Ovidio Roca
Se habla mucho de propuestas y recetas
para vivir mejor y más aún en esta etapa electoral. Para no equivocarse lo más práctico
es ver y asimilar lo que hacen bien los países democráticos exitosos aplicándolo,
adaptado a nuestra realidad e idiosincrasia y alejarse de esas prácticas fracasadas
que en nuestra vecindad practican los gobiernos populistas de Cuba, Venezuela,
Nicaragua y que el masismo sigue de manera obtusa.
Aquí no se
necesita de grandes algoritmos, sino usar el sentido común que nos dice que es
bueno aplicar las recetas que dan buenos resultados y que es una estupidez
cocinar una receta que no genera provecho o causa infecciones; salvo que se lo
haga con malas intenciones como en el populismo.
Vivimos en un mundo que
cambia rápidamente y en todos los ámbitos, por lo que tenemos que capacitarnos,
formarnos para aprender cómo hacer cosas nuevas y mejores en lo productivo y buenas
prácticas en lo social, tales como respetarnos entre nosotros, respetar las
normas de convivencia y evitar caer en el autoritarismo, las drogas, la
violencia y especialmente cuidar nuestro ecosistema pues si lo destruimos nos
destruimos a nosotros mismos.
Por ejemplo; hace más
de setenta años Costa Rica decidió cambiar de rumbo, eliminó el Ejército y
dedicó esos recursos a la educación, capacitó a su gente, aprendió a respetar
el medio ambiente y las leyes y ahora viven en paz. El país no incursiono en
guerras internacionales ni internas, lo contrario de lo que ocurrió con sus
vecinos centroamericanos que siguieron igual y ahora huyen angustiados escapando
de la violencia y miseria de sus países.
Cuando se
habla de democracia, desarrollo y economía sostenible, los países nórdicos son un
modelo a imitar pues ellos mantienen uno de los más altos niveles de vida.
Entre estos países esta Suecia que el año pasado recibió el reconocimiento como
líder de economía sustentablemente equilibrada y robusta a nivel mundial en las
tres dimensiones: Medioambiente, Social y Gobernanza. Ellos lo hicieron bien y
si nosotros no tomamos en cuenta estos ejemplos, difícilmente podremos
sobrevivir.
Los países democráticos
modernos han ido avanzando rápidamente hacia la economía del conocimiento, pues
se ha comprobado que no son las materias primas la base de la riqueza, sino que
lo es la educación, la cultura emprendedora y la permanente investigación, los componentes
indispensables del crecimiento y del progreso.
Recordemos el mal
ejemplo de los países de economía extractivista y primaria como Venezuela, que
confirma eso de la “maldición de los recursos naturales” y el cómo Evo Morales
fiel a la práctica populista, repite el libreto que
mantiene y ahonda el subdesarrollo: “Es una obligación explotar los recursos
naturales (…) “Algunos partidos quieren acabar con el
llamado Estado extractivista (...) la derecha no quiere aprovechar los recursos
naturales”.
El liberalismo como Propuesta de país,
postula que el éxito y el progreso de una sociedad empieza no en el Estado,
sino en las personas, sus valores y la educación individual y ciudadana; con la
promoción de una cultura que aprecie y premie la
excelencia, el trabajo creativo y productivo, que rechace la mediocridad, el
fraude y la corrupción; una cultura que genere un alto nivel de conciencia ética
y de respeto a la ley sin excepciones de ningún tipo.
Con una economía de mercado, de libre iniciativa y el pleno reconocimiento del derecho de propiedad privada como clave para creación de empleo y la prosperidad del país.
Con un modelo de economía productiva centrado en la generación de valor agregado sobre la base de la competitividad, el desarrollo y la innovación.
Con una economía de mercado, de libre iniciativa y el pleno reconocimiento del derecho de propiedad privada como clave para creación de empleo y la prosperidad del país.
Con un modelo de economía productiva centrado en la generación de valor agregado sobre la base de la competitividad, el desarrollo y la innovación.
Reconociendo que el
motor de la creación de empleo productivo, son las iniciativas individuales y
las empresas privadas y no el Estado, cuyo rol es el de proporcionar un entorno
normativo, fiscal, cultural y ético, que garantice y estimule la actividad
productiva privada.
Entendiendo que un país plagado de
leyes que solo se usan para favorecer al gobierno y complican el trabajo de las
personas, su empresa y su vida, no es lo mejor, y más bien se debería eliminar
ese enjambre de malas leyes, empezando por aquellas que perjudican la libertad
y el trabajo del ciudadano.
El sistema
impositivo es una herramienta de dinamización de la economía y no debe alcanzar
nunca niveles confiscatorios que inhiban el ahorro, la inversión y
desincentiven el trabajo y el esfuerzo. El gasto público necesita estar
sometido a un riguroso control para impedir un endeudamiento que genere
inflación e hipoteque a las futuras generaciones.
Es clave para la consolidación
del Estado de Derecho y el correcto funcionamiento de nuestro sistema
democrático; una efectiva separación de poderes y una autentica independencia
del Poder Judicial y esto se logra con más efectividad con un Estado Federal
fuerte y eficiente y capaz de reconocer la pluralidad histórica y cultural de
la nación boliviana. Bajo este esquema corresponde al Estado ser el guardián de
las reglas del juego y el garante de la seguridad jurídica para los operadores
económicos y sociales.
Estos lineamientos de
política demandan la inmediata reforma del Poder Judicial, Poder Electoral y
del Tribunal Constitucional que necesitan ser despolitizados y reestructurados
totalmente con funcionarios idóneos y con principios éticos. Asimismo avanzar
hacia la necesaria reforma Constitucional para establecer un Estado Democrático
Federal.
ovidioroca.wordpress.com