Ovidio Roca
Por la experiencia de la mayoría de los países latinoamericanos se constata
que a la final el Ejército, las armas, son las que definen el rumbo del país y
su estabilidad y mientras el Gobierno cuente con su protección podrá mantenerse
indefinidamente en el poder. En consecuencia los gobernantes buscando el apoyo
de las fuerzas armadas y al margen de los
recursos onerosos del presupuesto estatal para su equipamiento y sostenimiento,
les otorgan entre otros privilegios el monopolio del lucrativo negocio de
controlar la frontera y todos los tráficos: coca, droga, armas, minerales,
alimentos, combustible, etc.
Un analista de Crisis Group, explica
que en Venezuela: “A los militares ya no les interesan los cargos burocráticos
porque en los Ministerios ya no hay dinero”. Entonces, la línea
política de los incentivos económicos se gestiona a través de otras líneas
rentables: la petrolera con PDVSA, la minera con Camimpeg y la administración de la Gran
Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), pero principalmente el comando del narcotráfico
para lo cual manejan un cartel propio, el Cartel de los Soles.
Los venezolanos y ahora con apoyo de
las instituciones democráticas internacionales, están peleando para librarse de
la dictadura castrochavista protegida por el Ejército. Hasta ahora Juan Guaidó el
Presidente Constitucional Encargado para lograr su apoyo ha ofrecido a los
militares que abandonen al Dictador, impunidad y perdón, pero ellos demandan
que se le garantice también mantener sus privilegios y lo afanado durante este largo
periodo de latrocinio chavista.
En los países democráticos el
ejército, la armada y la fuerza aérea, existen por mandato constitucional para
la defensa de la independencia y soberanía de la nación, pero como vemos solo
sirven para entronizar las dictaduras. Por su parte las fuerzas armadas justifican
su existencia pues, supuestamente, garantizan la integridad del país ante una
amenaza externa y por eso es que se les otorga el monopolio de las armas; entonces
la pregunta obligatoria es: ¿si esta
fuerza no tiene la menor posibilidad de superar cualquier amenaza externa y
solo sirven para oprimir al pueblo; se justifica su razón de existir?
Lo razonable es por tanto, concebir que la seguridad del país y de la
sociedad es algo más que un problema de defensa militar ante amenazas externas
y más bien ser entendida como el conjunto de condiciones que hacen posible la
sostenibilidad y el desarrollo del país y del pueblo en democracia y esto significa
seguridad jurídica, economía sana, educación, institucionalidad y respeto a la
misma, y vale la pena reafirmar que si un país no
tiene una economía solvente, evidentemente no puede tener unos buenos servicios
de inteligencia, una buena diplomacia y no puede tener seguro y contento a su pueblo.
Un otro asunto es el rol de la Policía,
la institución civil encargada de garantizar la seguridad de los ciudadanos y enfrentar
las bandas delincuenciales y de narcotraficantes cada vez más agresivas. Se
trata de una guardia armada bajo mando civil y no militar lo que tiene muchas
ventajas, pues en lugar de tener un ejército como institución permanente y “con
espíritu de cuerpo” es mucho más seguro y controlable tener una guardia bajo
mando civil. Esta Policía, esta guardia civil y armada, con formación
profesional, con ética personal y de servicio a la comunidad y por
supuesto bien pagada, debe ser fortalecida y profesionalizada con las técnicas
más modernas de inteligencia, de logística y con el mejor equipamiento de
represión para prevenir y combatir el crimen.
Como la desmilitarización de un país conlleva
el traspaso y la garantía de soberanía a un actor externo, a un régimen
internacional, se considera que a un país pequeño le conviene más para la
defensa de su integridad contar con una Cancillería del más alto nivel y Diplomáticos
capaces que manejen estas situaciones internacionales difíciles en lugar de
gastar dinero y esfuerzos en unas fuerzas militares que no jugarían ningún rol
efectivo.
Costa Rica en 1948, inteligentemente
eliminó el ejército y actualmente es el país más próspero, menos corrupto, más democrático
y más seguro de Centro América. “No quiero un ejército de soldados, sino de
educadores”; con
estas palabras el 1 de Diciembre de 1948 el
Presidente de Costa Rica, en aquel entonces José Figueres, abolió el ejército.
Por lo que recuerdo, la población boliviana nunca
tuvo simpatías por las fuerzas armadas, las hallaban inútiles, costosas y
abusivas con el pueblo llano, sobre todo en periodos dictatoriales. Recuerdo de
mi infancia rural que algún camba hablando del ejército decía: se levantan
temprano para hacer nada o prepararse para los desfiles; no producen nada más
que gastos y lo peor es cuando los gobiernos dictatoriales, militares y civiles,
los usan para someter y amedrentar al pueblo. Deberíamos coincidir parafraseando
a Figueres que: “No necesitamos un ejército de soldados, sino de educadores”.
ovidioroca.wordpress.com
ovidioroca.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario