Ovidio Roca
El clima de la Tierra
nunca ha sido estático y se ha ido modificando especialmente por causas
geológicas durante milenios; actualmente vivimos un acelerado cambio y esta vez
por efectos de la acción humana.
El cambio climático genera una
modificación brusca del ecosistema, del régimen de lluvias, vientos,
temperaturas; en fin de las condiciones a las que nos hemos adaptado en
milenios tanto nosotros, los animales y las plantas de nuestro entorno y por
haber logrado esta adaptación es que podemos vivir con cierto confort en este nuestro
planeta.
Nuestra economía
agrícola que nos da el sustento, se basa en esas rutinas del clima y de la
naturaleza, que nos dicen cuándo arar, sembrar y cosechar y sin ella la
civilización humana no hubiese llegado hasta aquí. Un proceso de readaptación natural de las especies, las que sobrevivan a
las nuevas condiciones que genera el cambio climático, es sumamente largo, de siglos
y debemos considerar que el cambio que diezma algunas especies puede favorecer
a otras, especialmente insectos que afectarán los cultivos.
En Octubre de 2015, la Asamblea General
de las Naciones Unidas aprobó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los
que lamentablemente no se aplican al no contar con el respaldo efectivo de grandes
países y tampoco de una gran mayoría de la población mundial que dice que le
preocupa pero no cambia sus hábitos de consumo, de destrucción de la naturaleza
y producción masiva de basura cada vez menos biodegradable.
Los líderes
del Estado plurinacional, se precian de ser indígenas ecologistas e
indigenistas y manejan un demagógico discurso pachamamico; pero para la Comisión
del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza que analizó el caso del
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, Tipnis y los impactos que
causaría una carretera y que no se dejaron engañar, son solo ecocidas y
etnocidas.
Pese a que
se ha demostrado que la mejor tecnología para combatir el cambio climático es la
conservación de los bosques, Bolivia en los últimos trece años ha sufrido la
pérdida de un total de diez mil cuatrocientos kilómetros cuadrados de
bosque. La mayor deforestación está vinculada a la expansión agrícola y
pecuaria para producir alimentos e impulsada por la inseguridad de la tenencia
tanto por avasallamiento, como del criterio que maneja el INRA para su
titulación, de que si no se tala todo el bosque no se cumple con la función
económica social, y luego a los chaqueos y desmontes indiscriminados de los
avasalladores de tierras en territorios indígenas y reservas forestales;
últimamente en el Choré en Ichilo; Valle de Tucabaca en Roboré y en Guarayos.
Esta es una desforestación descontrolada que impacta en los ciclos hidrológicos
locales y cambia los patrones de precipitación, con aumento de riesgos de
sequías e inundaciones.
Paradójicamente
es durante el gobierno de los masistas pachamamicos, que se produce este grave retroceso
en la protección del medio ambiente: han dejado de lado e incumplen la ley
del medio ambiente, ley forestal, los mecanismos de control de uso del suelo y desvirtuado
la Superintendencia Forestal. En consecuencia han abandonado
el manejo forestal sostenible en el que Bolivia tenía un sitial mundial importante.
La política de protección de bosques y tierras se incumple y se abandonan las
áreas protegidas y se permite su avasallamiento por grupos cocaleros y
proyectos gasíferos y mineros, sin el menor cuidado ambiental.
Por un puñado de dólares o yuanes; estos defensores de la Pachamama y de los
pueblos originarios permiten a sus amigos del Imperialismo Chino: expulsar a
los indígenas originarios de sus territorios, destruir la naturaleza, los
animales, las plantas, y envenenar con mercurio los ríos amazónicos explotando
el oro. También se permite y facilita, que los llamados movimientos sociales enviados
por el gobierno como mitimaes, destruyan los bosques para colonizar el oriente,
mal explotar la madera, apropiarse de las tierras y sembrar coca.
Es consenso
pleno de la comunidad científica internacional, aunque Trump lo niegue y al Evo
poco le importe; que el cambio climático es causado por la acción humana sobre
los ecosistemas y que tiene sus orígenes y efectos en la emisión de gases de efecto invernadero, sobreexplotación de
los recursos no renovables, deforestación, contaminación de las aguas, por lo
que es nuestra responsabilidad para sobrevivir, para preservar nuestra vida y
nuestro futuro como seres humanos, trabajar seriamente sobre estos temas. Necesitamos
cuidar nuestros bosques e investigar y conocer el nuevo ritmo de los ciclos
agrícolas para determinar las épocas y lugares adecuados para nuestra actividad
agropecuaria, tanto cultivos perennes como temporales y adelantar la adaptación de las semillas a las
nuevas condiciones mediante los avances de la ciencia de la biotecnología con semillas transgénicas resistentes a la sequía y a nuevas
plagas, lo que reduce el uso de los agroquímicos o permite sustituirlos por otros
nuevos pesticidas menos contaminantes, significando menos
impactos ambientales y más ahorro en los costos de producción.
El problema
es que más allá del discurso poco hacemos y muchos poderosos y con influencias deciden
negarlo: “Las temperaturas de la brisa del viento
están llegando a menos 60 grados, la más fría registrada. En los próximos
días, se espera que se enfríe aún más. La gente no puede durar afuera ni
siquiera por unos minutos. ¿Qué diablos está pasando con el calentamiento
global?. Por favor Vuelve rápido, te necesitamos”. Donald Trump, Muralista y Climatólogo.
ovidioroca.wordpress.com
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