Ovidio Roca
“El populismo
cocalero hace historia, pero no comprenden la trágica historia que están
haciendo”. Pukymon.
El
dogma Populista no es nuevo, es el mismo del Fascismo, del Nacional Socialismo
y del Comunismo: “Todo en el Estado. Nada
fuera del Estado. Nada contra el Estado”. Esto lo decía Benito Mussolini.
La meta y única prioridad del populismo y con la que justifican
todos sus abusos, es la de tomar y mantenerse en el poder para
siempre y como dueños absolutos del Estado: “No somos inquilinos: hemos venido para quedarnos
(en
el Gobierno) y ahora para toda
la vida”. Evo.
En países con tradición centralista, estatista y la
creencia del igualitarismo, los que por lo general poseen gobiernos
autoritarios e instituciones social y políticamente fragmentadas y a la deriva,
es común el surgimiento de líderes populistas con tendencias autoritarias.
Estos líderes populistas mesiánicos, fácilmente logran conquistar a esa mayoría
de la ciudadanía insatisfecha y para su comunicación con las masas utilizan el
llamado principio de vulgarización, vale decir que “el mensaje debe estar elaborado
para que llegue al sentimiento de la gente, del pueblo y de manera que lo
entienda hasta el más ignorante de los oyentes y así lograr que sea aceptado
por las masas”. Es sabido que al pueblo hay que hablarle como a niños y es así
como lo hacen los populistas.
Dada la importancia del discurso para movilizar a las
masas y utilizándolas lograr su conquista del poder, es una preocupación permanente
de los partidos socialistas y populistas la formación de cuadros de elite, con
gran habilidad para influir en el alma del pueblo y conducirlos a su redil.
Como su base discursiva, el populismo cocalero utiliza la coca, al pueblo, el
racismo, el anticapitalismo y promueve la total subordinación al líder
carismático. Un discurso que confronta al pueblo explotado, contra las élites
explotadoras y que afirma que su único defensor es el Jefazo, el líder
carismático dotado del poder de cambiar el rumbo del país y de instalar la
anhelada reivindicación social.
Los lineamientos para su discurso y su acción son:
Exaltar al líder carismático, apoderarse
de la palabra, del discurso y fabricar e imponer su propia verdad. Alentar el
odio de clases y de raza y la domesticación o eliminación de las instituciones
de la democracia liberal.
Para la campaña se utilizan de modo discrecional los fondos públicos y una
parte se los reparte directamente a cambio de obediencia.
Como recomendación epónima, tenemos la consigna del Evo: “Yo le meto nomas, que después arreglen los
abogados. Para eso han estudiado”.
El populismo cocalero siguiendo la senda de la coca,
de la tribu y del autoritarismo, desde el inicio define al enemigo y establece
el antagonismo de los indígenas, los interculturales, los obreros; contra los
liberales, que son los q’aras, capitalistas y terratenientes. Esta su
estrategia es dirigida y apoyada por el Foro de San Pablo y los Gobierno
latinoamericanos Castrochavistas.
Un ejemplo de esta técnica del uso del racismo y
discriminación para incentivar los enfrentamiento entre la población, la vimos utilizada
hace poco por el Vicepresidente Gustavo Torrico, al comentar sobre el Primer Encuentro Nacional del Bloque
de Unidad, realizado en Santa Cruz con el objetivo de formar una alternativa nacional
conjunta para las elecciones generales de 2025.
Afirma el Torrico: “En Santa Cruz, no
podrán lograr una unificación. ¿A quiénes unificarían? Ya lo hemos dicho
varias veces, desde el oriente no aceptarán un movimiento proveniente de los
collas. Tienen sus propias agendas, con su autonomía, su racismo y su clasismo”.
En resumen, los cambas no se juntan con los collas.
ovidioroca.wordpress.com
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