Ovidio Roca
Es por demás conocida la propensión del ser
humano de guiarse por sus intereses, pero aún más por sus ilusiones y
esperanzas, por lo que siempre esperan que alguien le facilite todas las
soluciones para su vida; si no fuera así no tendríamos populistas, saca
suertes, yatiris, astrólogos, q’ananchiris, curanderos y tampoco hubiera
Licenciados politiqueros.
A los latinoamericanos les gusta las
telenovelas y los espectáculos, de ahí que se sienten muy impresionados y
atraídos por el populismo; los bolivianos escuchan felices los cuentos del MAS y sus discursos demagógicos que
ensalzan e inventan unos logros (dizque nacionalizaciones y otras vainas) que aseguran
ser exitosas. Con plata heredada esto les sale fácil, el problema empieza
cuando hay que trabajar y generarla.
Los políticos populistas son actores muy
hábiles para ilusionar al pueblo, entendiéndose pueblo como los pobres, los
indígenas y todos aquellos sin privilegios económicos o políticos; los que
luego son usados como fuerza de choque para conseguir poder y riqueza, pero
solo para los dirigentes. Estos políticos populistas dicen conocer y
representar los deseos del pueblo y utilizan un discurso demagógico, confrontativo
y maniqueo que se mueve siempre en los extremos.
Ellos no representan, sino que aseguran ser el
pueblo mismo; son
esencialmente mediáticos les gusta el show, el pueblo los adora y se siente
feliz cuando le ofrecen hacerse cargo de sus vidas. El problema está en que acompañan su
discurso populista con una práctica económica estatista, absolutista y que se
encargan de centralizar y tomar en sus manos todas las instituciones creadas
por el Estado democrático, distorsionándolas y utilizándolas a su favor y que
termina por hundir al país. Este acto teatral lo escenifica cada Presidente en su país,
en su “suyu” y de acuerdo a su propio estilo interpreta su papel y arma su ¡show
time!.
En nuestro país, el “jefe indio del sur”,
organiza y participa diariamente del show, para luego ser el show mismo, donde
muestra que no tiene nada que decir ni hacer en favor del país, al margen de
promoverse como el gobernante eterno. Recordando sus tiempos de sindicalista y
futbolero y ahora con el dinero público se solaza mandando construir canchas de
futbol, coliseos, museos y palacios en su honor, también un hipódromo en la
llajta y ahora que descubrió el Golf, algo de eso veremos en al Chapare.
Usando la plata de los bolivianos, se compra el mejor
y más lujoso avión para asistir a todos las reuniones internacionales sin saber
mayormente de que se tratan y disfruta especialmente en aquellas donde se
encuentra con sus hermanos mayores: cubanos, venezolanos, nicaragüenses, chinos,
rusos e iraníes.
Como es de suponer en un
ambiente como éste, sin seguridad jurídica ni incentivos para la inversión, no
es posible ser formal ni hacer negocios lícitos, por lo que todos terminan por
ser informales.
Pareciera incomprensible que luego que los
actuales gobernantes hayan “mostrado la hilacha” y de haber sufrido los
resultados del fracaso de su modelo económico y su pésima gestión de gobierno (que
actualmente se sustenta con el narcotráfico y el endeudamiento) la gente se
empecine en seguir apoyando algo que sabe que no es sostenible en el tiempo y que
los conduce a la opresión y a la miseria. Una explicación sería el temor de la gente al cambio, para el cual
no se sienten preparados, pues eso de ingresar y competir en la nueva economía
mundial, más competitiva, innovativa y tecnológica, los asusta.
El pasar de
la economía primaria y extractiva; de la coca, del comercio callejero, el contrabando
y el narcotráfico a la manufactura y a la moderna industria y servicios sofisticados
que requiere de nuevos conocimientos de los que se carece, lo ven imposible por
lo que se aplica el adagio: “es mejor lo viejo conocido que lo nuevo por
conocer”.
De parte de la oposición surgen unos desordenados movimientos de
resistencia los que logran poco éxito dado el embeleco del pueblo por la
predica populista y además que ellos están permanentemente enfrentados entre sí
y sin presentar mejores opciones ni mostrar fortaleza. Doria Medina y muchos otros, les piden a los dirigentes
opositores que deben entender que el principal enemigo no es Morales sino la
división, por lo que es vital unificar los votos por el candidato con mayores
probabilidades y de esta manera posibilitar una segunda vuelta que sería
catastrófica para Evo porque todas las oposiciones se unirían contra él.
Ergo, cada pueblo en función de sus especificidades debe ajustar y
desarrollar su estrategia de liberación y hay que empezar ya. En Cuba llevan 60
años intentándolo y como van las cosas pasaran algunos años más; lo que no es
muy alentador.
ovidioroca.wordpress.com