martes, 5 de diciembre de 2017

CUENTOS DE GUERRILLEROS EN BOLIVIA REMEMBRANZAS UNO


Ovidio Roca
Eran los años sesenta, la época heroica de la Revolución Cubana y Fidel había encomendado al Che, que viniera por estas tierras para liberar a Bolivia.
En los cafés de Santa Cruz de la Sierra se comentaba como capítulos de una telenovela, las desastrosas aventuras de los guerrilleros perdidos en el monte y por ser pueblo chico alguien tenía un amigo o pariente entre los militares combatientes que le hacían llegar las últimas noticias y el que no, se las inventaba. 

Yo conocía a un Subteniente que cuando venía al pueblo me comentaba del permanente seguimiento que ellos hacían de los guerrilleros y luego me decía que solo esperaban instrucciones para aplastarlas; pero como le habían dicho “en el momento políticamente correcto”.

Finalmente la noticia: "No disparen soy el Che, yo valgo más vivo que muerto"' dice un desgreñado y harapiento guerrillero, mientras dificultosamente y rengueando sale al descampado y se entrega a un soldado de la patrulla del Capitán Gary Prado Salmon, en las cercanías de Valle Grande.

Los soldados no reconocían en este hombre enfermo y vencido, al famoso guerrillero del que hablaba la prensa. Aquel que en abril de 1967, resumió su idea homicida de justicia en su "Mensaje a la Tricontinental": "El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar".

Ya lo había demostrado en 1959, durante los cuatro meses que estuvo al frente de la fortaleza de la Cabaña y fue responsable del fusilamiento de varios centenares de prisioneros, vinculados o acusados de estar vinculados al anterior régimen.
Tiempo después, año de 1966, el Che fue enviado a Bolivia y según dicen porque le causaba problemas a Fidel y la idea era deshacerse de él o al menos mantenerlo alejado de La Habana.

Cuando éste llega a Bolivia, Mario Monje el Jefe del PC y ligado a la Unión Soviética, le niega todo apoyo logístico, y allí andaban los guerrilleros “como sepes desbarbados” dando vueltas por los valles; perdidos y hambrientos, sin recibir ningún apoyo y menos de los campesinos a quienes venían a liberar y tampoco de los pueblerinos que los miraban con desconfianza y extrañeza.

Mi amigo Loro, fue uno de los pocos que ayudo personalmente a la guerrilla del Che, y luego de que ésta fue derrotada condujo a tres de los sobrevivientes hacia Chile (el año de 1968), para que puedan huir del país que vinieron a conquistar.
Loro, quien guió a Benigno, Urbano y Pombo para escapar vía Chile, me contó poco antes de morir, que estos sobrevivientes de la guerrilla afirmaban que había sido traicionados por Fidel y el partido Comunista Boliviano. Tiempo después, confirmando lo anterior,  Benigno declara en París, que Castro les propuso ir a combatir a Bolivia tras garantizarles el apoyo de los comunistas; la cobertura de agentes secretos y la formación de nuevas columnas, pero que cuando llegaron "descubrimos que el Partido Comunista boliviano no nos apoyaba, tal vez por orden de Moscú".

Para el público y los medios, lo importante, lo que prevalece es el mito, la imagen miles de veces repetidas en tatuajes, poster y poleras y que expresan lo que el portador desea y cree. Es posible que el Che Guevara haya estado enamorado de su propia muerte, pero mucho más enamorado estaba de la muerte de los demás.

El error de los militares bolivianos fue matar al Che y luego la toma y difusión de una excelente fotografía que lo convirtió en un mito; no ocurrió así en el Perú con Abimael Guzmán, el de Sendero Luminoso, que fue presentado al pueblo en una jaula y con un traje a rayas y ahí, con él vencido y humillado se acabó el mito heroico, además que no era muy fotogénico.
ovidioroca.wordpress.com



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