KAWSACHUN COCA Y ECONOMÍA
Ovidio Roca
El cultivo de la coca es una actividad tradicional en
el área andina boliviana, donde este estimulante se usaba y usa como una manera
de paliar el hambre y el cansancio y en fastos ceremoniales. Su área original
de cultivo se encuentra en los yungas de La Paz.
A mediados del siglo pasado se abrió un área de
colonización en el Chapare, trópico cochabambino, y allí se estableció una segunda
área importante de producción de la hoja, cultivo que ahora se expande en forma
dispersa hacia Santa Cruz, Beni y Pando.
En las condiciones tropicales del Chapare, el
rendimiento de los cocales supera en un cien por ciento al de Yungas, aunque la
calidad para el masticado es mala, pues entre otros aspectos las hojas son
gruesas y manchadas por hongos debido a lo húmedo del clima; por tanto nadie
acullica coca de chapare, aunque esto no es óbice para su cultivo pues su
mercado es la producción de cocaína.
En Yungas la producción promedio de hoja de coca seca por
hectárea, es de alrededor de 1.305 kilogramos, mientras que en el Chapare se
producen 2.764 kg, es decir más del doble.
Revisando la información disponible en internet sobre
la economía de la coca podemos verificar que este es un negocio para los
grandes traficantes.
Thomas Grisaffi (marzo 2014) explica que: “la hoja de
coca representa el elemento más costoso en la cadena de producción. En los
últimos cinco años, el precio de la coca se ha duplicado a 28 bolivianos por
libra (US$4), en parte como resultado de los controles gubernamentales que
limitan la producción y comercialización de la hoja de coca. En promedio, se
necesitan 135 kilos de coca para procesar un kilo de pasta base de cocaína, lo
que significa que a los precios actuales, los pichicateros gastan 1.200 dólares
sólo en la hoja de coca. Cuesta aproximadamente 1.500 dólares producir un kilo
de pasta base, esto incluye los gastos generales para el equipo inicial, la
hoja de coca, precursores químicos, mano de obra y transporte”.
“En el Chapare, un kilo de pasta base de cocaína se vende por, entre 1.650 a
1.700 dólares, lo que significa que los beneficios netos para los productores
de pasta de coca pueden ser tan bajos como de 150 dólares por kilo”.
Por ende, quienes se dedican a la producción local de
pasta básica, como peones y químicos y para el alto riesgo en que incurren; son
poco beneficiados y cabe decir que son el proletariado del narcotráfico.
El negocio empieza a mejorar con los laboratorios que
convierten la pasta base en cocaína cristalizada y se dispara en la
comercialización internacional. Existen datos de que en Bolivia, utilizando
pasta base proveniente del Chapare y el Perú, se produce un kilo de cocaína de
alta calidad por 2.000 dólares. Ese mismo kilo en São Paulo o Buenos Aires
alcanza un valor de 8.000 dólares. Por lo tanto, los narcotraficantes pueden
ganar más de 5.000 dólares por kilo. En el mercado estadounidense el kilo vale 30.000
dólares y el mismo kilo cortado y vendido al menudeo, alcanza los 120.000 dólares.
El último informe de la UNODC "Monitoreo de Cultivos de Coca
2014" indica que las plantaciones de coca en el país se redujeron a 20.400
hectáreas.
Este informe registra que en Yungas existen 14.330 ha
y en Chapare 6.314 ha. Los rendimientos promedio, de hoja seca por ha, son de
1.215 Kg en Yungas y el doble en Chapare, con 2.410 Kg por hectárea.
Es probable que además existan muchas áreas dispersas
de cocales en los Parques, en el TIPNIS y muchas otras regiones del oriente y hasta Pando, las que no
han sido registradas en este informe.
No se menciona, que la reducción del área de cocales está
siendo compensada con mayor producción de hoja por hectárea, gracias a los
abonos y tampoco se hace referencia de la mayor eficiencia en la extracción de
cocaína, con los nuevos métodos y tecnologías colombianas.
El 31 de julio de 2012, Kerlikowske, director de la
Oficina para la Política Antidrogas de la Casa Blanca, durante una conferencia
en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) en Washington
manifestó que “los datos indicarían que la producción de cocaína en Perú es de
325 toneladas y la de Bolivia de 265 toneladas”.
Si asumimos un precio en frontera de esta producción de
cocaína de 8.000 dólares por kilogramo tendríamos una economía de exportación cocainera
de 2.000 millones de dólares. Por su parte el Vicepresidente García Linera, indica
que la cifra de exportación de cocaína es de 700 millones de dólares.
Actualmente en el Chapare, por la sobre explotación de
la tierra, excesivo uso de agroquímicos y la presencia de pestes como los
hongos, se hace cada vez más problemático el cultivo de la hoja, por lo que los
cocaleros están ampliando sus áreas y por eso el interés en el TIPNIS y Pando.
Todo señala que las grandes ganancias del negocio de la
cocaina cae en manos los carteles del narcotráfico, por lo que si se trabaja a
nivel internacional para cortar su cadena de producción y comercialización es
posible limitar la producción de coca en Bolivia y especialmente en el Chapare
y otras áreas del oriente.
El narcotráfico es un negocio y como todo negocio está
sujeto a las leyes del mercado. Una manera
de afectar el mercado es legalizarlo y con eso se evitan los monopolios, las
mafias y se genera una mayor oferta y de mejor calidad afectando menos a la
salud. De esta forma se actuó con éxito en los Estados Unidos con el alcohol, abandonando
la prohibición. Lo mismo se intenta actualmente con la mariguana en varios
países.
Con la cocaína la situación es más complicada debido a
que es grandemente adictiva y convierte al drogadicto en esclavo de su vicio,
por lo cual el hará todo por satisfacerlo y con esto se destruye la moral, la
familia y la sociedad.
Mientras no haya otra solución, que al perecer está en
conseguir antídotos e inhibidores de la cocaína, el camino para su control esta
en actuar sobre el mercado de demanda.
Decíamos que este es un negocio de los grandes
narcotraficantes, de los carteles internacionales y por ende debemos
enfrentarlo uniéndonos todos los afectados, países vecinos y países
consumidores. Es necesario realizar el control total sobre la cadena de
producción y distribución, controlando los cocales, los precursores,
destruyendo los centros de procesamiento, controlando las fronteras y el tráfico
aéreo.
Con mayores controles y limitaciones sobre las áreas
de cultivo y la ampliación y profundización de los programas de cultivos
alternativos, que cuenten con mercados internacionales, es posible incentivar a
los cocaleros para que cambien de rubro y así disminuir el área cocalera.
Los cocaleros viven en un permanente ambiente de
incertidumbre, que está asociado a la ilegalidad y en el cual no es posible
trabajar y prosperar. Ganan dinero, pero con mucho riesgo y al margen del lavado,
en inversiones fuera del Chapare, no pueden invertir en algo sólido que
garantice su futuro y el de su familia. El programa de cultivos alternativos
que se inició con éxito en el Chapare es un buen inicio que habría que
continuar y ampliar.
ovidioroca.wordpress.com