Cuentos e historias
explicados con "chuis" y no con hamburguesas gringas.
Ovidio Roca
Por no tan extrañas
circunstancias el discurso populista y
estatista es el preferido por las masas latinoamericanas, las que ilusionadas
por las promesas no asumen personalmente el duro trabajo de construir su futuro.
Es por esto que algunos analistas afirman que
los latinoamericanos no creen en el liberalismo porque significa asumir responsabilidades
y derechos individuales y sociales y ante esto prefieren la ilusión de que los
líderes y el Estado solucionara todos sus problemas: “Basta de realidades, queremos promesas” podría ser su emblema y declaración
de deseos.
Bolivia ingresa al siglo XXI conducida por un partido
populista hacia el estatismo, el indigenismo y el control absoluto de los
poderes del Estado, incluido el electoral. Es también la época durante la cual todos
los gobiernos populistas Latinoamericanos prosperaban financiados por la
increíble alza del precio de las materias primas, hidrocarburos, minerales y el
narcotráfico.
Las ideas socialistas, corporativistas y la ilusión
populista, obnubilaban a las masas que esperaban recibir todo de un Estado Benefactor,
mientras que las propuestas de trabajo tesonero, de ahorro e inversión
responsable son desechadas por la ilusión de vivir a costa del Estado, el que engordaba
con el auge de las materias primas, de la cocaína y el contrabando.
Por su parte muchos progres europeos bajo el paradigma
del buen salvaje, apoyaban todo proyecto revolucionario latinoamericano y este su
sentimiento guiaba el dinero de instituciones y personas hacia las ONG que
trabajaban promoviendo proyectos políticos de izquierda e indigenistas; pero
por supuesto mientras éstos sudacas permanezcan lejos de su casa.
Como popularmente se
dice, “otra cosa es con guitarra” y
así vemos como los populistas durante más de diez años hicieron una pésima gestión
gubernamental, derrocharon los recursos públicos que ellos no generaron, gastándolos
de manera ineficiente, despilfarradora y corrupta, mientras el
gasto público, la burocracia y la inversión improductiva crecían
exponencialmente, una gran parte de ésta financiada por endeudamiento.
Se multiplico la
economía informal y se dio amplia libertad para que los sectores de
capitalismos salvajes y vinculados con el circuito del contrabando y la coca
hagan sus negocios y en lugar de apoyar y promover la diversificación
de la actividad productiva, el gobierno con medidas políticas y judiciales atenta
permanentemente contra los derechos de propiedad, las empresas, la agricultura
y cualquier actividad formal de los que
considera opositores.
El modelo populista con sus variantes,
desde los típicamente comunistas de
nacionalizaciones masivas, colectivismo y estatismo económico como en Cuba,
hasta el capitalismo mercantilista de los compañeros del MAS, prevalecieron
durante estos años, pero ahora están preocupados pues con la caída de los
ingresos y de las reservas del gas están en graves problemas. Sin embargo ellos
mantienen la confianza, aún tienen la cocaína y saben que con el miedo,
el temor, más las ilusiones y esperanzas se controla a los pueblos y
si algo falla pueden vender el país a los chinos.
En general el pueblo se olvida
que lo correcto es guiarse por los resultados y no por las ilusiones y
fantasías; no por lo que se dice, sino por lo que se ve, y ahora que se avizora
con más fuerza un nuevo ciclo de vacas flacas está de vuelta la necesidad del
trabajo productivo y la innovación como fuente de riqueza y ahí hacen falta las
ideas, la doctrina y los planteamientos del liberalismo democrático. Podemos
seguir el camino de Venezuela o de Cuba, o podemos apostar a lo que están
empezando a hacer en Argentina, Chile y Perú y desde hace rato hacen los países
del norte de Europa; es hora de elegir y realizar.
ovidioroca.wordpress.com
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