RECETA BOLIVARIANA Y OTROS CHISMES
Ovidio Roca
Hace poco discurseaba un reputado líder plurinacional: “lo que se necesita es un modelo económico que funcione”, una afirmación correcta de aquello que los populistas filocomunistas no pueden ofrecer; pues como cualquiera puede percibir lo que ellos aplican sistemáticamente es en una mala receta, con la que consiguen que la economía y el aparato productivo se arruinen y por tanto la gente.
Como parte de su receta; en lo económico, nuestros populistas manifiestan su desprecio por el mercado, tienen una gran pasión por la estatización o nacionalización de las empresas, son acérrimos enemigos de la propiedad privada, de las libertades individuales, del comercio internacional sin restricciones y de los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el FMI.
En lo político son estatistas y centralistas; aplican una inmensa cantidad de regulaciones burocráticas con las que extorsionan y debilitan a la empresa privada. Son totalitarios, populistas y muestran un fuerte apego por la represión estalinista; sus mentores y entrañables amigos son China, Rusia e Irán.
Un ejemplo de su política y solo como referencia, la podemos apreciar con las empresas públicas siempre deficitarias, cuya instalación es decidida por el autócrata populista en función de sus propios intereses políticos y demagogia regional, y sobre todo guiado por las jugosas comisiones que pagan contratistas y proveedores. Luego estas empresas sirven para dar pegas a los militantes y mientras más mejor. Criterios de competitividad, eficiencia, acceso al mercado y localización óptima, son ignorados. Nadie se preocupa por la competitividad pues las pérdidas son absorbidas por el erario nacional.
El resultado es el modelo populista que funciona para mal, lo vemos en nuestro continente y solo mencionamos dos ejemplos, Cuba y en Venezuela. El primero, luego de ser el país más próspero de Latinoamérica en los años cincuenta del siglo anterior, pasa a la absoluta miseria; por lo que ahora hacen esfuerzos para que vengan los jodidos gringos a salvarlos y el otro; el dueño de las mayores reservas de petróleo del mundo, viene sufriendo una crisis productiva y de desabastecimiento, con la inflación más alta del mundo y sin arepas ni papel higiénico.
Esta misma inflación y debacle económico ya la tuvimos en Bolivia con la borrachera izquierdista de la UDP, la que por suerte fue controlada y saneada con el D. S. 21060. El problema es que nunca se aprende y siempre confiamos más en las promesas que en la realidad.
Recuerdo que en esa época revolucionaria de los años 80, apenas recibía el sueldo, mi mujer con los mellizos salían con su bolsa al hombro a comprar lo que sea. Por entonces no había Watsapp, pero funcionaba la radio cocina para enterarse donde había algo para comprar. Lo importante era comprar y deshacerse del papel moneda que cada día perdía valor y ya no había billetes sino cheques del Banco Central por doscientos mil, por un millón y así por delante. Con las bolsas a medias, llegaban a la casa y empezaba el trueque con los vecinos, alguien tenía arroz, otra harina, azúcar o aceite y así funcionaba el mercado en un mundo inflacionario.
En uno de esos cambalaches recibimos unos pollitos y los criamos en el
patio; luego los chicos le pusieron nombres a cada uno y como ya eran familia
no podíamos cocinarlos. Finalmente los cambiamos por pan y queso con los
vecinos de la esquina.
Lo antagónico al populismo modelo Siglo XXI, es una verdadera democracia
liberal, la que
no ha
sido aplicada integralmente en nuestros países. Esta democracia liberal postula
gobiernos limitados, con separación e independencia de poderes para evitar el
abuso de los gobernantes; el respeto a los derechos humanos, a la propiedad
privada, a la economía de mercado, al libre comercio internacional.
Si revisamos la situación de los diversos países y el nivel de
vida de sus habitantes, podemos verificar que el modelo político, económico e
institucional de la democracia liberal, con sus errores y aciertos, constituyen
la savia de la economía en las naciones más prosperas y desarrolladas del planeta.
Es importante resaltar además, el hecho, que donde no existe libertad económica,
no existe libertad política y personal.
Esto señala la crucial importancia de la responsabilidad de los
ciudadanos en su concreción; pues a diferencia del populismo donde la riqueza y
los ingresos se distribuyen para comprar apoyo y movilizaciones, en el
liberalismo la riqueza se crea y los
ingresos se ganan por el esfuerzo y capacidad de las personas y eso estimula la
innovación y el trabajo y por ende la prosperidad.
Todo lo anterior, lo que dicen los economistas, ya lo había
escuchado antes de los campesinos (años cincuenta, San Lorenzo cerca de Montero
Hoyos). Escuchaba decir “el ojo
del amo engorda el caballo”, y veía como cuidaban su
caballo, lo rasqueteaban para sacar las garrapatas, sacaban los boros y se
preocupaban de cortar hojas de totaí, cuando no había pasto o maíz y se veía
como estos eran sanos y engordaban. Igualmente comentaban, “son como suchas cuidando charque”, por
aquellos que no cuidaban y más bien se aprovechan de la propiedad o bienes ajenos,
como podemos verlo en muchas empresas públicas y entidades del Estado. Como se
puede ver, es un axioma que la gente cuida y protege lo propio.
De lo que se trata entonces es el crear y mantener un
ambiente favorable de libertades, garantías, seguridad jurídica para que prosperen
las iniciativas y el trabajo fecundo de los ciudadanos.
Ya se avizoran los años de vacas flacas, por eso la importancia de elegir una buena receta y contar con buenos cocineros.
ovidioroca.wordpress.com
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