y cultura boliviana común,
que los une y los distingue de los pueblos de otros países.
En un sistema de Gobierno Centralista no es posible mantener
estas singularidades derivadas de la lengua, tradiciones y formas de vida; pues
existe siempre la voluntad del poder central y de la etnia dominante, de
avasallar y dominar a las otras.
Una Republica Democracia Federal lo hace posible, pues
el federalismo parte del principio de que no se debe homogeneizar a los pueblos,
sino que cada uno puede y debe mantener su identidad, su nacionalidad, sus costumbres,
sus creencias y administrar sus recursos y territorio, acorde a su identidad y con
total respeto a la diversidad.
En el Estado Nación Jacobino, el Centralismo se erige
en representante de la soberanía del pueblo, y la Descentralización es
considerada una concesión del centro hacia la periferia y no un derecho. Por lo
contrario, en una República Democrática Federal, el poder, la soberanía, los
recursos, se reparten entre todas las entidades que forman el Estado, como
genuinos representantes de la soberanía popular.
La gestión pública de las entidades Federales, se
sustenta en el principio de subsidiariedad, donde cada asunto es resuelto por
la autoridad local más cercana al problema y el poder de decisión siempre está a
su nivel. Todo lo contrario de la práctica centralista y populista, con una
burocracia absolutista que se cree pluri, multi y omni competente.
Cabe recalcar que un Estado Federal se basa en el
reconocimiento de las diferencias, pero también en la cooperación y
corresponsabilidad en favor de unos fines comunes. Es por tanto la antítesis de
las decisiones unilaterales, e incluso de las componendas del Centralismo con los
políticos del centro y la periferia.
La mejor opción para nuestro país y se lo ha repetido
muchas veces, es avanzar hacia una República Democrática Federal, esto
significa la autonomía de todos y cada uno de los Departamentos, Municipios y
regiones; cada uno con su propio
gobierno, su propia constitución y representantes legislativos y tribunales de
justicia propios.
En esencia esto significa que los Gobiernos locales
deben asumir seriamente estas sus competencias, promover la cooperación entre
las regiones y las nacionalidades que los constituyen; enfrentar los problemas
y encarar con autoridad, idoneidad y responsabilidad las soluciones necesarias para
el desarrollo de su pueblo, actuando siempre desde lo local pero con visión y perspectiva
global.
ovidioroca.wordpress.com
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