Ovidio Roca
Varios años atrás pasaba mucho tiempo en Buena Vista,
tratando de proteger legal y físicamente una propiedad de 160 hectáreas cerca
del pueblo de Buena Vista, que compre por ser un bosque virgen y de gran
diversidad vegetal y animal. Esto con el único propósito de conservarlo y
protegerlo como una Reserva Privada de Patrimonio Natural.
Tarde más de quince años de trámites para lograr que se lo apruebe, por problemas con la
burocracia y loteadores interculturales, que apelando a una particular e
interesada interpretación de la FES, Función Económica y Social, pretendían
expropiarlo para tumbar el monte (y dedicarlo a una agricultura insostenible por
la topografía irregular del terreno) y así cumplir su FES.
Aunque en el camino me quitaron veinte hectáreas, finalmente ya se legalizo el
Refugio Ocorotú como una Reserva Privada. Bautizamos la propiedad como Refugio
Ocorotú, por las plantas de ocoró que allí abundan.
Vale la pena mencionar, por si algún legislador se
interesa en regularizar las normas para proteger el ecosistema como supongo se
pretendía originalmente con la FES, que esta norma y desde su inicio ha sido
utilizada por los loteadores en connivencia con funcionarios de varias
instituciones del área para apoderarse de tierras y para que algunos funcionarios públicos se
enriquezcan extorsionando a propietarios de las tierras, exigiéndoles pagos
irregulares so pena de aplicarles su FES. Para mis amigos todo, para mis
enemigos la ley, es la regla de las autocracias.
Por ser el área del Amboró una zona de transición
entre el ecosistema Chaco y Amazonia, en la zona coexiste una gran variedad de
especies vegetales y animales de ambos ecosistemas. Especialmente de aves y de monos
entre ellos unos grupos de manechis (Alouatta sara) endémicos de la Provincia
Sara y sus alrededores.
En esa época gracias a que en la cercanía vivía un famoso naturalista ingles
Robín Clark y atraídos por su fama como experto en las aves de la región, venían
muchos visitantes de formación naturalista quienes llegaban al Refugio Ocorotú
para explorar e investigar las riquezas de la biodiversidad de la zona.
Ente muchas cosas que aprendí con estos naturalistas,
con la charla y la práctica, es que realmente nosotros vemos con el cerebro y
no con los ojos. Los ojos aportan la
información óptica y visual al cerebro,
el que interpreta
y procesa la información con la cual construimos una imagen de lo que
nos interesa y a la que luego damos un nombre. Este nombre es la clave para luego
acceder a ella.
Cuando caminaba por los senderos acompañando a estos biólogos,
me señalaban la diversidad de aves y monos que encontrábamos al paso y me
explicaban de forma gráfica sus características, formas y plumajes. Mientras caminábamos
me señalan un ave para ellos nueva yo miraba hacia donde me indicaban, pero no
veía nada.
Y aquí empieza la lección: Ves al frente ese árbol de chocolate (que sembraron
los manechis). Si, respondía. Ahora mira la rama de la izquierda cerca del
tronco y allí veras unos palitos negros, son unas patitas. Si los veo. Luego mira
hacia arriba hay un bollo como de plumas y luego más arriba donde hay como una
bolita con pico. Luego algo amarillo como una cola. Si armas el cuadro, esa es
un ave que se llama, por decir, chichuriro.
Cuando se grava la imagen en el cerebro y se le da un
nombre, ya la conocemos y la vemos. De ahí en adelante yo veía el ave y la
reconocía inmediatamente.
Deje la Reserva a mis hijos para que la cuiden y preserven en beneficio de todos
los que formamos parte del ecosistema. Colindante con el Refugio, se compró un
terreno que ya había sido desmontado y chaqueado. En este espacio se tiene un
plan de urbanización para algunas casas de campo e igualmente se construyó un parque
y un área recreacional. Esto a fin de tener presencia y recaudar fondos para la
preservación de la Reserva. Espero que consigan apoyo para este su difícil
intento en favor de la naturaleza.
ovidioroca.wordpress.com
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