Ovidio Roca
“El
sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca”. Kant.
Los seres humanos nacimos,
nos criamos y adaptamos a un ecosistema con sus ciclos climáticos de temperaturas,
vientos, lluvias y sequías.
Aprendimos durante milenios y mediante prueba y error, prácticas agropecuarias
viables sin las cuales la civilización humana no hubiese llegado hasta aquí.
Inventamos la agricultura adaptada a los ciclos del clima, así elaboramos nuestros
calendarios de cultivos, el uso de mejores semillas y adecuadas prácticas de
labor: De cuándo y cómo sembrar, cosechar y el período de crecimiento y
fructificación de las plantas.
Ahora con el cambio
climático, todos estos biorritmos de la naturaleza que conocemos y al cual nos
adaptamos durante milenios, se están transformando y desquiciando rápidamente y
seguramente de manera irreversible. Pero aunque lo vemos, no lo asumimos y somos
tan insensatos que afectamos cada día el ecosistema con nuestra expansión agropecuaria
desmedida que arrasa con los bosques y realizamos actividades industriales
contaminantes y así cada día vamos rompiendo los ritmos y equilibrios de la
naturaleza.
Para seguir produciendo y poder comer, necesitamos nuevas
prácticas de cultivos y nuevas variedades de semillas resistentes para este
nuevo ecosistema que hace caer la producción, lo que contribuye al
empobrecimiento de los campesinos y genera migraciones masivas hacia las
grandes ciudades en busca de mejores condiciones de vida.
Ante esta situación actualmente, además de nuevas
formas de cultivo, se están desarrollando tecnologías para contar con
variedades de plantas y semillas, adaptadas a la nueva realidad ecológica y
productiva y así aumentar la productividad, es decir lograr más producción con
menos tierras e insumos, disminuir las pérdidas y atraer la población al campo.
En Bolivia, el masismo avanza con su proyecto de
colonización étnica y tomas de tierras y territorios en el oriente y el chaco,
para ampliar sus cultivos de la mama coca y con esto están afectando fuertemente
al ecosistema al destruir los bosques.
Con su Ley de la Madre Tierra y la de Revolución Productiva Comunitaria, el
Gobierno masista, por su ignorancia disfrazada de ideología, prohíbe los
cultivos con semillas genéticamente modificadas (OGM) y paliar en algo la
situación.
Como resultado de estas limitaciones para el uso de la tecnología entre otros cultivos,
la producción de maíz se reduce y actualmente
el 70% del maíz que se consume en Bolivia ingresa de contrabando y es
transgénico. “Esta es la política de desarrollo masista, con la que solo
se desarrolla y crece el contrabando”.
Se informó desde China, que la papa “Upotato No.1” se
reproduce mediante semillas que produce la misma planta. En la Provincia de
Yunnan donde se inició la experiencia, solo necesitan 30 gramos de estas semillas
de papa para sembrar una hectárea, en comparación con los poco más de 2000
kilogramos de papa semilla por hectárea, que se utilizan actualmente para
cultivarla, lo que reduce en gran medida los costos de siembra. El rendimiento
de estas papas híbridas de primera generación fue alrededor las 45 toneladas
por hectárea.
China, que como todos los pueblos necesita producir
para alimentar a su población y comercializar los excedentes, no es enemiga de
los transgénicos y utilizando tecnología genética “reinvento la papa”.
Además de China, los Estados Unidos y Japón han aprobado el consumo de alimentos
editados genéticamente, incluidos tomates más saludables y peces de crecimiento
más rápido.
El gobierno masista que les da el oro a los chinos cobrándole
los impuestos más bajos del planeta, recibe a cambio el mercurio que ellos echan
en los ríos y algunos créditos para los masistas. Evo tendrá su cuenta en
Yuanes y dólares en la cacha.
Los masistas podrían pedir a sus Jilacatas chinos, que le enseñen a investigar
y producir papa con semillas y que se lleven su mercurio.
ovdioroca.wordpress.com
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