martes, 4 de junio de 2019

LA OPCION DEMOCRATICA EXIGE RESPONSABILIDAD Y ADAPTACION A LA NUEVA ECONOMIA MUNDIAL



Ovidio Roca

Vivimos en una nueva etapa de la economía mundial, la del conocimiento y la innovación, en la cual se modifica rápidamente la forma de producir y donde los productos mismos cambian permanentemente. En el ámbito de la geopolítica internacional, se renueva la guerra fría y resurge el realineamiento de los países: los totalitarios de discurso populista y los estados capitalistas liberales y ambos proyectos políticos disputándose diariamente espacios de hegemonía.

Los pueblos y naciones pueden optar por seguir el camino de la Democracia, una sociedad de hombres libres y responsables de su propio destino, con una economía de iniciativa privada y democrática, o por el Populismo, con un Estado protector y con masas sometidas a un caudillo omnipotente.

En Latinoamérica el populismo se instaló aplicando una política que hace al ciudadano cada vez más dependiente de las mercedes del Estado y del partido de Gobierno y lo hizo con mayor contundencia en los últimos veinte años, aplicando una política económica estatista y dictatorial que está destruyendo el Estado de derecho y la economía productiva. Un ejemplo patético de éste mal es Venezuela un país antes riquísimo,  donde ahora no hay libertad, seguridad, ni comida, ni agua, ni luz, aun menos servicios de salud y la gente por millones huye desesperada del desastre castrochavista, y este es el escenario con el que nos tenemos que enfrentar.

En los últimos veinte años el populismo tuvo una buena racha en Latinoamérica; se aprovecharon de los altos precios de las materias primas, especialmente del petróleo y minerales, pero con su ineptitud y corrupción dejaron a los países en la miseria y ahora sus caudillos (fabulosamente ricos) empiezan a ser apartados del poder.

Los gobiernos democráticos que heredan el desastre dejado por los populistas, deben enfrentar el duro trabajo de la reconstrucción de su país, de su economía y sus instituciones, para lo cual precisan tomar medidas drásticas. Este proceso de reconstrucción de la economía destruida por el populismo se da en el contexto de una nueva economía mundial, de nuevas tecnologías, nuevos trabajos, nuevos productos, por lo que se deben destinar recursos para capacitar a la población y generar fuentes de empleo sostenibles. Debemos considerar que al vivir en este mundo nuevo y en permanente cambio, con estas nuevas tecnologías y trabajos aun no definidos y donde es imposible saber cuáles serán las necesidades del mundo en cinco y diez años, debemos considerar que la creatividad es lo que cuenta y de ahí la importancia de ajustar nuestros métodos de enseñanza: como el aprender a aprender, desarrollar la lógica y la imaginación y todo esto como un proceso continuo de educación.

El modelo populista cocalero que se aplica actualmente en el país, es primario, extractivista, estatista y para mantener tranquila a la población les otorgan subsidios, jubilaciones y crean pegas públicas insostenibles y ante la caída de los ingresos de gas y minerales, para financiarse gastan las reservas nacionales y endeudan el país. Promueven o consienten asimismo una economía informal basada en la coca y el narcotráfico, por lo que consiguen el apoyo de toda esa población de baja calificación educacional y que trabaja en este ambiente vinculado al contrabando y la informalidad.

Los países desarrollados del ámbito democrático se orientan hacia el trabajo creativo, la creación de valor, la innovación, la tecnología y su población trabaja y se capacita para producir y vivir bien y procura hacerlo en paz, con respeto al prójimo y al medio ambiente, disfrutando de los valores culturales y la seguridad que dan las instituciones democráticas

En una democracia el Estado no está orientado a la actividad industrial y productiva; su responsabilidad es garantizar la seguridad de los ciudadanos, la propiedad y el “Estado de derecho” e impulsa y promueve las industrias de nuevas tecnologías bajo iniciativa privada, mientras que las industrias estatizadas por el populismo necesitan ser privatizadas y dejan de recibir subsidios, por tanto están obligadas a modernizarse para competir en un mercado libre.

Se necesita igualmente reducir y regular el gasto del Gobierno en bonos y subsidios que se otorgan para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos estatizados (energía, transporte público, gas, agua potable, etc.). Esto obliga a modernizar las empresas, tornarlas más eficientes y sus servicios más baratos.
Los verdaderos empresarios y los trabajadores formales coinciden en la urgencia de tomar acciones efectivas, monetarias y de control, para hacer frente al contrabando; un flagelo que está acabando poco a poco con la producción nacional, desde la agrícola hasta la industrial.

Todo esto es necesario pero complicado de aplicar en el país, pues no es compartido con la mayoritaria población que en un ochenta por ciento informal y que bajo el modelo populista se acostumbró al empleo público, a vivir en la economía vinculada con la coca, el narcotráfico y el contrabando. Por tanto tomar decisiones de ajustes drásticos asusta a los políticos que buscan el favor de los votantes por lo que no se animan a pedirles mayor trabajo y responsabilidad. En un momento difícil Churchill dijo a sus ciudadanos: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, y salvó a su país y al mundo del nazismo.

El futuro del país está complicado por lo que si queremos incorporarnos a la órbita de los países democráticos, corresponde asumir como ciudadanos la responsabilidad de construir este mejor futuro, con mejor educación, trabajo productivo legal y sostenible como un legado para nuestros hijos y nietos.

ovidioroca.wordpress.com

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