CULTURA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
Ovidio Roca
La XXI Conferencia de las Partes (COP21) de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, a celebrarse
en Diciembre y en París, ya está en marcha y la esperanza es que los intereses
económicos y políticos de las empresas y los países, no se antepongan a nuestra
vital necesidad de conservar el hábitat de la humanidad y lograr un futuro
sostenible para todos.
El cambio climático preocupación de esta Conferencia, se
está produciendo ahora mismo y no en un lejano futuro y cada día todos sentimos
como se tornan extremas las lluvias y las sequias, y en épocas que no recordamos
normales. Esto que para una gran mayoría es miseria y desesperación, para otros
es negocios.
En nuestro afán de crecimiento, durante los últimos
dos siglos hemos contaminado los océanos vertiendo en ellos desechos orgánicos,
nucleares, químicos e industriales. El océano se ha acidificado, se matan los
arrecifes coralinos y la vida acuática; la pesca indiscriminada conduce al
agotamiento de los recursos pesqueros y el empobrecimiento de millones de
personas, cuyos medios de vida depende de los mares. Igualmente día a día estamos
destruyendo los bosques y su biodiversidad con la tala incontrolada en la Amazonia,
los bosques de Asia y África, contribuyendo en acelerar la desertificación y el
cambio climático.
El problema es, que a pesar de los continuos informes
y la diaria constatación de la huella ecológica cada vez más destructiva de
nuestro único hábitat, los ignoramos y seguimos depredando y superpoblando la
tierra.
Hay gente inteligente que cree que la solución es irse
a otro planeta, donde por lo que sabemos no hay condiciones de vida, y de no
ser así el problema subsistiría, pues llevamos como equipaje nuestra mentalidad
consumista y depredadora.
Aunque en general la gente sabe lo que está ocurriendo
pues puede apreciar en su vida diaria los efectos del cambio climático, no está
dispuesta a sacar las respectivas conclusiones y se comporta de manera
“esquizofrénica”: por un lado son conscientes de la degradación del medio
ambiente y el cambio climático, pero no están dispuestos a cambiar su estilo
consumista de vida y de negocios. Llevará tiempo y desastres para llegar a
comprender que “más” no necesariamente significa “mejor”.
Lo que es evidente, es que no es posible vivir
permanentemente más allá de nuestras posibilidades, pues en algún momento y más
pronto de lo que pensamos, hay que pagar la cuenta. Y aunque el terco sentido común nos recuerde
que no se puede gastar más de lo que se tiene, en nuestro país preferimos
escuchar la predica populista y cocalera que nos ofrece “el vivir bien”, sin pagar el costo por ello.
Menos nos gusta
que nos recuerden la necesidad de trabajar honestamente y ser responsable con nuestros
gastos, de evitar el excesivo consumo y la falta de cuidados del ecosistema y olvidamos
que lo inteligente es aprender a vivir y disfrutar de lo que se tiene y que merece
cuidarse, pues no se puede vivir indefinidamente a costa de un capital natural,
que no crece ni se renueva.
Contra todo esto ha surgido el pensamiento ecológico y
del Desarrollo Sostenible que cuestionan la idea de que nuestro objetivo como
sociedad es aumentar la producción, el consumo y el PIB.
En 1972 se presentó el Informe del Club de Roma, Los
Limites del Crecimiento, cuya conclusión es: “si el actual incremento de la población mundial, la industrialización,
la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos
naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de
crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años”.
En las sucesivas ediciones del Informe se confirma
esta aseveración y en la última versión, del 2012, se afirma: “el crecimiento económico de los últimos
cuarenta años es una danza en los bordes de un volcán que nos está preparando a
una transición inevitable”. Seguro que para peor.
El actual modelo de crecimiento económico comienza a
encontrar sus límites ecológicos: escasez de agua potable, pérdida de
biodiversidad (hoy desaparecen más de 200 especies vegetales y animales por
día), el calentamiento global, el agujero de ozono, el descongelamiento de los
Polos, la desertificación del planeta, etc. Se prevé que antes de finales de
siglo se elevara en cuatro grados centígrados la temperatura media. Esto significa zonas
costeras bajo el agua, decenas si no cientos de millones de refugiados ambientales,
graves problemas alimenticios, escasez de agua potable para muchas poblaciones,
etc.
Es claro que nuestra interrelación con el medio
ambiente no puede ser entendida y mejorada solo por nuestras actividades
económicas y productivas, sino especialmente por nuestras pautas de consumo, de
infraestructura, de transporte, de manejo de los recursos naturales. Y esto es
lo que postula el Desarrollo Sostenible, que implica la necesidad de investigar
y utilizar nuevas tecnologías que ahorren recursos naturales, generen energía renovable,
que evite la contaminación y el impacto sobre los ecosistemas; la necesaria
reducción poblacional, limitar el crecimiento cuantitativo y crecer el
cualitativo, de no consumir más sino mejor.
Lo preocupante, es que pese a que el cambio climático es
una realidad que nos impactara a todos, existen muchos intereses políticos y
empresariales que impiden tomar medidas urgentes y efectivas para frenar el
deterioro ambiental, por eso es urgente una decidida toma de conciencia y una acción
efectiva de la sociedad para avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo.
En este camino, recientemente ha surgido un importante
actor, el Papa, que con la encíclica "Laudato Si” (Alabado Seas) puede
contribuir positivamente a reforzar la conciencia ambiental. El Papa Francisco en esta encíclica manifiesta:
“Hago una invitación urgente a un nuevo
diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”…..“El
desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir
a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral,
pues sabemos que las cosas pueden cambiar”.
En esta perspectiva necesitamos unirnos todos: ciudadanos,
científicos, grupos religiosos para conseguir que nuestros gobiernos e
instituciones asuman una posición proclive a la sostenibilidad y promuevan en
la ciudadanía una cultura de austeridad que supondrá trabajar lo que
corresponda para vivir mejor, consumir menos pero mejor, producir menos
residuos, reciclar más… En pocas palabras, recobrar el sentido de la mesura y
una huella ecológica sostenible.
ovidioroca.wordpress.com