Ovidio Roca
En el país se carece de una tradición y
cultura de uso y manejo sostenible de las tierras y poco nos preocupa la
preservación de los ecosistemas, áreas forestales y ríos; esto
viene de herencias culturales antiguas e irresponsabilidad moderna.
Gran parte del territorio del Departamento de Santa
Cruz es devorado por las llamas, producto de un método irresponsable de
deforestación y quema autorizada por el Gobierno. Hasta ahora más de 500.000 has de bosques han sido quemados
y vemos como los campos arrasados, animales y plantas incluidos aumentan en la
Chiquitanía y esto tiene que ver con leyes obsoletas, malas tradiciones
culturales, irresponsabilidad de los campesinos y peores decisiones políticas
de dominación y de poder del Gobierno.
El área de expansión de
la agricultura fue desde los años sesenta Santa Cruz, donde por su
disponibilidad de tierras agrícolas y la baja densidad poblacional permitía el
traslado de personas y comunidades desde las zonas andinas más pobladas. Estos
colonizadores con cultura agrícola perteneciente a otros ecosistemas, sentían hostil
el
bosque al que llegaban y que en su cultura se llamaba sach’a y a sus pobladores
sach’a runa, es decir salvajes. Es por esto que cuando colonizan las tierras
del oriente, impulsados por la Ley agraria, la FES y su tradición cultural
lo tumban y lo queman. Esta
práctica ancestral es ahora ampliada y reforzada por el interés no solo de la
agricultura sino de la producción cocalera, materia prima de la cocaína; un
cultivo que permite grandes ganancias con poco esfuerzo, pero con muchos
contactos.
La ley agraria es, vale
la redundancia, agraria, ya que cuando se dictó no se hablaba de ecología,
preservación del medio ambiente o cambio climático. La idea era producir
alimentos y para mostrar que la tierra se destinaba a ese uso había que
desmontarla. No se consideró en esa época que la preservación, la forestación y
el manejo de bosques constituyen elementos para la determinación de la FES, la función
económica y social, que garantiza la tenencia.
Vale la pena recordar
que en Bolivia la tierra no es de la persona sino del Estado y para conservar su
tenencia, cada dos años se debe certificar que se esté cumpliendo con la FES,
la función económica y social pues si no, es revertida. Es lógico por tanto que
el usufructuario, ya que no dueño, de la tierra perciba que no hay garantía de
largo plazo.
Para establecer la FES
se aplica una Ley que no considera la capacidad de uso mayor de las tierras, su
uso agrícola, forestal o de preservación y si a eso le añadimos una cultura y tradición
que busca tumbar el monte para civilizarlo, más el interés del gobierno de
acelerar el traslado poblacional y dominio del territorio, la cosa se pone
color de hormiga.
En estos trece años el
MAS en su programa de colonización del oriente ha realizado dotaciones
irresponsables de tierras en áreas forestales sin tener en cuenta el PLUS, que
es donde se generan mayormente las quemas que con los vientos se descontrolan y
nos llevan a este desastre.
Nuestra economía
agrícola, la que garantiza nuestro sustento cotidiano se basa en un calendario
agrícola que se fue estableciendo y adoptando por las experiencias de miles de
años y que no señala cuándo arar, sembrar y cosechar y
ahora con el cambio climático rápidamente se están modificando estos ciclos del
clima y de la naturaleza. Hemos sido tan insensatos destruyendo los bosques,
los ecosistemas y rompiendo estos ritmos de la naturaleza, tal vez de manera
irreversible, por lo
que ahora surge la incertidumbre y tendremos problemas para garantizar nuestro
sustento cotidiano.
Mientras tanto podemos
seguir tumbando monte y quemando, es el proceso de cambio poblacional y del uso
del suelo.
ovidioroca.wordpress.com
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