Ovidio Roca
En sus discursos
electorales y con gran persistencia, los masistas afirman que los opositores no
tienen propuesta de país mientras que ellos sí la tienen. Y en efecto, no solo tienen
una propuesta sino que la han aplicado en el país y con ella se están enriqueciendo,
mientras de paso y para no aburrirse, destruyen la libertad, la base
productiva, la institucionalidad y la moralidad ciudadana. El sentido común nos
enseña que lo importante no es tener o
no una propuesta, sino que la misma sirva para mejorar la calidad de vida de la
población.
Los masistas y las
instituciones cooptadas por el Gobierno; ejército, policía, jueces y fiscales se
mantienen unidos por el hecho de que casi todos están de alguna manera involucrados
con la corrupción, el contrabando, el narcotráfico y especializados en extorsionar
al ciudadano y les preocupa que cuando pierdan el poder terminaran en una
cárcel, por lo que apoyan al régimen para que siga mandando y protegiéndolos.
Para salir de esta
trampa tenemos que entender que el problema es fundamentalmente el modelo, el
sistema populista y el funcionario poco importa, pues quién represente al
sistema es un patrocinador y cómplice de lo que ocurre. Lo negativo son sus
políticas públicas, estatistas, centralistas y dirigistas, que son buenas para
los dirigentes políticos pues les dan poder y los enriquecen, pero destruyen a
los pueblos y espantan a sus habitantes quienes escapan, como lo vemos todos
los días en latinoamérica buscando mejores horizontes.
Los grupos informales
cocaleros y contrabandistas que son las bases más activas del MAS y cuyos
ingresos dependen de esa gran economía de la coca, narcotráfico y contrabando,
deben entender y para su bien, que este modelo político económico del que viven
es insostenible y que en un futuro muy próximo su situación de vida será para
peor. Para quien quiera comprobar que el modelo populista extractivista y
cocalero no funciona, simplemente tiene que ver los resultados de la gestión
gubernamental en Cuba, Venezuela, Nicaragua, donde se aplica la misma receta.
El régimen cubano que
es el modelo y guía de los masistas y castrochavistas, no tiene nada que
mostrar sino fracasos. Tiene una economía parasitaria y nunca pudo implementar
una economía productiva; inicialmente vivió de los subsidios de Rusia y cuando
cae la URSS entran en el famoso “periodo especial” donde la gente se morían de
hambre, hasta que llega Chávez y le regala petróleo con el que pueden
sobrevivir, pagándolo con los servicios de un equipo de operadores y un sistema perverso de
espionaje y control que tiene esclavizados a los venezolanos.
Los masistas hablan de
la “epopeya heroica de la nacionalización de los hidrocarburos” que no ocurrió,
y solo se mantienen en el poder por sus prácticas dictatoriales y de control
absoluto de las instituciones del Estado y no porque su modelo de gestión haya
sido bueno y exitoso, ni porque hicieron bien las cosas. La verdad es que
recibieron una buena herencia y en dólares que alegremente dilapidaron, producto
de las reservas de gas ya descubiertas, de ductos construidos y contratos de
venta al Brasil y Argentina ya firmados por los gobiernos anteriores y además
que el capitalismo en sus ciclos económicos les regalo con altos precios del
gas como antes nunca vistos; a lo que añadieron un masivo endeudamiento interno
e internacional, e ingresos por la coca. Pero esto ya se acabó y lo que se nos
viene a los ciudadanos es lo mismo que ahora ocurre con los venezolanos. ¡A
preparar los papeles, las pilchas y el tapeque, que muchos van a tener que
salir pelando como lo hacen en Venezuela y Centroamérica!. De paso, aprendan a
cantar y vender chicles en los colectivos.
Se ha comprobado mirando
a los países exitosos, que la alternativa viable para el progreso de los
pueblos es el desarrollo sostenible, pero es importante entender que este
modelo de desarrollo requiere de trabajo, educación, seguridad jurídica y
estabilidad pues todo proceso de inversión productiva y creación de valor
requiere de un arduo trabajo de preparación, de siembra y cuidados antes de
poder cosechar. Pero para muchos es más cómodo confiar en las promesas de que
el Estado populista les dará todo lo que necesitan y lo único que les piden es
su apoyo irrectristo.
El problema es que alguna
oposición, contagiada de populismo no se anima a llamar las cosas por su nombre
y en sus discursos empieza a cantinflear temerosos de la reacción del pueblo
cuando se les diga la verdad: que hay que ser serios y ponerse a trabajar para
tener un futuro para nuestros hijos, que no podemos vivir de las promesas de
alasitas y de regalos, de la explotación de las materias primas, de la
informalidad y el narcotráfico.
En estos
tiempos electorales necesitamos discutir sobre proyectos y propuestas viables
para el país, siguiendo el ejemplo de los países y regiones exitosas y
superando esa práctica demagógica de las promesas, regalos o ataques personales
al oponente, que es algo que no ayuda a la democracia. Un tema a destacar es
que además de la propuesta de gestión de gobierno, hace falta la credibilidad
del candidato y su partido, cimentada en el valor ético, moral y de idoneidad
mostrado en el transcurso de su vida.
ovidioroca.wordpress.com
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