Ovidio Roca
“El Político
piensa en la próxima elección, el Estadista en la próxima generación”. Winston
Churchill.
Cuando hablamos de ebanistería pensamos en un hábil
carpintero; de cocina en un chef cordon bleu. Pero cuando hablamos de Democracia
no se nos ocurre pensar en un Estadista, vale decir en un profesional con
capacidad administrativa y ética para gestionar el Gobierno y habilidad para armar
y dirigir equipos de profesionales de diferentes especialidades, para realizar
la administración del Estado.
Esto se explica porque en general el pueblo, lo que menos busca y pide de
quienes se dedican a la política es capacidad de gestión y ética. Por lo
contrario la gente se siente atraída por un líder que ofrezca promesas, discursos,
arengas, como si se tratara de un actor callejero.
No todos tenemos habilidades, conocimientos y
aptitudes para todo; unos son buenos para el fútbol, la música, los negocios,
la artesanía. En el caso de la política y el manejo del Estado se requiere
de un Estadista, que es el responsable de conducir a la población por
una senda de progreso económico y cultural, en paz y concordia y bajo un
Estado de derecho.
Esto es complicado de encontrar, pues para ejercer con idoneidad la función pública
se necesita de conocimiento, experiencia, carácter y sobre todo ética y capacidad
de llegar y comunicarse con la población.
La democracia como sistema ha demostrado ser
tremendamente frágil en todas partes, pues la población que es su sustento y su
objetivo, es fácil y permanentemente manipulable y esto es así aun en países de
buen nivel cultural. En los Estados Unidos Trump, un populista de derecha, puso
a funcionar su potente maquinaria de propaganda mediática, escribió el guion
del fraude electoral y con esto creó una realidad alternativa para sus
seguidores. Que Trump pueda tergiversar y reinventar la verdad de los hechos a
plena vista de todos y salirse con la suya, es preocupante para la democracia
en el mundo, pues si una gran parte de la población es fácilmente manipulable y
no tiene fe en la democracia y sus procedimientos, ¿será posible que este
modelo pueda prevalecer?.
Y la duda es que si la voluntad de las personas ya no se expresa a través del
voto, ¿qué otros medios pueden existir?
Parte esencial de la
democracia, son las Instituciones que funcionan y garantizan la vida y libertad
de las personas, hacen respetar la propiedad privada e impiden la impunidad de
los delincuentes. Solo cuando las leyes son buenas y la
institucionalidad funciona correctamente, se logra el objetivo del “bien común”
Aristotélico.
Cuando no existe democracia y justicia, ocurre lo que
un actor populista cocalero nos explica: “Podrán hacer (los procesos) pero no van a
encontrar nada, sólo van a perder el tiempo. A mí me han procesado desde 1989,
les he ganado todos los procesos, y vengan de donde vengan procesos, vamos a
seguir ganando”. Evo en declaración pública.
“El poder es para usarlo, para eso hacemos
nuestras leyes de nosotros y contratamos a nuestros jueces y fiscales, acaso somos
upa”. Conversa ideológica, mientras acullican, de los hermanos del Instrumento.
Una verdadera Democracia requiere que las decisiones
estén lo más cercano a las bases y que la elección de sus autoridades sea una decisión
y competencia de los ciudadanos de los lugares donde estos ejercerán su mandato.
Es decir bajo un régimen Federal.
Y una cosa que debe estar clara
para los pueblos que apuestan por vivir bajo regímenes democráticos, es que las
instituciones y las leyes son creadas por los ciudadanos como marcos de
referencia para convivir en paz y seguridad y cuando las mismas son adulteradas
y corrompidas por intereses políticos pierden su razón de ser y si queremos
preservar la democracia, deben inmediatamente ser corregidas y reparadas por
los ciudadanos y los operadores corruptos, inmediatamente despedidos.
ovidioroca.wordpress.com
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