Ovidio Roca
Los
masistas son expertos vendedores de mitos; durante más de 13 años el discurso
político y propagandístico del MÁS atribuyó a la llamada nacionalización la
bonanza económica del país, ocultando que fueron los altísimos precios
internacionales de los hidrocarburos y el incremento del IDH los que explican
los mayores ingresos del Estado. A eso hay que añadir las exportaciones de coca
y sus derivados que financian el contrabando, el crecimiento inmobiliario y una
cierta bonanza, aunque no sostenible, de la economía.
Ahora se acabó la plata, se acaba el gas y las
empresas en las que se gastó cientos de millones de dólares están en quiebra;
los prestamistas están cobrando las inmensas deudas y unos cobran en dólares y
otros en territorio y recursos naturales. El pueblo enfermo de populismo ya no
cree en las instituciones, ni en nada ni en nadie; se acabó la fiesta y hay que
poner en orden el país, pero los jaraneros no quieren saber de poner la casa en
orden y aceptar que hay que empezar a capacitarse, a trabajar en serio, a
producir y arreglar las cuentas.
En Bolivia, país de economía primaria, las reservas de
gas cayeron, hay problemas para cumplir los contratos de exportación y se encogen
las reservas para abastecer la demanda local; mientras por su parte el Gobierno
continua con su modelo económico estatista y de galopante corrupción populista
y cocalera.
Esta economía populista cocalera se podría mantener estable
dependiendo de cómo actúen los países vecinos, en su afán de protegerse de la
coca, el contrabando y el narcotráfico que les afecta. El problema es que este
comercio es el que sostiene al régimen populista y si se recibe una presión
internacional fuerte esta economía ilegal se caerá y obligara a la ciudadanía responsable
a realizar un cambio de modelo para mejorar las condiciones de vida en el país.
Sin embargo, la percepción común (en
un país con ochenta por ciento de empleo informal) es que si eliminamos las
actividades ilegales y de baja tecnología la población mayoritariamente se
quedará sin trabajo.
La perspectiva que se nos presenta con el populismo es
una segura caída de los ingresos, por lo que si queremos avanzar y no caer en
la miseria, necesitaremos un nuevo modelo de economía, el que indudablemente
está ligado al conocimiento y las nuevas tecnologías y esto lo tenemos que realizar
bajo la conducción de uno de los candidatos que se han presentado a la
contienda electoral de Octubre.
Para la elección entre los candidatos los debates poco ayudan, pues la gente vota según sus intereses de corto
plazo y su vinculación con el modelo político y económico que representa cada uno
de los aspirantes; candidatos de los cuales ya se tiene, aunque sesgada, una personal
o corporativa percepción:
Lo que se percibe de Carlos
Mesa es que es un brillante periodista y magnífico orador. Se lo recuerda como
un mal presidente, inseguro en sus decisiones y que le gusta rodearse de
amiguitos que le hacen coro. En caso de gobernar Mesa y por lo que se vio en su gestión
actuará como lo hizo en su momento Hernán Siles, atribulado y sin saber qué
hacer ante la anarquía y espantosa inflación que enfrento y que también ahora vendrá,
pero ahora sin el Doctor Paz. Seguramente Mesa no tomará decisiones difíciles
de tipo cambiario, reducción del gasto público y equilibrio fiscal, por lo que
la situación se volverá caótica. En estas circunstancias la población que está integrada
a la actual informalidad cocalera y contrabandista, pedirá a gritos que Evo continúe.
Oscar Ortiz es un buen
Gerente tiene las ideas clara, cuenta con la simpatía internacional de los
países democraticos y puede formar un buen equipo de gobierno con gente idónea,
que la hay, para afrontar la difícil situación económica e institucional que
dejará el masismo y que Mesa por su carácter no podría enfrentar. Tiene poca
llegada a nivel nacional y popular.
El exitoso
posicionamiento de Evo es fruto de los ideólogos populistas del Foro de
San Pablo, quienes lo convirtieron en el icono indígena de una mayoría de
población de raigambre campesina. Es el jefe de los sindicatos cocaleros que
dan sustento a la economía informal a la cual la población, por la falta de desarrollo
del país y de educación técnica, se halla vinculada en un setenta u ochenta por
ciento.
Evo es un dirigente
campesino que no tuvo oportunidad, como gran parte de los campesinos bolivianos,
de formarse intelectualmente. El sabe arengar, apuntar y denigrar al enemigo,
pues es lo que hace un dirigente sindical; argumentar y proponer modelos de
sociedad, de economía y de gestión es otro cantar, por tanto no le conviene
debatir. Es por eso que el Linera dice que él lo representara en los debates,
pero que para no aburrirse piden que vengan de a seis o más asnopositores.
Ante esta situación y dado
que la economía populista, extractivista y cocalera que ofrece Evo y que gusta
a los informales es insostenible; hace falta un programa de gestión que nos
permita educarnos y capacitarnos para ingresar paulatinamente a una economía
sustentable, pues de lo contrario en un corto plazo caeremos como en Venezuela,
en la miseria y pasto de los carteles de la droga y viviendo en permanente
violencia y temor.
Por tanto la situación nos exige que todos asumamos nuestra responsabilidad como ciudadanos, trabajar duro en la actual coyuntura y decididos a capacitarnos pensando en el mediano plazo. Y lo más importante, que nos pongamos de acuerdo para hacer un frente común contra el populismo, pues si no lo hacemos: la luna se esconderá y el sol se escapará y habrá llanto y miseria de las guaguas y de nosotros los achachis.
ovidioroca.wordpress.com
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