REBELIÓN DE LAS CLASES MEDIAS
Ovidio Roca
El proyecto de Estado Plurinacional y su concepción
extractivista, etnicista y comunitarista, no solo ha demostrado su fracaso
económico y social, sino que tiende a enfrentar y dividir el país; es por tanto
pertinente que los ciudadanos afectados, de forma democrática promuevan un proceso
de recambio, para salvar al país y defender sus intereses.
El Gobierno, a pesar de
haber recibido en los siete últimos años, “de arriba”, sin haber hecho nada
para generarlos, 95.000 millones de dólares, cinco veces más que todos los
gobiernos anteriores en 25 años, (según nos informa José Luis Parada), y el
resultado del proceso de cambio ha sido un fiasco y brutal despilfarro.
Lo más grave sin embargo es la destrucción del Proyecto
de Nación Boliviana, del ideal de un país democrático que nos integre a todos;
con la engañosa propuesta del establecimiento de 36 nacionalidades; promoviendo
la diferenciación y enfrentamiento étnico y usándolo como una estrategia de división
regional, para finalmente establecer su poder omnímodo.
En la práctica lo que se ha instalado en Bolivia es una
burocracia de partido, una estructura corporativa, cocalera y una etnia
dominante, que es la que se beneficia económicamente con el manejo totalitario
del aparato de gobierno y del país.
Ante esta situación y para beneficio de los
bolivianos, se necesita de forma urgente contraponer a esta visión y práctica
política que nos conduce al fracaso, una visión moderna de país, una sociedad
de instituciones sólidas y estables, una sociedad de ciudadanos iguales ante la
ley, los que procuran juntos un futuro común y compartido.
¿A
quién le interesa un cambio de este estado de cosas; vivir en un Estado de
Derecho, en un país formal, de leyes?;
seguramente
que no a los sectores que se sienten cómodos en un ambiente de informalidad, de
ilegalidad: contrabandistas, traficantes, cocaleros y también un sector de cuentapropistas
que aprovechan de la anomia y la ausencia de gobierno para actuar sin ningún
control fiscal y ambiental, tal es el caso de algunos cooperativistas mineros.
Los que valiente y estoicamente se enfrentan al gobierno
y reivindican sus intereses sectoriales, son los indígenas y los trabajadores;
quienes se sienten y se saben traicionados por el llamado proceso de cambio.
Hasta ahora poco han logrado, pues además de enfrentar un fuerte aparato
represor, tienen la debilidad de poseer una fijación ideológica por un Estado
rentista, prebendalista y clientelista, que es la misma que maneja el Gobierno,
por lo que son fácilmente engañados y manipulados.
Si revisamos la historia, veremos que no fueron siempre
los pobres, ni los indígenas, ni los obreros los que iniciaron las
revoluciones, sino las clases medias. Veamos como ejemplo, la Revolución
Francesa, la Revolución de Octubre, la Revolución del MNR, la Revolución
Cubana.
En realidad no se trata de la clase media en su
conjunto, ni siquiera de un grupo organizado, sino más bien de los líderes de la
clase media, los que de repente surgen, se
vuelven populares y luego sorprendentemente eficaces.
Se puede decir de las clases medias, al decir de un
marxista, que no son una “clase para sí, ni para sí”, por lo que no son
revolucionarias. Lo que se puede afirmar sin embargo es que aunque las clases
medias no se rebelan, ellas causan, impulsan la rebelión contra un orden
injusto.
Pero si las clases medias, los intelectuales, los
indígenas y los trabajadores, no actúan unidos; por más que se proteste, contra la injusticia
y el abuso no se conseguirá nada más que encumbrar a algunos dirigentes, para
que consigan luego sus prebendas.
Por ahora hay una oposición dispersa, sin estructura
política organizada. Los frentes opositores no logran captar la confianza de la
ciudadanía, tampoco logran ponerse de acuerdo entre ellos por problemas de egos.
En consecuencia a la clase media, que es actualmente la más perjudicada, le
correspondería involucrarse y aliarse
con los otros sectores de la sociedad, aquellos que también quieren
prosperidad, paz y libertad.
Para que un movimiento de recambio democrático se
convierta en algo eficaz, se requiere de contar con: una propuesta seria de
país; de un mecanismo de concertación y, de una representación política que
tenga una imagen y liderazgo personal.
No se trata de una revolución que destruye todo,
sino de avanzar en la construcción de un nuevo orden, y la ventaja que tiene la
Clase media es la de ser un sector social incluyente y que procura la unidad;
pues culturalmente está más allá de los encasillamientos raciales y religiosos;
se integra a los avances de la ciencia, de la tecnología y la cultura universal
y está especialmente comprometida con los principios democráticos. Esto sin
olvidar sus propias raíces culturales e históricas.
Sus armas y potencialidades, a las que temen
los caudillos, son fundamentalmente la libertad de pensamiento, el conocimiento,
el acceso a los modernos medios electrónicos de comunicación (Email, twitter,
Facebook) y a las redes sociales, para la defensa de la verdad y su
divulgación. Por todo esto es que la clase media está en el punto de mira del
Gobierno, especialmente por el temor y odio que le tienen a los librepensantes,
propios y ajenos.
En consecuencia, una alternativa al actual desastre,
seria plantearse seriamente, la Rebelión de las Clases Medias, con una propuesta
que podría partir de:
Conformar un Estado Federal, que permite el diseño
de normas y leyes diferenciadas y acordes a las particularidades de cada región
del país y de su gente y que se aplican en cada Departamento.
Una sociedad democrática que sustente el Estado de
Derecho y un modelo de economía sostenible, con productores competitivos.
Una sociedad que valore la libertad
individual, el afán de progreso, la educación, el profesionalismo, el esfuerzo
personal, el trabajo y la sobriedad y como consecuencia el ahorro y la
inversión productiva; como base del desarrollo sostenible. El resto es trabajo.
ovidioroca.wordpress.com
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