Ovidio Roca
No existe una verdad única sobre un evento, sino
varias verdades o varias experiencias de vida las que juntas, cada vez pueden contar
una historia diferente.
Problemas del crecimiento poblacional explosivo
La ciudad de Santa Cruz
de la Sierra el año de 1950 tenía 42.000 pobladores y en 68 años (2018) ya tiene
1.700.000 habitantes, es decir que se ha multiplicado en más de 40 veces.
Este explosivo
crecimiento producto de la inmigración ha dejado en minoría a la población
originaria, los que son ahora alrededor del treinta por ciento. Como producto
de esta agresiva expansión poblacional sobre una sociedad de inicio semi rural,
se ha producido una ciudad ajena, sin dueño y con ausencia de autoridad pública,
donde cada cual busca sobrevivir como puede y ganarse sus pesos. Los
riesgos de este rápido crecimiento migratorio de culturas diferentes, más una urbanización rápida y en la última etapa sin planificación, tiene
efectos agudos en la infraestructura y la inestabilidad social, que exacerban
las disparidades socioeconómicas y crean condiciones insalubres que facilitan además
la propagación de enfermedades.
Esta explosión
demográfica más una actitud permisiva de la población originaria, una débil
autoridad municipal y la prevalencia de discursos de intolerancia pueden llevar
peligrosamente a la ingobernabilidad y la violencia.
La difícil tarea de asumir nuestra
responsabilidad
En Santa Cruz, todos los días sufrimos las dificultades de circulación especialmente en las áreas cercanas a los mercados, esto por los abusivos asentamientos de los comerciantes y luego por sus permanentes enfrentamientos con la policía; una situación de nunca acabar por la necesidad y empecinamiento de los vendedores.
La solución podría ser simple, pero requiere de algo difícil de conseguir: se llama responsabilidad y educación ciudadana. Si nosotros, ¡todos nosotros!, decidiéramos comprar exclusivamente en las áreas autorizadas, se acabó el problema.
En Santa Cruz, todos los días sufrimos las dificultades de circulación especialmente en las áreas cercanas a los mercados, esto por los abusivos asentamientos de los comerciantes y luego por sus permanentes enfrentamientos con la policía; una situación de nunca acabar por la necesidad y empecinamiento de los vendedores.
La solución podría ser simple, pero requiere de algo difícil de conseguir: se llama responsabilidad y educación ciudadana. Si nosotros, ¡todos nosotros!, decidiéramos comprar exclusivamente en las áreas autorizadas, se acabó el problema.
Si no hay compradores
no hay ventas y por tanto no hay vendedores; esto que parece tan obvio, poco se
lo plantea, ni se lo cuestiona y menos se lo practica. En los medios de
comunicación se relatan estos violentos enfrentamientos, pero casi nunca se lee
una opinión pidiendo a la gente que por responsabilidad ciudadana no compre en
la calle; se critica al comerciante pero no al comprador y así creamos una
cultura de la irresponsabilidad. Pero así nomás había sido.
Agresión gratuita al pueblo que los acoge.
Agresión gratuita al pueblo que los acoge.
En toda la ciudad vemos que se tira
basura a las calles como una práctica natural de casi todos los transeúntes, ya
sean originarios como afuereños.
Muy temprano voy a caminar al Parque los
Mangales y siempre veo un par de simpáticas señoras quienes recogen diariamente
y en grandes bolsas la basura plástica arrojada en este hermoso paseo. El
marido camina aparte, me imagino que acomplejado al igual que yo por no hacer lo
mismo y esto como fruto de nuestros extraños atavismos culturales. Un día
vinieron unas muchachas muy simpáticas: era un desafío; acumularon basura se
hicieron una “selfie” y nunca más volvieron. Algo es algo.
Conversando de esto con una señora de
allende los mares, me comentaba que esto es más común en ciudades de alta
migración, pues algunos migrantes no se sienten ligados a la ciudad que los
acoge y más bien la adversan y la agreden y generalmente lo hacen tirando
basura. Es que no se sienten identificados con ella, ni la quieren, pues están allí
obligados por la necesidad y sus circunstancias.
Boicot a la producción y las exportaciones
En Santa
Cruz desde el momento que se tuvo acceso vial a los mercados nacionales e
internacionales se empezó a desarrollar una moderna agroindustria y agricultura
de exportación, la que nunca tuvo restricciones gubernamentales. En la
actualidad el modelo económico masista de dirigismo de la economía, con los
cupos y autorizaciones de exportación se tiene agobiados a los empresarios y
agricultores y seguramente terminaran por hacer quebrar toda iniciativa lícita
en el país. La coca y cocaína no tienen mayores problemas, siempre que se respete
la cuota y pague la tarifa.
En las épocas pre-plurinacionales,
los cocaleros bloqueaban las carreteras que pasan por el Chapare, facilitando
la salida de su coca procesada y de paso frenando las exportaciones del país. Hoy
son los ministros y parlamentarios los que mediante leyes hacen lo mismo, bloqueando
las exportaciones. La misma chola con otra pollera.
En el
modelo económico populista cocalero, contraviniendo a Adam Smith, el precio no
se fija por la oferta y la demanda sino se lo consigue con Decretos o mediante el
bloqueo. En estos días y aplicando esta doctrina los soyeros de la zona Este,
San Julián y Cuatro Cañadas, dicen que no retrocederán en su pedido de un
precio justo por la soya y seguirán bloqueando la carretera que conecta Santa
Cruz con el Beni. Es el proceso de cambio, el paso del liberalismo responsable al
populismo estatista cocalero.
ovidioroca.wordpress.com
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