LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO
Ovidio Roca
Tenemos evidencias del peligro que significa el cambio
climático; sabemos que nuestro planeta está sobre poblando, que con nuestro afán desmedido de consumo
estamos expoliando los recursos naturales más allá de su capacidad de
regeneración, que estamos destruyendo los ecosistemas y contaminando las tierras, las aguas y los océanos y con
ello destruyendo la biodiversidad y el consiguiente equilibrio ecológico; aquel
que garantiza las condiciones de vida adecuadas para nuestra especie. Esto es algo
que desde hace muchos años los investigadores han venido informando y alertando
a la sociedad, sin haber conseguido su atención y lograr que esa información se
transforme en acciones concretas.
Estamos informados y advertidos y al margen de hacer grandes
discursos y reuniones, seguimos empeñados en un crecimiento sin límite de la
población, del consumo dispendioso, de la producción de basura. Practicamos una
economía que produce cada vez más bienes y servicios y con cada vez menos mano
de obra, generando desempleo, afectando negativamente al entorno ecológico y
social. Todo esto nos produce gran temor e incertidumbre sobre nuestro futuro,
pero poca acción.
En los países más pobres y más poblados, sus
gobiernos populistas incrementan aún más
el estatismo y el extractivismo. Son cultores de una economía primaria, dirigida
hacia la exportación y dar contento a la gente con algunos bonos y subsidios; paliativos
demagógicos que son insostenibles.
Y todos: comunistas, socialistas, populistas y capitalistas,
seguimos aplicando un sistema económico y productivo que no respeta e ignora
las leyes de la naturaleza, sobre todo la ley de la entropía, pues si lo hiciéramos
no se aceptaría la idea del “crecimiento ilimitado”.
Manejamos un sistema económico modelo bicicleta, que necesita
estar en permanente movimiento para no caerse. De ahí nuestro empeño en crecer permanentemente
y a más del 3% anual, procurando así mantener los empleos y captar fondos
públicos para más prestaciones y bonos, que pretende conseguirse con el
crecimiento de la economía y exprimiendo aún más a los contribuyentes.
Gracias a la ciencia, en los países desarrollados la
esperanza de vida pasó de los 30 años en el siglo diecinueve, a los más de 70
años en la actualidad; con lo que la cantidad de personas de tercera edad y
jubilados aumentó drásticamente y como consecuencia tenemos una masa
considerable de ancianos y enfermos que se necesita mantener y cuidar, y nuestra
solución es más natalidad y más migración, para contar con una mayor cantidad
de jóvenes contribuyentes.
Como fruto del crecimiento económico de las últimas
décadas se ha exacerbado, una mentalidad consumista y del pleno disfrute, ajena
al esfuerzo y la responsabilidad. La predica populista, es aceptada y demandada
por todos y en especial por los jóvenes y los más pobres, quienes se han
especializado en indignarse y reclamar derechos, pensando que el Estado les
proveerá de todo lo que quieren.
Como esta situación es insostenible, la solución tendrá
que venir por el desastre. De aquí la importancia de que exista una base
conceptual y gente con capacidad para asumir compromisos y responsabilidades para
cuando el problema ambiental, económico y social estalle. Para esto se
necesita entre otros, instalar una educación de calidad, que promueva la
innovación y la producción de bienes y servicios y una sociedad que demande más
calidad ambiental y cultural y no mero consumismo.
Aunque la solución debe ser global, pues todos
compartimos un único planeta, tiene que gestarse y aplicarse desde lo local,
desde las personas, la familia, el municipio. Sin embargo, impulsar la valorización
de lo local, basados solamente en la buena voluntad de las personas y organizaciones
y sin cambiar la lógica consumista, no es viable. De ahí la importancia de las propuestas y la
toma de conciencia y asunción de decisiones en todos los ámbitos y partiendo de
lo local a lo global.
La crisis a la que conduce el actual modelo de
crecimiento, ha llevado a la sociedad a plantarse un conjunto de reflexiones y
propuestas relacionadas con la cultura de consumo, del límite poblacional, el
equilibrio ecológico, la justicia y el bienestar social:
El primer desafío que surge, es el de cambiar nuestro
concepto de nivel de vida; el que actualmente se mide por la cantidad de bienes
y servicios que el ingreso personal y el PIB permiten comprar. Un bienestar que
se lo asimila con bientener.
Para cumplir con este desafío necesitamos cambiar las
pautas de consumo, entendiendo y explicando, que disminuir los consumos no es
una actitud “regresiva” sino progresista, porque se busca el progreso en la calidad
de vida: con energía renovable, aguas limpias, ciudades no contaminadas y personas,
biodiversidad, bosques y océanos, saludables.
En esta lógica, se viene planteado la idea del
“acrecimiento” que nos invita a huir del desarrollismo, y se argumenta que el
crecimiento económico no es una necesidad natural del hombre y la sociedad,
salvo de la actual sociedad de consumo.
Se propugna un consumo de lo esencial y que privilegie
más los servicios que los bienes materiales; para ello se propone potenciar la
capacidad de relacionamiento humano, de su inteligencia, de la ciencia y la
capacidad de innovación, para conseguir energías limpias, disminuir el uso de
materias primas, aumentar el reciclaje, reducir la contaminación, cultivar
alimentos de manera más eficiente, y mejorar la calidad de la vida, proteger la
naturaleza y propiciar la convivencia humana en un ambiente sano, así como privilegiar
en lo local la producción de bienes y cultivos, con el consiguiente ahorro
de transportes y combustibles.
Algunas empresas vienen aplicando el concepto de
inmediatez, el “justo a tiempo”, es decir comprar o producir solo aquello que
se necesita, y solo cuando se necesita, lo que permite reducir las existencias
y los costes de producción y almacenaje.
Se hace necesario que los mercados incorporen las
externalidades en los costos y precios de los productos, si lo tomaran en
cuenta la energía renovable y la producción ecológica sería mucho más
competitiva.
Somos la generación del cambio climático, la que
conocerá las siete plagas del siglo XXI: Las aguas se contaminan, los océanos
se acidifican, cambia el habitual ciclo climático, las lluvias y sequia se
extreman, las cosechas disminuyen, el hambre se acrecienta y las enfermedades y
plagas se multiplican. Y la duda es si actuaremos a tiempo o seguiremos la consigna
que alguna vez dirigió a sus seguidores, el Comandante del Socialismo Siglo 21:
“Estamos al borde del abismo y daremos un paso al frente”.
ovidioroca.wordpress.com
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