Ovidio Roca
Es cada vez más
evidente, que nuestro ecosistema no aguanta una economía y una población en constante
crecimiento y pese a ello seguimos enfrascados
en un modelo consumista y de incremento continuo y acelerado; en este nuestro único Planeta de recursos
finitos.
El Día de la
Tierra es celebrado en muchos países el 22 de abril; esta es una iniciativa
promovida por el Senador estadounidense Gaylord Nelson, que busca crear una
conciencia común a los problemas de: la
superpoblación, la contaminación, la conservación de la biodiversidad y
otras preocupaciones ambientales. Todo ello se lo hace para proteger la Tierra
y: “a nosotros mismos, de nosotros mismos”.
Somos producto de las
circunstancias, un gran meteorito liquidó a los dinosaurios y permitió que unos
pequeños mamíferos prosperaran. A fines de la era glaciar, que concluyo hace
doce mil años, los homínidos abandonamos los árboles, salimos del África e
iniciamos nuestro periplo terrestre y acuático para conquistar y poblar el
planeta.
El tema es irónico, hemos sido demasiado exitosos, dominamos y superpoblamos
la tierra y estamos destruyendo el ecosistema en el cual surgimos y al que
estamos adaptados. Siguiendo el proceso evolutivo, lo natural es que surjan
otras especies que se adapten mejor a las nuevas condiciones ecológicas del cambio
climático que venimos produciendo, con esta nuestra actitud consumista y
depredadora.
Los ambientalistas y
ecologistas afirman que la conservación del medio ambiente no es posible sin
reducir la producción económica, la cual es responsable de depredación de los
bosques, de los recursos naturales y la destrucción del ecosistema, por
mantener un consumo por encima de la capacidad de regeneración natural del
planeta.
Nuestra actual economía
orientada por el consumismo, funciona como una bicicleta que si no se pedalea
rápido se cae. Para poder equilibrarla y avanzar, la respuesta lógica es
ponerle otra rueda y reducir la velocidad; el reto por tanto es vivir mejor,
con menos bienes y con mayor calidad de vida.
Desde hace rato se viene
postulando el “decrecimiento”, una corriente de pensamiento político, económico
y social, favorable a la disminución controlada de la producción económica, que
busca establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la
naturaleza, pero también entre los propios seres humanos. Se trata de sustituir
los valores globales, individualistas y consumistas por valores locales, humanistas
y de cooperación; tener una forma sencilla de vida, pero con calidad, que busca
evitar el consumismo y el despilfarro desechando esa moda de la obsolescencia
planificada de los bienes y productos.
El problema es que los
seres humanos por nuestro afán consumista y siguiendo nuestro propio interés, seguiremos
utilizando los recursos y especialmente los combustibles que sean más baratos y
cuesten menos, al margen de cualquier consideración ecológica, por lo que la
solución debe enfocarse pensando en nuestra psicología, especialmente en aquello
que dice: “el órgano más sensible del hombre es el bolsillo” y trabajar permanentemente
en el cambio de hábitos de vida, de consumo y enfocados en el ahorro de
materias primas y recursos naturales.
Más allá de convenios
internacionales voluntarios y de control de emisiones, es necesario centrarse la investigación y generación
de energías renovables que sean más baratas que la de los combustibles fósiles.
Vale la pena recordar el acuerdo de Paris sobre el cambio climático, que se
firmó con gran pompa, por razones de negocios se le dio una trumpada y se lo abandono.
Una energía barata y no contaminante sería una respuesta eficaz al cambio climático
y aceleraría la reducción de la temperatura de la tierra. El 22 de Abril día de
la Tierra, es una buena ocasión para pensar en todo esto y de ser posible hacer
algo.
ovidioroca.wordpress.com
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