Ovidio Roca
“En el juego político, gente sin principios pero con intereses, dirige a
gente sin memoria pero engolosinada y viviendo de promesas”. Pukymon
Este escenario de pandemia es un campo fértil para los
masistas; sus asesores saben que las personas nos dejamos llevar por temores y odios,
deseos, sentimientos, amores. Conocen muy bien que la emoción se impone a la
razón y que nada ni nadie puede evitarlo; por ende manejan un discurso emocional
de victimismo, racismo y odio, con el que mantienen a sus bases en apronte
contra todos sus opositores.
En tiempos de conflictos de cambios sociales y de
Gobiernos que no funcionan para bien y más bien sofocan y oprimen al pueblo, se
genera el temor y la inseguridad por lo que buscamos esta nuestra seguridad en
la familia y en el retorno a la tribu, a la manada.
Esta necesidad de sentirse parte de una manada es más fuerte que cualquier cosa,
y junto con la manada se viene la horda populista la que se está virilizando en
américa y que como siempre lo ha hecho, destruirá a la economía y la ciudadanía
de los países infectados de populismo.
Si la cosa es así, la pregunta es por qué los
demócratas liberales con una propuesta viable y sostenible, no logran convencer
al pueblo y pierden las elecciones, mientras el MAS con el populismo demostrado
inviable y al margen del consabido fraude, las gana. Una explicación plausible sería
que las promesas tienen una gran fuerza y que las ilusiones siempre prevalecen
sobre la razón.
En los países poco desarrollados, el pueblo vota apostando
por el populismo y el estatismo, pues creen que con este sistema vivirán bien;
esperan resultados económicos mágicos y que no requieren el menor esfuerzo de
su parte. Una ilusión que ya fracaso en todas partes, como lo vimos con el
comunismo en la URSS y luego como siempre viene la crisis, la miseria y las
muertes y vuelta a empezar. Venezuela, Cuba, Nicaragua son los ejemplos más
tristes de esto, pero la gente no quiere verlo y la ilusión siempre triunfa.
El éxito electoral del MAS además de su discurso
populista demagógico y de vivir bien, también tiene una propuesta económica,
pues la gente tiene que comer. Es un discurso estatista y centralista y con la promesa a sus seguidores de hacerse
cargo de ellos usando los recursos del Estado que manejan a su antojo. Ofrecen además
de los bonos, darles facilidades para que trabajen y ganen en la economía que
conocen, la economía informal y especialmente en el circuito coca,
narcotráfico, contrabando y pegas públicas. Un discurso que llega a la
población que quiere creerles, pese a que por todos lados se ha mostrado que es
un modelo económico y social no sostenible.
Pensamos como vivimos; recordemos que en Bolivia se
tiene una economía extractivista y una población que en un ochenta por ciento
vive de la economía informal. Una
población de una baja formación educativa y técnica, lo que le complica su
inserción en esa economía digital y de alta tecnología que se expande por el
mundo. En consecuencia la gente tiene un gran temor de enfrentarse a esta nueva
economía y formas de trabajo y producción para la que sienten no estar
preparados y se inclinan por el populismo y sus promesas.
Por su parte la oposición apela a la responsabilidad
personal y postula que nosotros debemos hacernos cargo de nuestra vida, en una
economía de mercado, con propiedad privada, integrada al mundo, competitiva,
con libertad de comercio y un espacio social donde se maneja el criterio de
ciudadanía y no de etnia o de tribu. Es un discurso que exige responsabilidad
personal y no ofrece prebendas a la población del área de la economía informal y baja capacitación, por lo
que para convencerla se requiere de un gran trabajo en el área educativa y de
formación tecnológica para esta población.
ovidioroca.wordpress.com
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