viernes, 10 de mayo de 2013

ECONOMÍA PLURINACIONAL, MALA RECETA, PEORES COCINEROS


ECONOMÍA PLURINACIONAL, MALA RECETA, PEORES COCINEROS 

“El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Refranero.

Ovidio Roca

 Según el Gobierno tenemos un sistema de economía plural; el ideólogo del Estado Plurinacional lo explica como: socialista, comunista, comunitarista e indianista; según la oposición padecemos de un sistema populista indigenista, pero lo evidente es que, al margen de cualquier interpretación de estos términos, lo que tenemos es un sistema donde el Gobierno se atribuye la dirección de la economía, de la propiedad y la libertad del pueblo, lo que en esencia es totalitarismo y Dirigismo, y lo hace de forma atrabiliaria y chapucera.

La RAE, define el término Dirigismo como, "Tendencia del Gobierno o de cualquier autoridad a intervenir de manera abusiva en determinada actividad".
No se niega la necesidad de una intervención ilustrada y equilibrada del Gobierno para precautelar los derechos de los ciudadanos y del medio ambiente, pero sí el de suplantar el mercado por un mecanismo estatal de fijación de precios, de cuotas de exportación y otros controles más, que sabemos nunca han funcionado bien.

La teoría de sistemas nos enseña que los problemas empiezan cuando tratamos introducir un control exterior en un sistema-de-sistemas, el que debería estar mantenido por sus propias fuerzas equilibradoras internas, pues al intervenir lo que hacemos es producir desequilibrio y caos.
Se añade a esto, la chapucería y desinformación de los funcionarios públicos del área económica, los que creen poder manejar la actividad productiva aplicando recetas dirigistas y lo que están produciendo es inseguridad y desabastecimiento.

Leemos en la prensa de hace unos días, que una Ministro, anunciaba la exportación a Venezuela de 25 mil toneladas de arroz; el regalo de 1.500 toneladas de arroz a Cuba y la importación de 200.000 qq ( 10.000 Ton) de arroz de la Argentina. A su vez el Decreto Supremo Nº 1508 del 2013, señala “Que Bolivia es un país que en la actualidad cuenta con una sobreproducción de arroz, producción que abastece el consumo interno de manera satisfactoria y que permite realizar la donación de arroz en apoyo a la hermana República de Cuba”.
La Ministro, informaba igualmente que “se realizaran operativos para recoger, incautar todo el arroz que está en manos de los mayoristas, aparte vamos a hacer importaciones de arroz, que por parte del Estado van a llegar a 200 mil quintales de arroz pelado, de tal manera que con esto podamos hacer que el precio baje”. Que alguien explique este despelote.

Desde hace siete años, la actividad productiva del país sufre los efectos de políticas dirigistas; de la exigencia de absurdos certificados de abastecimiento que se aplican a la soya, pese a que el mercado interno absorbe apenas un tercio de la producción total. Con esto impiden la exportación y desalientan los cultivos; lo mismo para el azúcar, que se almacena en grandes cantidades en los Ingenios, esperando la buena voluntad gubernamental. Podríamos seguir mencionando de cómo estas políticas están produciendo graves distorsiones en la oferta de maíz, de trigo y otros productos básicos, pero si queremos ver el resultado final, lo podemos hacer mirando Cuba y Venezuela, donde con estas políticas han destruido el aparato productivo, su producción  agroalimentaria y ahora dependen totalmente del exterior.

Y lo más grave de este tipo de políticas, es el desaliento para los productores, los inversionistas, y para toda la actividad formal, pues no se trata de que haya malos ministros o dirigentes, sino de la aplicación de una receta política y económica socialista, comunitarista, dirigista que no funciona.

En estos últimos años la coyuntura externa ha sido favorable y con precios excepcionales para los países que exportan productos primarios, como los latinoamericanos, y por ende reproduciendo la historia bíblica de los siete años de vacas gordas.
El problema es que no hemos sabido ahorrar, ni invertir productivamente los ingentes recursos recibidos; se está destruyendo el sector productivo y la moral ciudadana, así como y el sentido de respeto a las normas y la institucionalidad. De esta manera la herencia del masismo será la de un país sin dios ni ley, pero con coca.

Sabemos que esta bonanza de precios no durara, pues vienen luego los años de las vacas flacas, por lo que nos preguntamos si no corresponde que la institucionalidad nacional, la Federación de Profesionales, el Colegio de Economistas, de Agrónomos, se pronuncien al  respecto del modelo socialista y dirigista que se está aplicando en el campo. Es urgente también, saber que opinan los agroindustriales, que dicen los productores agrícolas y como ven ellos el futuro del sector agrícola y agroexportador, pues es posible que los escribidores estemos equivocados, pues como dice el dicho “otra cosa es con guitarra”,  y este sea el mejor sistema para lograr potenciar y desarrollar el sector agrícola e industrial y el país en su conjunto, como lo creen muchos, especialmente en el Chapare.

En la prensa vemos encuestas que nos indican que la población en su gran mayoría apoya al Presidente Morales; será porque están satisfechos con su situación, o porque se identifican con un presidente indígena, o porque temen lo que podría pasar con su ausencia y tienen temor de la anarquía sobreviviente, el caos resultante si el dejara el gobierno. También puede ser por el famoso síndrome de Estocolmo.

En la primera elección de Evo Morales, mucha gente de clase media voto por él, con la esperanza de que el bloqueador una vez en el gobierno ya no tuviera que hacerlo y habría tranquilidad y podríamos movilizarnos y trabajar en paz. Nada más alejado de la realidad actual, pues vivimos una permanente anarquía, con reclamos y movilizaciones de todo tipo y la acción depredadora de los innumerables grupos informales y de traficantes, cada vez más poderosos, que hacen lo que quieren y presionan al gobierno con el voto castigo.  

Cuando la situación económica se complique y los problemas sociales se agudicen aún más, cuando los sectores sociales que no tiene respeto a ninguna norma y a ningún poder se desbanden, debemos preguntarnos qué ocurrirá con nuestra familia, con cada uno de nosotros, los de clase media, profesionales, productores, artesanos comerciantes formales, ciudadanos de a pie, si vemos que cada vez hay más violencia y menos solidaridad y a casi nadie le importa el bien común sino su propio beneficio.

Lo que sabemos por experiencia histórica es que cuando sobreviene la crisis económica y el consiguiente descontento popular, el Gobierno comunista, nazi o fascista se radicaliza. Se fortalece el sistema represivo, se politizan y potencian los organismos coercitivos, Ejército y Policía y se crean fuerzas paramilitares de choque, camisas negras, rojas, como ya lo estamos viendo.

Algunos piensan que no tenemos elección y creen que acomodándonos y haciéndonos sumisos al poder vamos a sobrevivir. Y uno se pregunta cuál es la fuerza que nos induce hacia a la indefensión, hacia nuestra destrucción.

Nos lo explica con absoluta claridad Ayn Rand, en La Rebelión de Atlas. 

Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.” 


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