Ovidio Roca
El edificio institucional de un país democrático y por
lo tanto la clave de nuestro destino como sociedad civilizada y democrática, se
cimienta en una ciudadanía fortalecida. Una ciudadanía que tiene como
fundamento la libertad; la democracia como el sistema que más se ajusta a esa
realidad y el respeto y la equidad como el sustento de nuestra relación con los
demás.
Todo esto necesita fomentarse y construirse y tenemos que hacerlo ahora y en
esta difícil etapa de la historia humana, caracterizada por la estulticia, la demagogia,
el cambio climático y la arremetida nuclear putinesca.
Ya no estamos viviendo en el Siglo de las Luces del
Siglo XVIII, sino en el Siglo XXI el de la Estulticia y de la cultura progre y
blandengue que circula en Europa, la que ejercemos también en Latinoamérica y
en Bolivia y esto porque vivimos, para bien y para mal, en un mundo
globalizado.
El populismo cocalero busca empoderase enfrentando a
la sociedad con una estrategia racista. Se usa la raza, el color de la piel
para enfrentar a las personas y no se entiende que estas particularidades
biológicas son características de la humanidad que es naturalmente diversa. La moderna
sociedad civilizada construyo el concepto político de ciudadanía, que determina
que todos somos iguales ante la ley, con los mismos derechos y obligaciones.
El sistema Republicano Democrático y Federal establece
la participación del ciudadano ejerciendo sus derechos y obligaciones en el
marco de un régimen constitucional. Un Estado de Derecho regido por normas
jurídicas respetadas; un territorio con fronteras determinadas, con un Gobierno
Nacional, Departamental y Municipal con un profundo sentimiento de
identificación nacional de sus habitantes.
Para salir de la crisis, debemos avanzar con la
institucionalización plena del país. Actualmente los Partidos políticos se han
degradado y convertido en meros instrumentos electorales, de facciones
dispersas y sin contenido ideológico explicito ni programático alguno, por lo
que deben ser refundados y fortalecidos al ser imprescindibles para la
democracia.
Vemos generalmente, que las personas y el pueblo pueden
considerar bueno o malo un planteamiento programático, pero estos
planteamientos son creíbles y aceptados, dependiendo no únicamente por su
contenido sino también por quien los propone. Por lo que el liderazgo con
visión de Estadista es fundamental y hay que tener muy en cuenta, tanto la
capacidad de liderazgo de la persona como su credibilidad.
Se argumenta que las democracias deben hacer
frente a tres desafíos:
I. Articular nuevas formas de participación política para contrarrestar la
crisis de representación.
II. Fortalecer la independencia de los poderes, su control mutuo y las
instancias de rendición de cuentas, y
III. Acrecentar el poder político real del Estado, modernizando sus
organizaciones y proveyéndoles de recursos humanos eficaces.
En este desafío, las clases medias de cultura
democrática, vale decir los profesionales, intelectuales, medianos y pequeños empresarios,
agricultores y artesanos, ofrecen en beneficio de la sociedad valores humanos y
de trabajo, como el sentimiento de libertad, el deseo de capacitarse para progresar
y obtener un mayor rendimiento de su trabajo. Para esto necesitan y de manera
urgente ir mejorando y aplicando nuevas visiones y nuevas técnicas, que son
aspiraciones sanas de todos los ciudadanos.
El gran valor social de las clases medias, es que estas
son portadoras de un conjunto de valores que pueden acoger, reproducir y dar estabilidad y continuidad a proyectos de
mejora social. Con esto se va creando una base para atraer las inversiones
y el trabajo de los emprendedores e innovadores.
Frente a los regímenes populistas, centralistas, estatistas
y totalitarios; la clase empresarial que es la innovadora y generadora de riqueza,
así como la clase media estabilizadora de la sociedad, tienen mucho que perder
por lo que en estos regímenes dictatoriales, temen enfrentarse con el poder
hegemónico del Populismo y solo protestan cuando ven afectado gravemente su
bolsillo, sus negocios, sus fuentes de trabajo, sus pegas, bonos y prebendas.
Sin embargo para avanzar y prosperar, necesitamos tomar decisiones y asumir los
riesgos. Hace falta fortalecer los Partidos políticos y promover y apoyar los
liderazgos que nos unan y alienten para que todos los ciudadanos juntos,
enfrentemos al Populismo cocalero con un Candidato Único.
Los
jóvenes que son los damnificados por el desastre (ético, político, social,
institucional, económico, ecológico) que heredaran del Estado Plurinacional,
deberían analizar, entender y explicarlo y luego organizarse para actuar en
consecuencia y reencausar al país. En esta lógica, las Universidades podrían
promover entre sus estudiantes la elaboración de tesis y propuestas en procura
de este cometido.
ovidioroca.wordpress.com
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