Ovidio Roca
La informalidad en Bolivia abarca el ochenta por
ciento de la economía y ésta práctica económica tan extendida, es producto del
estatismo y centralismo implantado por el populismo.
Esta Cultura de la informalidad es una respuesta del pueblo, que en el marco de
sus limitaciones y posibilidades quiere ganarse la vida con su esfuerzo. Lo
hace luchando contra el dirigismo y estatismo que ejerce el Gobierno masista, contraponiendo
su opción por la libertad económica y de comercio contra la intervención
regulatoria e impositiva del Estado.
Hayek llama con razón al mercado libre, un orden
espontáneo. En el sentido de que ningún Plan centralista controla su
funcionamiento.
Hayek no es un defensor absoluto de laissez faire; no se opone a que el Gobierno
desempeñe un papel importante; por ejemplo, en el ámbito de la provisión de
bienes públicos, en la ayuda al buen funcionamiento del orden de mercado y en
la satisfacción de las necesidades de bienestar social.
Los populistas y estatistas creen poder
manejar ellos el mercado y asignar los precios. Cuando lo hacen estos dejan
de ser precios, pues para que un precio sea realmente un precio, tiene que
estar sujeto a la libre oferta y la demanda. Paradójicamente, los precios más
libres son los más estables.
Un problema adicional es que cada
persona valora los bienes de diferente manera y además el valor que le otorga a
cada bien, va cambiando a medida que transcurre el tiempo y a los cambios en la
tecnología productiva.
Entonces, cómo asigna
la economía de marcado los recursos productivos ante esa información dispersa?.
Lo hace mediante los precios que la gente está dispuesta a pagar por los bienes.
Precios que dependen de las valoraciones de la gente. Y estos precios que la
gente está dispuesta a pagar son la señal que el mercado les proporciona a los
empresarios para que éstos asignen los recursos productivos.
¿Qué busca el emprendedor?, Tener ganancias, y lo hace produciendo para satisfacer
la demanda. Si acierta, su premio es la ganancia que obtiene. Si se equivoca,
el castigo es la pérdida que él tiene que asumir.
Como parte de su modelo de gobierno, es una práctica
común de los populistas expropiar empresas y poner al frente de las mismas a su
gente, en nada capacitada. Son los militantes del partido a quienes como
recompensa por su militancia política reciben una empresa para manejarla y
lucrar de ella. Por supuesto las pérdidas de esas empresas recaen sobre los
hombros de los contribuyentes.
Y finalmente como se asignan los precios bajo
el populismo estatista. Fácil, los define el Jefe, se dicta un decreto y listo.
El problema es que en estas condiciones nadie está dispuesto a trabajar e
invertir su esfuerzo y recursos si no tiene ganancias. Mejor es hacerse masista
y apropiarse de una empresa, o unas tierras, o lo que venga.
ovidioroca.wordpress.com
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